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Emilio Quílez, maestro estuquista: «Los chalés se caerán a pedazos en 40 años»

Emilio Quílez, maestro estuquista, penúltimo alarife. De la calle Castilla, 69 años, su familia trabajó en la Exposición del 29, se convirtió al Islam hace 30, ha vivido en media Europa, Argelia, Túnez, Marruecos y 5 años en Arabia, con casa propia.

Emilio Quílez, maestro estuquista, penúltimo alarife. PEPE ORTEGA

-Su vida es... atípica, ¿no cree?

-Sí, tal vez. No es muy corriente.

-Le oí decir que tiene miedo a que le metan en un museo...

-Todo lo que huela a ética y a valores morales parece en desuso. Lo que pita es mucho consumo y muchos lobbies de gays y de lesbianas...

-¿Peregrinó a La Meca o aún no?

-Sí, el año pasado, invitado por el rey de Arabia Saudí, escoltado y en hoteles de cinco estrellas...

-¿Cuándo se convirtió al Islam?

-En el 74, en Bruselas. Sentí que los andaluces habíamos vivido más tiempo de musulmanes que de cristianos a la fuerza. Está en nuestros genes.

-Perdone, pero ¿y no le sigue tirando el pata negra?

-(risas) Me gusta más la cecina de ternera, más calidad. No olvide que el pata negra nació de la cecina morisca.

-O sea, le va «la piedra negra»...

-Lo que simboliza esa piedra de La Meca es la muerte de todos los ídolos y fetiches. Toda representación humana está prohibida en el Islam.

-¿El país que más le sorprendió?

-En el único que no me sentí extranjero fue en Arabia Saudita. Me vestí como ellos y sentí que era uno más.

-¿Qué le parece lo de ese imam que explicaba cómo pegar a las mujeres sin «romperlas» ni dejarles huella?

-Está sacado de contexto. No se pueden judicializar los Evangelios, ni lo que diga el Papa o los obispos. Eso sería un totalitarismo democrático temporal juzgando cosas atemporales.

-Ya, pero aplicar a estas alturas el Corán, tal cual...

-El Corán es un compendio de leyes complementarias. Se deja al libre albedrío su aplicación. Nadie se puede meter en eso, concuerden o no con leyes temporales como una Constitución.

-Entonces, la culpa es de la revolución sexual de los 60 como dice ahora la jerarquía católica...

-Pues sí. Mi abuela no salía a la calle sin un manto hasta los pies y mis titas con uno que les tapaba los brazos para ir a misa. Pero la moral católica ha cambiado y ha permitido esta degeneración por puro interés económico.

-¿Cuánto tiempo lleva dedicado a la restauración?

-Desde 1961, en Francia. Me detuvieron aquí en el 64 por decirle a la directora de Bellas Artes que ella destruía monumentos, no los restauraba.

-¿Qué monumento le impresionó?

-Medina Azahara, donde el mármol es encaje tejido con piedras preciosas.

-¿Se debe restaurar con materiales primigenios o mejor echar mano del progreso?

-Dirá usted del falso progreso. Antes se sabía que los edificios durarían varias generaciones. Ahora no sabemos lo que lo durará la arquitectura a base de cemento. Llevamos sólo cien años.

-¿Por qué es una barbaridad construir con cemento?

-Cuando veo una fábrica de hormigón y varios silos de aditivos, tiemblo. Se han abierto ya líneas de investigación sobre arquitectura sostenible.

-¿Con qué si no?

-El cemento sirve para algunas cosas, pero no para levantar muros de ladrillos. La suma de los coeficientes de dilatación cortan los muros como un cuchillo. Pero la especulación impera.

-¿Acaso duran más sin cemento?

-Hay muchos buenos ejemplos en 8.000 años de Historia. Cuando vi la antigua Universidad Laboral, actual Pablo de Olavide, hecha en el franquismo, era peor que las ruinas de Itálica.

-Pues en el terremoto de Bam, en Irán, ya ve lo que ha pasado...

-Estaba enfoscada con cemento sobre el tapial, y eso no se debe hacer, porque pierde toda su resistencia mecánica. Creo que los tapiales se habían secado, porque los cementos no respiran.

-O sea, la Muralla de la Macarena no estaría en pie si fuese de cemento, ¿no es eso?

-Enfoscada con cemento o hecha de hormigón estaría en el suelo. El cemento, por su dureza, salta y se rompe, pero el tapial sólo se desmorona.

-Y encima es más barato, ¿no?

-Sí, pero ahora no hay quien pueda con este monopolio del cemento.

-Pues las cementeras estarán contentitas de oirle decir estas cosas...

-Si pudieran, me quitaban de en medio, eso seguro... (risas)

-Por tanto, el estado de los estucados islámicos se debe a la cal...

-Sin duda. El único material conglomerante para la construcción que existió en la Historia es la cal. Nada de lo que vemos hoy del patrimonio histórico llevaba cemento en origen.

-¿Y qué me dice de los desconchones y los caliches...?

-Son muy bellos y sugerentes. (risas)

-Ahora bien, rascacielos con mortero, estuco y cal, ni mijita, claro...

-Ricardo Bofill me pidió muestras para recubrir las Twin Towers de Casablanca con revocos de cal, pero llegó una empresa francesa e impuso sus criterios. Hoy es necesario usar casco para pasar por debajo de esas torres.

-¿Y cuánto tiempo le calcula a nuestros adosados, pareados...?

-De 35 a 40 años, con suerte. Luego se caerán a pedazos.

-¿Quedan buenas canteras de cal?

-Media España tiene cal, aunque es difícil encontrarla con más del 98 por ciento de carbonato cálcico, que es la buena para obtener cal grasa.

-¿Cuánto tiempo tarda en «macerarse» una buena cal?

-La de la Capilla Sixtina que usó Miguel Ángel era cal vieja de 30 años. Soy el único en Europa que tiene cal apagada con 20 años de antigüedad. Ahora bien, más cara que el güisqui. (risas)

-Habla de la cal como si fuera aceite de oliva...

-Se decía que una cal con 20 años es «niña». La cal carece de fraguado. Carbonata por acción del anhídrido carbónico y, tras miles de años, vuelve a su estado primitivo, la piedra caliza. En Egipto hay bajorrelieves que algunos creen que es caliza coloreada y en realidad son revocos petrificados, que han vuelto a su estado primitivo.

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