Para 4
2.5€/pers.
120kcal/100g
Ingredientes
- 250 ml de vino tinto seco
- 1 diente de ajo
- 1 chalota mediana
- 1 rama de tomillo fresco
- 1 hoja de laurel
- 150 ml de fondo oscuro de carne (caldo concentrado de ternera)
- 50 g de mantequilla
- Sal
- Pimienta negra
La salsa bordelesa es uno de esos acompañamientos que hacen que un plato de carne normal pase a nivel gourmet sin necesidad de complicarse la vida. Solo con vino tinto, fondo de carne y unas hierbas aromáticas conseguimos una salsa intensa, elegante y con cuerpo, capaz de elevar cualquier filete, estofado o carne asada.
No es una salsa de diario porque requiere cierta paciencia para reducir el vino y que los sabores se concentren, pero el resultado merece la pena: aroma profundo, textura aterciopelada y sabor potente que hace que todos se fijen en lo que hay en el plato.
Aunque a veces parece intimidante, la salsa bordelesa no es complicada. Tiene la ventaja de ser versátil: funciona tanto con carnes rojas como con platos de caza, y sirve de base para otras salsas francesas más elaboradas si queremos experimentar.
La salsa bordelesa proviene de Burdeos, Francia, una región famosa por sus vinos tintos potentes y su gastronomía centrada en carnes y productos de calidad. Originalmente, se elaboraba con chalotas picadas finamente, vino tinto y fondo oscuro de carne, reduciendo todo hasta concentrar los sabores y añadir mantequilla al final para suavizar y dar brillo.
Si disfrutas de la salsa bordelesa, hay varias salsas clásicas francesas que te encantarán: la salsa bearenesa es otra salsa de origen francés que se sirve templada, elaborada a base de mantequilla clarificada y yemas de huevo, condimentada de estragón fresco, cebollas tipo chalotas cocidas en vinagre y vino blanco; la salsa de champiñones añade setas salteadas al vino y al fondo de carne, incorporando un aroma más terroso y profundidad; y la salsa romesco, salsa famosa por acompañar a los calçots pero que sin duda, es perfecta, para un montón de recetas, al igual que la famosa salsa Xató.
Receta casera de salsa bordelesa

Preparación de las verduras
- Pelamos y picamos finamente la chalota y el diente de ajo. La idea es que queden muy pequeños para que se integren perfectamente en la salsa y no queden trozos duros.
- Calentamos un cazo o sartén mediano con un chorrito de aceite o un poco de mantequilla a fuego medio. Incorporamos la chalota y el ajo picados, sofriendo suavemente hasta que estén transparentes y fragantes. Es importante no quemarlos, porque eso arruinaría el sabor de la salsa.
- Añadimos la rama de tomillo fresco y la hoja de laurel, removiendo para que su aroma se libere y se mezcle con la chalota y el ajo. Este paso asegura que la salsa adquiera profundidad aromática desde el principio.



Añadimos el vino y el resto de ingredientes
- Vertemos los 250 ml de vino tinto seco y subimos un poco el fuego. Dejamos que hierva suavemente y reducimos a la mitad, removiendo de vez en cuando. Esta reducción concentra el sabor y elimina el alcohol, dejando solo la intensidad y el aroma del vino.
- Añadimos 150 ml de fondo oscuro de carne al cazo y mezclamos bien, dejando que se integre con la reducción de vino. Cocinamos a fuego medio-bajo durante unos 10-15 minutos hasta que la salsa adquiera cuerpo y una consistencia ligeramente espesa.
- Retiramos la rama de tomillo y la hoja de laurel para evitar que la salsa tenga sabores demasiado fuertes de las hierbas. Si queremos, podemos triturar ligeramente la salsa con un tenedor o batidor para conseguir textura más homogénea.
- Ajustamos de sal y pimienta negra recién molida al gusto, recordando que la mantequilla que añadiremos después suavizará un poco los sabores, así que es mejor salar ligeramente en esta fase.
- Por último, incorporamos 50 g de mantequilla fría, removiendo hasta que se funda e integre completamente. Esto le da a la salsa un brillo intenso y una textura aterciopelada que la distingue de cualquier reducción simple de vino.
- Servimos caliente acompañando carnes rojas, estofados, filetes o incluso aves asadas. La salsa bordelesa resalta los sabores del plato y aporta un toque profesional a cualquier receta.
Esta salsa puede prepararse con antelación y recalentarla suavemente, añadiendo un poco de fondo de carne o mantequilla si es necesario para recuperar consistencia.




Consejos para una salsa bordelesa perfecta
- Elige un vino tinto seco de calidad, ya que al reducirse concentrará su sabor y aromas en la salsa.
- No apresures la reducción; cocinar a fuego lento permite que el alcohol se evapore y los aromas se concentren de manera uniforme.
- Ajusta el punto de sal y pimienta después de añadir la mantequilla, evitando que la grasa suavice demasiado los sabores.
- Para un aroma extra, se puede caramelizar ligeramente la chalota antes de añadir el vino, potenciando la dulzura natural y la complejidad de la salsa.
- Mantén la salsa caliente hasta el momento de servir, removiendo suavemente para evitar que se separe.
Curiosidades de rechupete
La salsa bordelesa se utilizaba originalmente para carnes nobles, pero su fama hizo que se adaptara a todo tipo de carnes y estofados. Su influencia se ve incluso en restaurantes de alta cocina en España, América y Europa, donde se utiliza como acompañamiento de carnes premium para dar un toque profesional y sofisticado.
Curiosamente, aunque hoy se considere una salsa sofisticada, su propósito era realzar carnes de calidad sin cubrirlas: la idea es potenciar los sabores naturales con un toque aromático. La técnica de reducción es clave, porque el alcohol del vino debe evaporarse mientras se concentra su sabor, dejando una salsa intensa pero equilibrada.
Por eso, la bordelesa es un ejemplo perfecto de cómo la cocina clásica francesa transforma ingredientes simples en algo memorable. Además, añadir mantequilla al final no solo suaviza la acidez del vino, sino que da cuerpo y brillo a la salsa, logrando la textura aterciopelada característica que hace que se vea y sepa de manera espectacular.
Última revisión: 11 octubre 2025
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