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SOCIEDAD

La parroquia de las Margaritas, 70 años haciendo barrio

Dentro de su labor social vertebradora, Cáritas atiende a 500 familias con problemas para comprar comida o medicinas

El párroco Antonio Caballero, con la iglesia de las Margaritas al fondo FOTOS: VALERIO MERINO

Irene Contreras

Al noroeste de la ciudad, en la carretera de Trassierra, resiste el paso de los años una pequeña parroquia de barrio. La acoge una iglesia modesta que abrió sus puertas por primera vez en 1949 y que se ha convertido en un agente social de primer orden para los barrios a los que atiende. La parroquia de las Santas Margaritas cumple 70 años como elemento vertebrador de la vida de los barrios que la rodean y también como canalizadora de sus necesidades. Hasta allí se acercan vecinos de barriada de La Paz y los que viven alrededor de la estación de autobuses. También las familias que habitan en el barrio que se extiende a sus espaldas, las Moreras , una de las zonas de la ciudad señaladas por la pobreza endémica de sus hogares.

Lo de «a sus espaldas» es una cuestión meramente geográfica. En realidad, la parroquia de las Margaritas vive de frente a sus vecinos, a los que dedica buena parte de su labor social. Allí, Cáritas atiende a unas 500 familias repartiendo alimentos o facilitándoles la adquisición de medicamentos que no pueden pagar. Lo explica el párroco Antonio Caballero Medina , que aclara que la Iglesia no está sola en esta labor. Lo que hay en las Moreras, insiste, es una red de comunidad y cuidados envidiable que lleva la solidaridad por bandera. «En los peores tiempos de la crisis, había amas de casa que se ponían a cocinar y repartían tápers entre los vecinos que estaban solos o que no tenían qué comer. Muchas farmacias hacen precios especiales cuando mandamos a alguien para comprar medicamentos que necesitan y no pueden pagar. A los más pobres siempre les resulta más fácil compartir que a los que tenemos más», afirma.

Llegó a la parroquia en 1999, hace veinte años. Recuerda que cuando el obispo le propuso su nuevo destino se entusiasmó porque ya siendo un «muchacho» oía hablar de las Margaritas como una de las parroquias más activas. Allí trabajó de la mano de Moisés Delgado Caballero , ahora fallecido, del que asegura que el barrio entero guarda un agradecido recuerdo porque puso su vida al servicio de los vecinos con un proyecto pastoral integral. Así lo demandaba un barrio que, sin embargo, tampoco ha cambiado tanto en los últimos 20 años. «Me gustaría decir que sí. Que ya no hay tanto paro ni problemas con las drogas, pero yo no he notado grandes cambios», explica el párroco actual, que destaca, sin embargo, el «color» de las Moreras, injustamente tachado a su juicio como barrio conflictivo. Lo que hay en el barrio, dice, es gente trabajadora y profundamente solidaria .

Esa etiqueta, afirma, hace mella en la autoestima de sus vecinos y pone importantes barreras en su desarrollo. «Hay mujeres que se enteran de que buscan a alguien para limpiar casas. Cuando dicen de dónde son, ya no las contratan», lamenta. Es algo similar a lo que sucede en otro de los barrios señalados por este estigma, las Palmeras , pero a esta zona le juega además en contra su ubicación a las afueras de la ciudad. «Las Moreras está muy cerca del centro. Eso contribuye a la integración. Y en eso sí ha cambiado el barrio, que ahora está más abierto», afirma.

Cuando habla del día a día en la parroquia, Antonio Caballero señala las similitudes que guarda las Santas Margaritas con una iglesia de pueblo. «Aquí todo el mundo se conoce. Cuando alguien fallece, la iglesia se llena para despedirle», afirma. Resuelve que su parroquia hace lo que cualquier otra en cualquier otro lugar de la ciudad: catequesis, confirmaciones, misas. Pero si por algo destaca es por su labor social. Más de una veintena de voluntarios de Cáritas atienden tres días a la semana a las personas que llegan en busca de soluciones rápidas para sus problemas. Sin embargo, el párroco está convencido de que la solución de un problema enquistado en el barrio como son las importantes carencias económicas no se resuelven con una bolsa de comida . Por eso su trabajo va más allá y trata de poner su grano de arena en la promoción de sus vecinos y en la atención a los niños en edad escolar.

Desde hace varios años, el barrio cuenta con una sala de lectura , una pequeña biblioteca donde se reúnen los niños para hacer tareas o repasar antes de los exámenes. De forma totalmente voluntaria, personas del barrio, muchos profesionales de la docencia ya jubilados, ofrecen clases de apoyo a los escolares que lo precisan. También hay un centro para mujeres al que las vecinas acuden a participar en talleres, hacer deporte y, en resumen, desconectar de sus rutinas y encontrarse. Según Caballero, más de medio centenar de mujeres han encontrado en las actividades que organiza este centro una oportunidad para formarse o entretenerse.

Este tipo de propuestas van en el ADN de la parroquia, que ya en los años 50 programaba actividades como el cine parroquial , los clubes de jóvenes , o grupos artísticos . Nunca ha faltado movimiento en el pequeño templo de la carretera de Trassierra. Cuando él llegó a la parroquia, cuenta, había en las Santas Margaritas un grupo de misioneros mexicanos que movían a gente de todas las parroquias de Córdoba, llenando la zona de vida. «Era muy llamativo», recuerda. Reconoce que, si bien la parroquia está perfectamente integrada en el barrio, hay un sector de la población que se le resiste especialmente. Se trata de los jóvenes . «Hay grupos de confirmación, pero en general son pocos los que vienen por aquí», afirma. No le da más importancia de la necesaria. «No está de moda», concluye.

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