«CiU no tiene la fuerza para liderar en solitario el gobierno y el proceso. Habrá otros que tendrán que hacerse responsables», admitió anoche Artur Mas, habida cuenta del descalabro sufrido en las urnas. Con su mensaje pedía el auxilio de ERC para gobernar dejando claro, eso sí, que «proceso soberanista y gobernabilidad van juntos».
La consulta, que «sigue en pie», no es el único asunto que va a ponerse sobre la mesa en las negociaciones que a partir de hoy se van a llevar a cabo. La «gobernabilidad» a la que se refería Mas exige continuar con la política de recortes iniciada por CiU en la anterior legislatura, en la que nadie imagina a ERC como compañero de viaje en un gobierno de coalición, ni tampoco a ICV en un tripartito contra toda lógica. Cataluña es la comunidad más endeudada de España, con una deuda que supera los 42.000 millones de euros, lo que equivale al 21% del PIB, y ha tenido que pedir 5.433 millones de euros de préstamo al Gobierno central del Fondo de Liquidez Autonómica.
El Gobierno de Mas acometió en la pasada legislatura tres oleadas de recortes para rebajar el déficit de la Generalitat del 3,72% con que cerró 2011 al 1,5% fijado como objetivo. Primero se centró en la contención del gasto, en una segunda oleada buscó un aumento de los ingresos, con el euro por receta y los recortes a las condiciones laborales y los sueldos de los funcionarios, y en la última, del pasado mayo, intentó recortar 1.500 millones con privatizaciones, ajustes en las empresas públicas, consolidación del recorte de sueldo a los funcionarios y reducción de las subvenciones. Mas se quejó entonces de tener que aplicar estos ajustes por culpa del Ejecutivo español que, a su juicio, empobrece a Cataluña.
Mas emprendió entonces su lucha por un pacto fiscal para controlar la recaudación y regulación de los impuestos que pagan los catalanes y el pago a la Administración General del Estado de una cuota mucho menor de la actual, como medio para reducir el déficit fiscal y evitar una cuarta oleada de recortes. El rechazo de Mariano Rajoy a este embrión de hacienda propia fue uno de los detonantes de las elecciones anticipadas de ayer.
«Alcanzar la plena soberanía fiscal» era para CiU «la primera y más urgente necesidad», según destacó en su programa electoral. En las 149 páginas de Cataluña 2020» -que abarcaba dos legislaturas-, CiU trazaba una Cataluña ideal en la que daba por descontada la creación de un estado propio y se comprometía a:
-Lograr una tasa de paro equivalente a la media de la Unión Europea (en torno al 10,5 por ciento)muy lejos del 22,5% de desempleo actual
-Reducir en un 25% el número de personas en riesgo de pobreza e incrementar en un 5% la esperanza de vida con buena salud. También se comprometía a reducir en un 50% el número de víctimas mortales en accidentes de tráfico en los próximos diez años.
fracaso escolar hasta el 10% y situar siete universidades públicas entre las 200 mejores.
-En infraestructuras: tener el Corredor Mediterráneo en funcionamiento, convertir el eje portuario Barcelona-Tarragona en el líder del sur de Europa y el aeropuerto de Barcelona como «hub» internacional
-Asumir competencias de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado de forma que los Mossos se convirtieran en una «Policía integral», con control de aduanas y extranjería incluidos. La percepción de seguridad, sostiene en su programa, aumentará un 10 por ciento
-Dotar con banda ancha ultrarrápida al 50% de los hogares
