El kéfir es una bebida bastante antigua procedente del este de Europa y suroeste asiático, aunque algunos lo consideran el alimento del futuro. Su significado habla por sí solo, ya que la palabra kéfires una palabra turca que significa “sentirse bien” y hace mención a la sensación de sentirse bien justo después de comer.
Con un parecido razonable al yogur, aunque un poco más líquido, el kéfir tiene muchos efectos beneficiosos para nuestra salud, como solucionar problemas digestivos, combatir infecciones bacterianas y ayudar al fortalecimiento de nuestros huesos. Si todavía no sabes bien qué es esto del kéfir, te recomendamos que leas nuestro post acerca del tema.
Como algunos ya sabréis, hacer vuestro propio kéfir lleva su tiempo. Una vez que conseguimos hacerlo, lo último que queremos es que se eche a perder. Justo por eso, hoy os traemos algunos consejos.

Trucos para cuidar el kéfir
Los consejos que os traemos sirven para las distintas formas de preparar kéfir, tanto con leche de origen animal como con leches veganas.
- Materiales de cocina que no sean metálicos: no sólo nos referimos a la pala para remover, también el colador. La fermentación del kéfir genera un componente ácido que interacciona con ciertos tipos de metales. El contacto con esos metales genera una alteración paulatina en el pH del kéfir. En resumen, esto puede generar sustancias nocivas para nuestra salud, haciendo que todos esos efectos positivos no lo sean tanto, o, dicho de manera más sencillo: haciendo que nuestro kéfir se ponga malo.
- Cambiar la leche o el agua a diario: el agua o la leche del kéfir fermenta a temperatura ambiente. Lo aconsejable es cambiar el líquido cada 24 horas, pero dependiendo del ambiente donde lo conservéis, el lapso de tiempo puede variar. En el caso de la leche, no debe superar las 48 horas. Si es agua, puede llegar hasta las 72 horas.
- Evitar la luz del sol: si dejamos los gránulos con contacto directo al sol, los prebióticos pueden morir. Por el mismo motivo, no conviene calentarlos.
- Enjuagar los gránulos cada dos semanas: para esto, lo más recomendable es usar agua mineral, ya que el kéfir puede ser reactivo al cloro del agua del grifo.
- Cuidado con los nódulos: es muy importante tratarlos con delicadeza, son muy frágiles. Un truco es tocarlos lo menos posible, `tened en cuenta que nuestras manos están a una temperatura mayor que el nódulo y lo puede dañar.

Trucos para conservar el kéfir
Uno de los grandes problemas que se escuchan cuando hablamos del kéfir es el de su conservación. Seguro que habéis oído a alguien decir que, en cuanto no usas el kéfir se te echa a perder. La verdad es que es delicado, pero hay algunos trucos que podéis seguir para que esto no os pase. Vamos a diferenciar dos tipos de situaciones en las que hay que seguir unos consejos distintos: pausas de 7 a 30 días y pausas de 30 días en adelante.
Pausas de 7 a 30 días
Cuando no estemos usando nuestro kéfir en un periodo de tiempo corto, el truco no tiene mucho misterio: guardar los nódulos en un lugar refrigerado con leche o agua con azúcar. Tenerlos en frío hará que se fermenten más despacio. Un buen truco es utilizar un recipiente (siempre de plástico) más grande del que acostumbramos para poner una mayor cantidad de leche o agua. Si el periodo de tiempo de nuestra pausa supera los 30 días, esto no servirá y es probable que nuestros nódulos acaben poniéndose malos.+

Pausas de 30 días en adelante
Cuando la pausa del kéfir vaya a ser superior a un mes, el proceso anterior no nos basta. Tendremos que llevar a cabo los siguientes pasos si queremos conservarlo:
- Deshidratación de los nódulos: el proceso de deshidratación hará que nuestro kéfir pueda durar entre dos y cuatro meses si está bien almacenado. Os explicamos cuáles son los pasos a seguir para hacerlo bien. Tendremos que usar agua mineral para enjuagar los nódulos del kéfir. Posteriormente, lo secaremos con papel de cocina y lo cubrimos con otro trozo de papel. Debemos situar nuestro kéfir en un lugar bien ventilado y alejado del sol, por lo que ya os hemos comentado antes. En un periodo máximo de cinco días, nuestros nódulos ya estarán secos, lo sabréis porque habrán perdido su viscosidad y tendrán un tacto duro. Cuando estén así, los guardamos en una bolsa hermética en un ligar frío y seco y nos aguantará alrededor de tres meses.
- Congelación del kéfir: esta es otra de las opciones que tenemos, pero tiene el riesgo de las bacterias propias del kéfir mueran en el proceso, así que debemos ser muy cuidadosos. Lo primero que debemos hacer es colar los nódulos de nuestro kéfir (no hace falta lavarlos) y añadir un poco de agua o leche. No es cuestión de llenar de líquido, sino de dejar un poco para permitir su alimentación. Después, introduciremos nuestro kéfir seco en otro recipiente hermético. Así evitaremos que mueran en el proceso de congelación. Para descongelar, tendremos que hacerlo paulatinamente: un día antes de pasarlos a temperatura ambiente habremos puesto nuestro kéfir en la nevera, reduciendo su temperatura. Después, lo dejaremos una noche a temperatura ambiente, bien atentos de colocarlos en un lugar donde no dé la luz solar por la mañana. Cuando estén descongelados, los colocaremos en un recipiente de cristal con agua y azúcar o leche, dependiendo de que kéfir tengamos, y se reactivarán sus propiedades. Un truco es poner menos nódulos de lo normal, así el proceso será más rápido. Una vez hecho esto, haremos una primera fermentación y nos desharemos de ella. A partir de la segunda, el kéfir tendrá su sabor normal.
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