Para 4
1.1€/pers.
130kcal/100g
Ingredientes
- 250 g de harina de maíz (importante, no precocida, se suele vender en los supermercados como harina de maíz para polenta)
- 1 litro de agua
- 1 cucharada de sal (4 g aproximadamente)
- 50 g de mantequilla
- 50 g de queso curado Parmesano o Grana Padano (o similar) rallado (opcional)
- 2 g de pimienta negra recién molida (al gusto de cada casa y opcional)
En esos días en los que te apetece algo sencillo, pero reconfortante, nada de complicaciones ni montañas de cacharros por fregar, lo mejor es una polenta o gachas de maíz. Un plato humilde, de los que se hacen con lo justo, pero que saben a gloria cuando se hacen bien.
A mi me recuerda a infancia, a cenas con la abuela Lucrecia en Vertelo. Unas gachas de maíz calentitas, hechas en la cocina de hierro, a fuego de carballo. Luego con leche bien fría, cucharada a cucharada. Y si había leche mazada, mucho mejor.
La polenta tiene raíces muy antiguas, en el norte de Italia, aunque versiones parecidas se preparan desde hace siglos en muchos rincones del mundo. Yo pensaba de pequeño que era una cosa de Galicia, tierra de millo.
Antes de la llegada del maíz a Europa, se hacía con otros cereales como la cebada o el trigo. Fue después, con el maíz traído de América, cuando se convirtió en lo que conocemos hoy. En zonas de España, como Galicia o Castilla, las gachas de maíz se elaboraban de forma parecida, y servían de sustento diario para muchas familias rurales. Lo curioso es que este plato, nacido como comida de campesinos, hoy se sirve en restaurantes de alta cocina con ingredientes tan finos como setas, trufa o mariscos.
Y si te gustan los platos sencillos y de cuchara, te encantará el pisto manchego, el puré de patatas casero, cremoso y con ese punto mantecoso perfecto para acompañar carnes, o la crema de calabaza, ligera, suave y con un color que alegra cualquier mesa. Todas estas recetas tienen ese punto casero que tanto apetece, así que pasamos a ver cómo se hace paso a paso esta polenta.
Receta casera de gachas de maíz o polenta

Preparación paso a paso
- Empezamos calentando el litro de agua en una cazuela grande. Añadimos la cucharadita de sal y esperamos a que rompa a hervir. Mientras tanto, preparamos la harina de maíz y un batidor de varillas, que nos vendrá muy bien para evitar grumos.
- Cuando el agua empiece a hervir, bajamos el fuego a medio y vamos incorporando poco a poco la harina de maíz, en forma de lluvia, sin dejar de remover. Este paso es clave: si la añadimos de golpe, se formarán grumos difíciles de eliminar.
- Removemos constantemente durante unos 5 o 6 minutos, hasta que la mezcla empiece a espesar. Notaremos cómo la cuchara ofrece resistencia, señal de que la harina está absorbiendo el agua y la polenta comienza a coger cuerpo.
- Bajamos el fuego al mínimo y seguimos removiendo con paciencia durante unos 30 minutos. Es importante no dejar de moverla, aunque sea de vez en cuando, para evitar que se pegue al fondo. Si vemos que se seca demasiado, podemos añadir un poco más de agua caliente.
- Cuando la polenta esté espesa, suave y sin grumos, apagamos el fuego. Añadimos la mantequilla y, si nos apetece, el queso Parmesano rallado. Mezclamos bien hasta que se integren por completo y quede una textura cremosa y brillante.
- Podemos servirla tal cual, recién hecha, o verterla en una fuente para que se enfríe. Una vez fría, se puede cortar en porciones y pasar por la plancha o el horno hasta que quede crujiente por fuera y tierna por dentro.
Y así, con unos pocos ingredientes y un poco de paciencia, tenemos un plato que ha alimentado generaciones enteras. Sirve la polenta bien caliente, acompáñala con lo que tengas a mano y disfruta de su sabor sencillo y auténtico. A veces, las recetas más humildes son las que mejor saben.

Consejos para unas gachas de maíz de rechupete
- Si queremos una polenta más ligera, podemos sustituir parte del agua por leche o caldo de verduras, lo que le dará más sabor.
- Para los intolerantes a la lactosa, basta con usar margarina vegetal en lugar de mantequilla o simplemente prescindir de ella.
- Otra buena idea es aromatizarla con hierbas secas como el romero o el tomillo. Y si nos sobra, no la tires: al día siguiente se puede recalentar o cortar en bastones y hornear para hacer una especie de “patatas fritas” de polenta.
Curiosidades de rechupete
En el norte de Italia se sirve tradicionalmente con ragú o setas, pero en Latinoamérica también se acompaña con salsas de tomate o carnes guisadas. En Rumanía y los Balcanes existe una versión muy parecida llamada mămăligă, que se sirve con queso fresco y nata agria. Incluso hay regiones donde la polenta se convierte en postre, mezclándola con miel o mermelada. Dicen que, en tiempos de escasez, los niños comían la polenta fría con azúcar espolvoreada por encima, como si fuera un dulce improvisado.

Última revisión: 24 noviembre 2025
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