Acostumbraban a desplegar su poderío en revistas y televisiones, pero la crisis también ha terminado por hacer estragos en sus vidas. Deportistas, aristócratas, artistas o toreros han visto mermadas sus cuentas bancarias. Algunos, incluso, ya han pasado por el juzgado a causa de embargos o impagos. Las estrategias para evitar la ruina son múltiples, pero casi todas orbitan en torno a lo mismo: vender propiedades para recuperar liquidez.
Era difícil imaginar a Carmen Cervera deshaciéndose de las obras de arte que atesora desde que uniera su vida a la de Heini Thyssen Bornemisza. Por eso, cuando la baronesa anunció hace unos días que se veía obligada a subastar uno de sus cuadros («La esclusa», de Constable), y desprenderse de «Villa Favorita», la casa preferida del barón que heredó a su muerte, la noticia corrió como la pólvora por las redacciones de medio mundo. Pero no es la única que ha tenido que hacer frente a la nueva situación económica que atraviesa el país. También la casa de se ha tenido que apretar el cinturón y desde esta semana ya se están alquilando algunas de las estancias del Palacio de Liria para eventos privados.
Venta en internet
De igual manera, a la incombustible Sara Montiel no le ha quedado más remedio que vender algunas de sus propiedades, acuciada por las deudas. Familiarizada con las cámaras, describió con todo lujo de detalles lo que quería vender, en un portal especializado de internet. Mientras, David Bustamante y su mujer, Paula Echevarría, ya están pensando en cambiar su fabulosa propiedad de 2.500 metros, situada en una exclusiva urbanización de Villafranca del Castillo, por otra más pequeña y próxima a la capital.
Y, por si tenían poco con la crisis, muchas veces es la propia familia la que se convierte en el peor enemigo de las finanzas. Es el caso de los Janeiro, que están pasando por una situación muy delicada. Acostumbrados a vivir en la abundancia gracias a Jesulín de Ubrique, ahora el clan deberá enfrentarse a una millonaria deuda contraída con Hacienda por el patriarca de la familia. El pasado miércoles salieron a subasta 90 de las 300 hectáreas de la finca «Ambiciones», estandarte de su poderío, que finalmente se declaró desierta por falta de postores.
Guerra familiar
Otra guerra familiar saltó a las portadas de las revistas de la mano de Arancha Sánchez Vicario, quien acusó públicamente a sus progenitores de su mala situación económica. Y como está dispuesta a recuperar todo el dinero que ganó durante su carrera deportiva, la extenista se verá la cara con sus padres en los tribunales el próximo mes de septiembre.
Los negocios fallidos han sido, asimismo, otro de los motivos que han llevado a algunas de nuestras celebrities a la banca rota. Lolita Flores, que se lanzó al ruedo empresarial con Made in Flores, vive acosada por los embargos que han generado supuestos impagos a sus proveedores. Si no prospera su recurso, deberá abonar más de 31.000 euros. Tampoco se ha librado Joaquín Cortés, cuya empresa firmó un acuerdo con una compañía argentina para abrir un local en Madrid que nunca llegó a realizarse. Sus antiguos socios le acusan de quedarse con el dinero de la inversión.
En cuanto a la familia Bosé, sus negocios han ido cerrando uno a uno: Lucía Dominguín y su exmarido, Carlos Tristancho, han dado portazo al hotel rural Rocamador; la compañía de venta de jamones de Miguel Bosé ha entrado en concurso de acreedores; y Lucía Bosé, la matriarca, ha dicho adiós a un viejo sueño: su famoso Museo de los Ángeles en Turégano.




















