El director de «Irish» y «Diario de un escándalo», Richard Eyre, tropieza aquí con un material geométrico muy cinematográfico, el triángulo, una historia sencilla que adquiere cuerpo complejo con una estructura embarazosa, de tiempos, espacios y sentimientos.
«Crónica de un engaño»
El marido descubre la otra vida de la mujer cuando ésta desaparece y le deja una prueba, la punta de un hilo del que tirar, que lo conduzca de bruces a la verdad. Con más estilo que estilete, entra la película en un terreno que no es de intriga ni romántico, que no es drama ni comedia, pero que los aparenta todos.
El acento se pone en el cuerpo a cuerpo entre Liam Neeson y Antonio Banderas (Laura Linney se queda en pura evocación), que tiene un gran interés hasta que la expectativa se convierte en situaciones cuya consistencia se desmorona entre los dedos. Tanto la interpretación de Banderas, como el personaje adorable y detestable que llena, merecían un mayor esfuerzo imaginativo de guión (el vividor que encarna podría tener mucho del mentiroso entrañable de Mastroianni en «Ojos negros»), como también lo merece el tipo rudo, sólido y resquebrajado de Neeson.
Por decirlo de algún modo, la película tiene los ingredientes (la novela de Bernhard Schlink, el de «El lector»), tiene los personajes y actores, pero en algún momento de su camino hasta la pantalla a alguien se le olvidó echarle una pizca de sal.























