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mayo festivo

Feria de Córdoba: Aucorsa, un servicio al Arenal que trae cola

Los ciudadanos, contrariados con las largas esperas para usar los autobuses municipales. El Ayuntamiento lo achaca a la afluencia récord que registra la fiesta

Feria de Córdoba: la afluencia se dispara un 25% y va camino de batir todos los récords

Varias personas, el jueves esperando en una céntrica parada el autobús para ir a la Feria valerio merino

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Coger el autobús para ir o salir de la Feria siempre ha sido tarea complicada. Ver a los vehículos especiales pasar de largo por estar llenos o tener que soportar largas colas en El Arenal para volver a casa componen estampas tradicionales. Con la subida de la asistencia al recinto ferial, que, según las estimaciones del Ayuntamiento, puede batir récords en esta edición, el uso del transporte público se ha hecho más dificultoso aún. En días anteriores, el propio alcalde, José María Bellido, indicaba que tenía toda la plantilla al máximo y el margen de maniobra era escaso.

Solamente durante el primer fin de semana, la empresa municipal registró 50.000 viajeros más que el año anterior, algo para lo que había que remontarse a diez años atrás. «El problema es que hay mucha gente», sentenciaba el alcalde.

Ese «es que hay mucha gente» coincide con la opinión de uno de los conductores de los autobuses urbanos, que prefiere no aparecer con su nombre en el diario. «Ahora, no se puede hacer nada. Estamos todos en la calle», reconoce. En las paradas de autobús de la calle Ronda de los Tejares, en Claudio Marcelo o San Fernando, a la hora del almuerzo, multitud de personas esperan a coger el transporte público. Hay muchas mujeres vestidas de flamenca o engalanadas con mantilla y flores en el pelo. Los autobuses que se dirigen al ferial ya están repletos.

«El sábado me tuve que volver andando a mi casa con los pies así». Tras ese «así», María Cruz hace un gesto con las manos que describe a un pie bastante más grande de lo normal. Las amigas que la acompañan asienten con la cabeza. «Había una cola de media hora y no me iba a quedar ahí quieta». Cuando suben al autobús, el vehículo parece rebosar, y aún le quedan varias paradas hasta El Arenal, en las que seguramente no pueda atender a los viajeros que esperan.

En una confitería cercana a las paradas de Ronda de los Tejares, madre, abuela y niño pequeño han pedido unos refrescos. La madre, Teresa García, cuenta con humor que gracias a Dios a su hijo le ha entrado hambre y ya no quiere ir a la Feria. Indica que le ha pasado ya de largo un autobús lleno. «Eso que me ahorro», añade.

Poner más autobuses

En otra de las paradas de Ronda de los Tejares, un grupo de amigas de mediana edad, Juana, Susana, Desi y Julia, van a la feria a mediodía como todos los años desde hace muchos. Ninguna estuvo el fin de semana en la feria, salvo Juana, que tuvo que aguardar una cola de más de veinte minutos para coger el autobús de vuelta. Si el alcalde y el conductor de Aucorsa resumían con sencillez «es que hay mucha gente», estas amigas emplean el mismo sentido común para solucionar el problema: «que pongan más autobuses». Entuerto deshecho con la única medida posible, aunque ahora mismo nadie sepa cómo ponerla en marcha.

Dos jóvenes, Rocío Alonso y Amalia Martín, vuelven al ferial tras acudir también, con amigos o familia, viernes, sábado y domingo. El sábado fueron y volvieron en autobús y tuvieron que esperar bastante, en el primer caso porque dos vehículos pasaron de largo al estar llenos, en el segundo por la acostumbrada cola, incrementada en esta ocasión por el extraordinario gentío.

La tónica continúa en la parada del inicio de la calle San Fernando. Los autobuses paran, pero ya van hasta los topes. Si esto sucede entre semana, el siguiente fin de semana se traducirá en otro reguero de vehículos que no abren sus puertas y pasajeros esperando. Consuelo Fernández y Alberto Domínguez llevan a sus dos nietos a la feria. Los llevaron también el sábado y tuvieron que esperar al tercer autobús. «No he visto más gente en mi vida», indica Consuelo con respecto a aquel día. «Al final lo mejor es irse andando», sentencia.

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