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El secreto mejor guardado del ‘Guernica’, según el único testigo que vio a Picasso pintarlo

Jaume Vidal, el hombre que preparó la tela sobre la que el artista malagueño realizó la obra de arte más famosa del siglo XX y responsable de conservarla hasta el día de hoy, fue entrevistado en París por ABC en 1977

Pablo Picasso, mientras pintaba el 'Guernica' en París+ info
Pablo Picasso, mientras pintaba el 'Guernica' en París - ARCHIVO ABC
MadridActualizado:

En 1977, ABC envió a París a María-Fortunata Prieto Barral para entrevistar al responsable del secreto menos conocido del ‘Guernica’ : Jaume Vidal, el hombre que preparó la tela sobre la que Pablo Picasso pintó la obra de arte más famosa del siglo XX. «Se trata de un español cuyo nombre no suele aparecer en los periódicos a pesar de que le debemos que el lienzo siga conservándose en tan buen estado. De no haber estado él al quite en el mismo momento de su gestación, es probable que se hubiera deteriorado irremediablemente», aseguraba la periodista.

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Entrevista a Jaume Vidal, sobre Picasso, el 22 de mayo de 1977 - ARCHIVO ABC

El día que Vidal llegó con la tela al taller de Picasso en la calle Grands Augustins , el pintor le esperaba irritado y un poco alterado, como si estuviera impaciente por empezar su obra. La conversación, que transcribió así ABC según el relato del artesano, se produjo en los siguientes términos:

Picasso: Pero... ¿dónde está la tela?.

Vidal: Aquí, enrollada... ¡No pensaría usted, señor Picasso, que le iba a traer un bastidor de ese tamaño ya montado! Ahora mismo se lo preparo como es debido.

Picasso: ¿Qué has puesto aquí, Jaume? ¡Este no es el lienzo de costumbre!

Vidal: No. Este es un lienzo de verdad. Es de tela de lino. Para un cuadro tan grande no resistiría la tela mala de algodón. Y debería usted emplear mejores colores que estos...

Vidal le hizo esperar tres horas hasta montar la inmensa tela en el bastidor y sujetarla con fuertes ataduras a una viga del techo. Como no cabía, la tuvo que tumbar sobre el suelo con gran cuidado de no estropearla. «El pintor malagueño piafaba y se revolvía como una fiera enjaulada entre los dibujos que ya había hecho sobre el tema. Eran cientos que cubrían el suelo como un fabuloso rompecabezas de alucinante significado [...]. Sin embargo, para Picasso nunca tuvo la menor importancia la calidad de los materiales. Nunca se preocupó de que sus obras quedaran para la posteridad. Yo creo que tenía vocación de pobre, por eso usaba siempre los productos más baratos y corrientes. Si el avispado Vidal no hubiera pensado sensatamente por su cuenta, exponiéndose a las furias del genio, el litigio de ‘Guernica no, Guernica sí’ que se produce hoy en España tal vez no habría tenido lugar», contaba la redactora.

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Proceso creativo del 'Guernica', en 1977 - ARCHIVO ABC

Testimonio del horror

Cuando se publicó el reportaje, faltaban todavía cuatro años para que el famoso mural de ocho metros de ancho y 3,5 de alto fuera trasladado a España . Había sido encargado a Picasso por el Gobierno republicano para que formara parte del Pabellón Español en la Exposición Internacional de París en 1937. El motivo que le impulsó a realizar aquella escena y no otra fue conocer la noticia de los bombardeos efectuados por la aviación nazi sobre la localidad vasca que da nombre a la obra. Sobre todo, quedó impactado al ver las dramáticas fotografías publicadas por diarios franceses como ‘L'Humanité’.

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Entrevista a Vidal, sobre la tela del 'Guernica', en 1977 - ARCHIVO ABC

Tanto los bocetos como el cuadro del pintor malagueño no contenían ninguna alusión a sucesos concretos. Constituían un alegato genérico contra la barbarie, un testimonio del horror que supuso la Guerra Civil para los españoles y una especie de premonición de lo que iba a suceder en la Segunda Guerra Mundial. Cuando la República fue derrotada por Franco, el pintor malagueño decidió que su pintura quedara bajo la custodia del Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA) por tiempo indefinido. Como mínimo, hasta que se restablecieran las libertades democráticas en su país de origen.

A Vidal el «dichoso cuadro» le quitó el sueño por razones ajenas a la mencionada temática. Su miedo estaba basado en que él fue, también, el encargado de enrollar la tela una vez pintada, llevarla al pabellón español y clavarla en el bastidor. El artesano no las tenía todas consigo de que aquellos blancos y negros apresurados sobre una imprimación somera aguantaran ni siquiera el tiempo que iba a durar la exposición. Así recordaba para ABC aquellos momentos de tensión :

«Te juro que el negro empezaba a descascaríllarse, como yo le había advertido. Pero nada, nunca más se preocupó del cuadro, ni tampoco contestó cuando le avisaron de Nueva York de que era necesario un retoque. Era como si ya no le importara nada su ‘Guernica’ después de tanto ardor al pintarlo. Nunca había trabajado con aquella fiebre, y eso que estaba acostumbrado a verle pintar, siempre con prisa, sin pararse. Algunos días [mientras trabajaba en otras obras] me llamaba para decirme: ‘Anda, vente con otros tantos lienzos, que los de ayer ya son cuadros’. Pero lo de ‘Guernica’ fue una locura».

El consejo de Picasso

Jaume Vidal revela que, cuando terminó la obra y se liberó de toda la indignación y agitación, Picasso le dijo: «Ahora, que el mundo se las componga con el cuadro». Y se olvidó de ella para siempre. Desde entonces, el ‘Guernica’ ha suscitado numerosas y polémicas interpretaciones. Una circunstancia a la que contribuye indudablemente la voluntaria eliminación del lienzo de cualquier tonalidad ajena al gris de la que hablaba nuestro protagonista. Así han estado los expertos durante décadas, dividiendo a los personajes de la composición en dos grupos. El primero, integrado por tres animales: el toro, el caballo herido y el pájaro alado que se sitúa a la izquierda. El segundo, formado por el soldado muerto y las mujeres que gritan y corren desesperadas, algunas de ellas con su hijo muerto en las manos.

Vidal, por su parte, acabó montando un negocio por su cuenta, tal y como le había aconsejado en muchas ocasiones el genio andaluz. «Es verdad que Picasso nunca me dio un dibujo. A lo mejor ni se le ocurrió, pero estoy seguro de que no hubiera rehusado si yo se lo hubiera pedido. Lo que si me repetía muchas veces es que debía establecerme por mi cuenta y que él me daría lo que fuese necesario para instalar un local. Estoy segurísimo de que, si se lo hubiera pedido, me habría dado todo lo que necesitara y en cualquier momento», concluyó el experto en lienzos .