La última veta del Guadiato
Domingo , 11-04-10
«Si esta mina se acaba cerrando definitivamente, yo no creo que fuera bueno que la actividad minera volviera luego al Guadiato, porque lo que en su día le dio la vida a esta comarca, al final se la ha acabado quitando». Francisco Castillejo, de 47 años y natural de Belmez, es el trabajador más antiguo en la Corta Ballesta, la última explotación de carbón que le queda a Encasur en Andalucía y que tiene sus días contados, puesto que su cierre se ha estipulado para 2012. Él será el próximo minero que se acogerá a la obligada prejubilación.
A partir de esa fecha, el mineral se seguirá sacando en otras zonas del país, como Asturias, León, quizá Aragón y también en la vecina Puertollano, pero el Valle del Guadiato acallará definitivamente sus máquinas y perforadoras dejando la tierra todavía preñada de carbón, «suficiente como para tener trabajo para muchísimos años más». Se trata de Anastasio Magarín, nacido hace 29 años en Peñarroya y el más joven de los últimos mineros de la comarca, que entró a trabajar en la empresa tras la muerte de su padre en 2001, en lo que fue el último accidente de mina que tuvo lugar en Peñarroya.
Su futuro inmediato, junto al de otros 32 compañeros que todavía están en plena edad laboral, será el de abandonar sus casas, probablemente el próximo año, para trasladarse con sus familias hasta Ciudad Real y seguir trabajando allí.
Ambos muestran puntos de vista diferentes sobre el futuro del carbón en la comarca, si bien coinciden en señalar que el Guadiato, desde que comenzaron las prejubilaciones en la empresa, «ha ido a menos en todos los pueblos de la comarca; se ve menos vida y no se está sabiendo buscar una alternativa al carbón».
No en balde, Francisco llegó a conocer Peñarroya, con más de 17.000 habitantes, y Belmez, con unas 7.000 almas que vivían directa e indirectamente del carbón. De eso han transcurrido ya más de veinte años, cuando en la comarca había abiertas de forma simultánea cuatro explotaciones bajo tierra y otras dos cortas a cielo abierto, con una producción anual que llegaba en sus momentos álgidos a las 900.000 toneladas de mineral. Para ello, Encasur tenía contratados a 1.300 mineros, la mayoría nacidos en la comarca, que todavía no eran conscientes de lo que estaba por llegar. «Era la época en la que las calles se llenaban a la salida del trabajo con los mineros, la gente de la fundición y los de la papelera», recuerdan. «No dejaban de ser pueblos, pero te puedo asegurar que se vivía muy bien, al menos en Peñarroya», aseveró, por su parte, Francisco.
Sólo quedan 130
A día de hoy, sólo quedan 130 mineros, todos ellos concentrados en la explotación abierta de Corta Ballesta, en el término de Espiel, para una producción actual de 550.000 toneladas, y de ellos sólo una treintena llegarán a 2012 para terminar también prejubilándose. A partir de ahí, tanto Francisco como Anastasio consideran que las familias guadiateñas seguirán marchándose a buscar trabajo en otras zonas de España, porque no creen en la efectividad de los planes que se han puesto en marcha desde el año 1998 para la reestructuración de la minería del carbón, los dos Miner, que han supuesto la llegada de una gran cantidad de dinero a la comarca.
«La picaresca es lo que impera, y muchas empresas han venido para arramblar con las ayudas, pero luego no se ha creado tanto empleo como se dice», señala Castillejo, quien, no obstante sí cree que los Miner están sirviendo para adecentar al Guadiato con infraestructuras necesarias e interesantes. Magarín por su parte, coincide con su compañero en que, por el momento, «el Guadiato no tiene empresas alternativas al carbón».
Y no habrá más. La Corta Ballesta, un enorme espacio de 800 por 800 metros cuadrados y 165 metros de profundidad, está abierta de tal forma que no se aproveche más allá de 2012. La intención es llegar a los 200 metros, pero por el camino se han quedado numerosas vetas que ya no interesan sacar.

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