En la recta final de la campaña vasca, el gran objetivo de las formaciones en liza será el de movilizar a un electorado que, según las encuestas, aún roza el 30 por ciento de indefinición a la hora de decantar su voto. Traducido significa que aún faltan por decidir una veintena de escaños, un botín demasiado goloso que obliga a los candidatos a echar el resto tras diez días de maratón continuado. Pese a que todo indica que volverá a ser el PNV el que se alce con la victoria el domingo, falta por ver a qué distancia lo hará de su inmediato competidor, EH Bildu, en qué posición quedan PSE y PP y si los “pequeños” –IU y UPyD- logran salvar su representación en el Parlamento autonómico. Y en este “sprint” final hacia las urnas todos miran a Álava.
La provincia más constitucionalista del País Vasco se antoja otra vez decisiva en la carrera final hacia las urnas. Los distintos partidos vuelcan en estos últimos días sus actos de campaña en tierras alavesas, donde se jugarán los últimos cartuchos para convencer al electorado, conscientes de que una vez más será el territorio más disputado de los tres e inclinará la balanza final el domingo 21. Mientras que Guipúzcoa y Vizcaya son terrenos ya abonados para la victoria segura de EHBildu y PNV, respectivamente, la gran incógnita por despejar será quién logre llevarse el triunfo en Álava.
PP: «Si tú no vas, ellos ganan»
El PP, que gobierna las principales instituciones alavesas –Diputación foral y ayuntamiento de Vitoria- tratará de apuntalar en “casa” su discurso beligerante contra el nacionalismo del PNV. Los populares están convencidos de haber frenado la fuga de “voto útil” entre los suyos al PNV y para frenar a Bildu, que se anticipaba en precampaña.
PP y PSE cierran en Vitoria, mientras PNV y Bildu se refugian en sus feudos
El camino marcado
Los socialistas dedican estos últimos cuatro días de contienda electoral a repasar y exhibir su gestión del gobierno, con el cese de la violencia de ETA y la defensa del Estado de Bienestar como sus principales hitos. “No nos vamos a salir del camino”, afirman desde la sala de mandos del gabinete que dirige Rodolfo Ares, empeñado en centrar la campaña en alertar contra los recortes que vienen si gobierna el PNV y bastante más reacio a protagonizar una pugna identitaria contra el soberanismo, como sí hace el PP.
Aunque EHBildu y PNV pondrán punto y final a la carrera hacia las urnas en sus respectivos feudos, San Sebastián los primeros y Bilbao los otros, ambos partidos han volcado como nunca sus esfuerzos en el territorio alavés. Laura Mintegi, la candidata de la coalición de Batasuna, dio el pistoletazo de salida en la capital vitoriana, convencidos los radicales en que será decisivo abrir nicho de mercado en la provincia más constitucionalista para aspirar a hacerle sombra al PNV el domingo. “Podemos dar la sorpresa en Álava”, advierten desde la coalición, que también ha buceado en caladeros de entrada ajenos en Vizcaya, como la margen izquierda, en busca del voto obrero.
Lo importante: no errar
El PNV, el mejor colocado para alzarse con la victoria el domingo y regresar a Ajuria Enea una legislatura después, también abrió en Vitoria y su candidato, Iñigo Urkullu, se ha convertido por momentos en un alavés más. Con todo, los de Sabin Etxea llaman a no relajarse y alertan ante el “efecto de la valeriana” que pudiera tener entre su electorado las encuestas publicadas hasta el momento: todas vaticinan un triunfo seguro del PNV aunque insuficiente para gobernar. Por ello, la consigna es clara: “no cometer errores” y no salirse del traje ajustado que luce Urkullu, muy metido en vender su modelo de gestión y soluciones a la crisis económica. En los últimos días han elevado algo su tono contra su inmediato rival, EH Bildu, y está previsto que de aquí al final se reproduzcan los mensajes advirtiendo contra la incapacidad de gobierno de la coalición en Guipúzcoa y su falta de “autocrítica” ante su responsabilidad histórica con ETA.
También UPyD, al que las encuestas aún dejan abierta una opción a mantener su único escaño por Álava, cerrará en Vitoria, donde todos deberán esperar hasta el final del recuento electoral –incluido el voto por correo- para conocer el reparto de escaños.




