Cooperadores, «salesianos en el mundo»

Ese estilo de vida salesiano tiene que ver con el sentido de fraternidad en la fe, los ejercicios espirituales en tiempos litúrgicos fuertes, una vida honrada en medio de una comunidad, una misión compartida y la formación antes de la promesa pública de convertirse en salesiano cooperador.

Llegar a ese momento de compromiso con la familia salesiana en particular y con la Iglesia en general no es fruto de ningún arrebato sino un proceso de discernimiento y acompañamiento espiritual que dura entre tres y cinco años en los que el aspirante a pertenecer a la rama laical de los salesianos va madurando su respuesta.

A imagen de las órdenes terceras, los cooperadores se asocian a una casa salesiana en particular para ayudar y vivir su carisma. En Sevilla, son los colegios del instituto religioso en la Trinidad, Triana, Nervión y San Vicente (estos dos últimos regentados por las Hijas de María Auxiliadora, la rama femenina de la congregación). En la provincia, coincidente con la archidiócesis, hay centros locales consolidados en Utrera y Alcalá y en formación en Carmona.

Los salesianos cooperadores muestran una gran vitalidad y cada año se registran nuevas incorporaciones, tanto de jóvenes como de adultos. La organización territorial reproduce las inspectorías en que se divide la familia salesiana, dos para España. En cada una de ellas, se delimitan provincias como la llamada de María Auxiliadora, que comprende Andalucía, Extremadura y Canarias, que reúne 978 laicos asociados a alguno de los centros locales donde viven el carisma fundacional de Don Bosco.

¿Cuál es ese carisma? Maribel Merina, responsable diocesana, lo explica: «La nuestra es una vocación cristiana, católica, laica y, sobre todo, apostólica. Los salesianos cooperadores tenemos fundamentalmente una misión». Esta se desarrolla, en primer lugar, en la familia -«uno no puede hacer fuera lo que no hace dentro»- y en el trabajo de cada uno de los cooperadores -«buenos cristianos y honrados ciudadanos», según el apotegma tan conocido de Don Bosco- además de en la labor apostólica con un campo de actuación prioritario: los jóvenes.

Parroquias, pastoral juvenil, hogares de emancipación, catequesis de confirmación y un amplio espectro de actividades enfocadas a los jóvenes. Los cooperadores se vuelcan en las actividades salesianas como puede ser la casa Sor Eusebia en La Negrilla o la parroquia Jesús Obrero en el Polígono Sur.

Cada quince días, los cooperadores se reúnen en pequeños grupos para compartir material formativo o para hacer una oración compartida. Una vez al mes, comparten una labor apostólica que se concreta, en Sevilla, en el comedor social de la Orden de Malta en la puerta de San Juan de Acre.

La experiencia es que los salesianos cooperadores ofrecen apostolado para todas las realidades laicales. Así, las pascuas juveniles o el movimiento de Hogares Don Bosco (con una experiencia de seis décadas). «Salir de nuestro micromundo, que es muy enriquecedor, pero la fuente de la que bebemos es la espiritualidad salesiana», sostiene Maribel Merina.

Incluso los sacerdotes diocesanos pueden asociarse como salesianos cooperadores. Tal es el caso de Alfonso Filiberto, párroco de Santiago en Castilleja de la Cuesta y antiguo alumno salesiano, que sigue actualmente un periodo de formación.