Regreso a San Agustín
La Virgen de las Angustias, ayer, ya en de San Agustín, el templo que fue su casa hasta 1961 FOTOS: R.CARMONA
Lunes , 02-11-09
Con nocturnidad y un punto de alevosía, con un poco de miedo incluso. Sin trajes oscuros, cuerpo de acólitos ni banda de música. Sin flores ni flashes que dejaran para la historia el testimonio del momento. A toda prisa y a deshoras. Así salió de San Agustín, el 1 de marzo de 1961, el grupo escultórico de Nuestra Señora de las Angustias.
Han tenido que pasar exactamente 48 años y ocho meses para que pudiera regresar, aunque sea de forma provisional. Y el día escogido para el regreso fue ayer.
A diferencia de la otra vez, fue un retorno a plena luz del día, entre rostros alegres, un bosque de trípodes fotográficos y cofrades de todas las edades, entre ellos algunos que, casi medio siglo atrás, pudieron contemplar la triste despedida de 1961. La obra cumbre de Juan de Mesa volvió triunfalmente a la que durante 403 años casi justos había sido su casa y su sede canónica.
Desde 1995 se ha acercado cada Jueves Santo a su barrio y ha pasado por la puerta de su iglesia, pero sin traspasar un cancel cerrado a cal y canto a causa del cierre y de las obras de restauración.
Y como todos comentaban cuando la imagen se asomó a la plaza -el sol brillaba casi alto en la torre recién restaurada-, se estaba viviendo un momento histórico, único, irrepetible.
Porque ayer se hizo realidad una estampa que sólo los muy mayores del lugar recuerdan: la Virgen de las Angustias entró en San Agustín. Cierto es que sólo por unos días, para presidir una exposición que su hermandad, con motivo de su 450 aniversario fundacional, ha organizado con el fin de mostrar a los cordobeses el acervo de «Fe, Historia y Patrimonio» acumulado durante todo ese tiempo.
Pero entró y regaló a quienes quisieron verlo una instantánea que hasta ahora sólo tenía tonos en blanco y negro, con acusada tendencia ya al sepia irreversible.
El cortejo salió de San Pablo por la puerta lateral; en él, un largo centenar de hermanos llevaban cirios abriendo paso al grupo escultórico; y una presidencia de lujo compuesta por ex hermanos mayores que acompañaban al actual -¡cuántos años de historia y devoción sumados en sus mandatos!- precedía al cuerpo de acólitos.
La Señora y su Hijo muerto iban sobre parihuelas, que llevaban los costaleros de la hermandad al mando de José Luis Ochoa.
La banda de música del Círculo Cultural Calíope de Fernán Núñez cerraba la comitiva, interpretando una escogida selección de marchas del repertorio más clásico posible, con «Virgen de las Angustias» de Báez como broche tanto de salida de San Pablo como de entrada en San Agustín.
«Bienvenida a casa»
Y llegó el momento que se ha hecho esperar por casi medio siglo. Pasaban pocos minutos de las seis de la tarde cuando la cruz de guía accedió a la plaza. La imagen titular se asomó unos minutos más tarde.
Y cerca de las siete el capataz, José Luis Ochoa, posicionó la parihuela delante del cancel, mirando a la plaza. Una pancarta lo decía en los metros finales del trayecto: «48 años de espera, bienvenida a tu casa, Angustias». A diferencia de los últimos Jueves Santos, las puertas de San Agustín estaban abiertas de par en par. Bajo las recién resucitadas yeserías, sobre el mármol encerado de la solería, entre la luz última que pareció retrasar el atardecer para poder colarse por las ventanas del templo, con la emoción agarrotando las gargantas y poniendo brillos en los ojos, entró la Señora en San Agustín. Y la Virgen pareció girar su infinita mirada dolorida como buscando con sus ojos anegados la que había sido su capilla hasta 1961.
Con luminosidad y mimo. Con trajes oscuros, cuerpo de acólitos y banda de música. Sobre un tapiz de claveles rojos, bajo una lluvia de flashes y entre un bosque de trípodes fotográficos. Con solemnidad y sin prisas. Aunque sólo sea por unos días, la Virgen de las Angustias ha vuelto a San Agustín. Ha tenido que pasar casi medio siglo.

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