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Bernardo Álvarez-Villar

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Xiaomi

La euforia, la sorpresa y el amor se sirven en la mesa

El proyecto de Xiaomi “Comer con los ojos: El sabor de la fotografía” exhibe fotografías tomadas con Xiaomi 15 Ultra y sus lentes Leica y reinterpretadas por la chef Begoña Rodrigo

La euforia, la sorpresa y el amor se sirven en la mesa

Bernardo Álvarez-Villar

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El proyecto de Xiaomi “Comer con los ojos: El sabor de la fotografía” exhibe fotografías tomadas con Xiaomi 15 Ultra y sus lentes Leica y reinterpretadas por la chef Begoña Rodrigo

¿A qué saben las emociones?, ¿es posible convertir una fotografía en un plato?, ¿o evocar una imagen a partir de un sabor? A partir de este desafío de la sinestesia, en el que se mezclan sentidos y emociones, Xiaomi España ha construido una experiencia única hecha de imágenes y sabores. En “Comer con los ojos: El sabor de la fotografía”, la marca tecnológica presenta una exposición foto-gastronómica de la mano de tres fotógrafos de prestigio internacional-Maria Contreras Coll, Javier Corso y Ana Palacios-y la chef Begoña Rodrigo, galardonada con una Estrella Michelin y 3 Soles Repsol.

Las premisas de partida eran, en principio sencillas: cada fotógrafo debía escoger una emoción; ilustrarla con un reportaje fotográfico, cuyas imágenes debían ser capturadas íntegramente con el nuevo Xiaomi 15 Ultra y sus lentes Leica; y, por último, la chef se ocuparía de crear un plato exclusivo para cada una de esas emociones y sus series fotográficas. El resultado de esta inaudita creación pudo disfrutarse en el Espacio Larra de Madrid durante un único día. La idea de la exposición era combinar un recorrido fotográfico con una experiencia gustativa, e hilar las tres historias con una narrativa emocional. 

Lo que Xiaomi aporta, además de la idea, es la versatilidad y definición del nuevo Xiaomi 15 Ultra y sus ópticas Leica integradas. Se trata de un modelo que marca todo un hito en la fotografía móvil, capaz de capturar imágenes con una claridad y detalle excepcionales, incluso en condiciones de poca luz. Gracias a su diseño óptico de vanguardia, Xiaomi redefine lo que un Smartphone puede hacer en términos de fotografía y videografía, y lleva la creatividad a un nuevo nivel. “Entendemos que la innovación no es solo un avance tecnológico”, reflexiona de Navia, “sino la capacidad de transformar experiencias cotidianas en momentos memorables”. Y las fotografías de “Comer con los ojos” lo demuestran.

Euforia, sorpresa y amor

La fotógrafa Maria Contreras Coll quiso retratar la euforia, y lo hizo a través de una serie fotográfica en torno a la fiesta de los Castells en Barcelona. Esta tradición centenaria, basada en el orgullo, el esfuerzo, la unión y la familia, representa a la perfección esa explosión de júbilo que se alcanza cuando algo sale bien. “Pero, para mí, todo empieza siempre en la intimidad”, explicaba la fotógrafa, “en el trabajo y el esfuerzo del día a día. El Castell es el culmen y el estallido, pero antes hay días y días de ensayo que he retratado en mis fotografías”.

Hace un año, fuimos capaces de demostrar que se puede comer con los ojos gracias al primer maridaje fotográfico”, explica Nelly de Navia-Head of Marketing de Xiaomi Iberia, “en esta ocasión, vamos a ir más allá. Todos sabemos que la fotografía es un arte especial a la hora de contar historias y transmitir emociones, pero hay una pregunta que hasta ahora nadie ha sido capaz de responder. ¿Cuál es el sabor de la fotografía?, ¿Cómo podríamos definir el sabor de una serie fotográfica?

Para trasladar esta euforia al paladar, la chef Begoña Rodrigo diseñó un plató en el que predominan los sabores picantes. Una rosa de tubérculos con especias, que refleja la tensión previa al estallido, acompañado de un falso champagne que en realidad es gazpacho fermentado. De este modo, se evoca la emoción del brindis y la celebración tras el trabajo bien hecho. 

La siguiente emoción en este particular itinerario es la sorpresa retratada con la cámara de Xiaomi por Javier Corso. “Se trata de una emoción primaria y muy particular”, reflexionaba el artista, “una emoción que dura muy poco. Mi idea era buscar un lugar que nos conduzca a la infancia, y por eso escogí el circo”. Así pues, Corso se pasó varios días en el escenario, en los camerinos y entre el público de un circo ambulante. El reto era reflejar con su teléfono el colorido, la ilusión y el movimiento que caracteriza a estos lugares. 

Además del reto de capturar una emoción tan efímera y pasajera, estaba el desafío de moverse como un fotógrafo en un espacio de escasa luminosidad, luces de colores y mucho dinamismo. Su reacción al comprobar las prestaciones de la lente Leica del Xiaomi fueron también de sorpresa: “Con este dispositivo puedes acercarte a la gente de forma más discreta y conseguir esa intimidad que te ayuda a conectar con los retratados”, explicaba Corso, que quiso llamar la atención sobre una de sus fotografías que representa a una pareja de acróbatas en el aire: “Esta definición de una imagen en movimiento, con poca luz y mucho contraste de colores le habría costado capturarla hasta a una cámara, pero con el Xiaomi ha salido perfecta”.

El plato en este caso consistía en una caracola rellena de caldo de chufas y navajas, con pepino osmotizado y shots helados de rábano picante. Una explosión de sabor que evoca el recuerdo de las primeras veces.

Y, por último, el amor. “Llevo quince años documentando derechos humanos, y el eje central de mi trabajo es el amor”, contaba la fotógrafa Ana Palacios, “porque pienso que es una poderosa herramienta de transformación y es más necesario que nunca”. Seguramente, se trate de la emoción más difícil de explicar y retratar sin caer en los tópicos. Palacios decidió pasar varios días en la sede de Salvando Peludos, una protectora y refugio de animales dedicada al rescate y cuidado de aquellas mascotas y animales de granja abandonados. 

“Nunca había hecho un proyecto profesional con el móvil”, contó Palacios, “pero me fue muy útil en este caso, porque permite generar esa cercanía e intimidad que necesitamos los fotógrafos documentales para invisibilizarnos y que se cree esa genuinidad. Con la cámara todo es mucho más invasivo”. Cuando llegó la hora de trasladar esta experiencia al paladar solo podía tratarse de un dulce. En este caso, un barquillo con helado de fresas y nata coronado por una nube de algodón. “Os invito a saborear el amor”, se despidió Palacios, “y que dure”.