Llego, vio y venció. Y cuando parecía que lo había estropeado todo, la política le dio una nueva oportunidad. El efímero presidente de Asturias, Francisco Álvarez-Cascos, ha pagado en esta noche electoral su incapacidad para llegar a acuerdos con el resto de fuerzas políticas., sufreindo una cuantiosa pérdida de votos. El vertiginoso ascenso a las alturas del poder autonómico de quien fuera vicepresidente del Gobierno Aznar acabó con él abruptamente descabalgado del poder, pero, pese a todo, la aritmética electoral podría permitirle mantenerse en el cargo. todavía es prematuro enterrrar su fulgurante carrera de cacique cantábrico.
Un personaje como Cascos no puede evitar hacer ruido. Hizo ruido como azote en la oposición del Gobierno de Felipe González, hizo ruido como ministro e hizo ruido con la vara de hierro con la que dirigía las huestes del PP de Aznar. Eran los tiempos en los que lo llamaban «general secretario».
Descontento en el nuevo hogar de Génova diseñado por Mariano Rajoy y desplazado de la candidatura del PP en Asturias, Cascos, acostumbrado en política a los puñetazos sobre la mesa, se montó su propio partido, fundó el Foro Asturias Ciudadanos (FAC) y bajo estas siglas concurrió a las autonómicas de mayo de 2011 proclamándose sorprendente ganador.
Quebrando con su ímpetu el corsé bipartidista en Asturias, el partido de Cascos irrumpió cual vórtice en la política regional y nacional. Su fundador se encaramó a la presidencia del Gobierno asturiano y en las generales ganó un diputado al Congreso.
Vehemente y taxativo
Pero el mandato de Cascos fue tan breve como escasa su capacidad para entenderse con el resto de fuerzas políticas. Su incapacidad para pactar los apoyos que le permitieran aprobar los presupuestos de la Comunidad llevó al presidente relámpago a adoptar otra de sus vehementes decisiones. Menos de un año después de las últimas elecciones, disolvió el parlamento autonómico y convocó nuevos comicios. Así es Cascos, un hombre de soluciones taxativas.
A la luz de las votaciones de este 25 de marzo, queda claro que los asturianos, que le han castigado con la pérdida de tres escaños no están por más vaivenes ni veleidades personalistas. Sin embargo, pese a la victoria del PSOE y sus trece diputados, lejos de los 23 necesarios para la mayoría absoluta, abren el escenario de un posible pacto entre Cascos y el PP para cerrar el paso a los socialistas. A Cascos, viejo zorro de la política, todavía le quedan vidas.




