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Reproche de los amores irritantes
ABC «El juego del ahorcado», un drama romántico que deviene en thriller
El juego del ahorcado
| España, Irlanda | 2008 | 113 minutos | Género_Drama histórico | Director_Manuel Gómez Pereira | Actores_Clara Lago, Álvaro Cervantes, Adriana Ugarte
Viernes, 30-01-09
No hay ni rastro de comedia en esta película de Manuel Gómez Pereira, el más elegante de nuestros directores. Nada tendrá que ver con el ambiente general, tan deprimido, pero el caso es que se ha ido de sopetón al drama profundo y narra uno de esos amores tan prietos y sofocantes como esos besos que preceden al «the end».
La mirada de Gómez Pereira se fija en dos jóvenes, un chico y una chica, en Gerona, a mediados de los años ochenta. Se conocen de siempre y su relación se compone de esa habitual, aunque extraña, mezcla de familiaridad, amistad, camaradería, complicidad, amor y atracción sexual... Tendrían, si el cine no se hubiera fijado en ellos, todas las papeletas para aspirar a una vida plena de rutina. Afortunadamente, no es eso lo que le interesa al director de estos personajes, sino lo contrario: su excepcionalidad.
El revés de la rutina, lo anómalo, llega a la vida de cualquiera en un minuto raro, envuelto de azar, y te puede sorprender en el interior de una furgoneta, en una escena en la que te crecen las uñas del escalofrío... Gómez Pereira no puede impedir que a su drama romántico le corte el paso un «thriller» que se cierne negro sobre sus dos blancos personajes.
Y así comienza un juego en la película mucho más interesante que ése que anuncia el título: cómo actúan los distintos pesos del amor en cada uno de los jóvenes amantes, una ecuación que siempre es un misterio y que aquí se resuelve magistralmente ante los ojos del espectador, que está situado en un lugar de privilegio: lo ve todo, lo sabe todo.
Los dos actores jóvenes, Clara Lago y Álvaro Cervantes, edifican magnificamente a sus sólidos personajes: él, impetuoso, extremo, apasionado, temerario y ligeramente tóxico, y ella, fuerte, práctica, romántica, superviviente; y hay que elogiar el modo en que Gómez Pereira nos los va revelando, también con un cierto deje de intriga y mediante un retrato cristalino que permite que la simpatía o la antipatía se les escurra y mezcle de modo natural.
Más allá de si está mejor o peor conseguida la época, los ambientes provincianos, los juveniles, escolares o marginales, la película te provoca un malestar, el que inevitablemente traen esos amores fatigosos, y una certidumbre, la de que los secretos pudren lo mejor de una relación, del mismo modo que el moho pudre el queso.

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