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EL ESTILITA

FINA DOBLAS

JAVIER TAFUR

Ambrosio se va unos días de vacaciones y le buscan un problema con la clase media

AMBROSIO se va de vacaciones y se le desmanda el patio de vecinos. Mientras la gente estaba entretenida, mirando al cielo, intentando ver las imposible lágrimas de San Lorenzo, que naturalmente se evaporaron en la parrilla, los rojillos de cuota le montan una de las suyas y la dejan sin el voto de la estricta clase media. ¿Pero a quién se le ocurre anunciar que se va a subir el IBI de los pisos desocupados en un 50%? ¿De verdad hay un solo tonto en la ciudad que piense que la medida afecta a los bancos y no a los particulares? A los bancos no se les ha movido un solo número del balance ni se les ha descompuesto una sola línea de los gráficos. Los bancos tienen en sus manos al ayuntamiento de Córdoba, que debe hasta de callarse y que probablemente sea el que acabe quedándose con los pisos que a ellos les sobran y que nosotros pagaremos.

Ambrosio, cuando vuelva, tendrá que explicarle a esa clase media, en vías de proletarización, de donde ha obtenido los exiguos votos de su partido, que a partir de ahora le va a ser imposible mantener el pisito que compraron sus padres o ellos mismos con los ahorros de toda la vida, puesto que —como todo el mundo sabe— fue producto de la especulación y del capitalismo salvaje.

Y es cierto. Aquí hay muchos especuladores y muchos salvajes. Son aquellos que no tienen ni puñetera idea de política pero especulan sobre doctrinas antiguas y, por supuesto, totalitarias, donde el hombre se cría como en una granja, y son aquellos también que toman decisiones asilvestradas, sin estudio, sin diálogo y sin sentido común, únicamente porque se lo pide el cuerpo o la llamada de la jungla, o sea, el instinto depredador del mequetrefe que llega a donde no merecía porque se ha encontrado la oportunidad que otros mequetrefes —más formados que él, sin duda, pero igualmente inútiles— le han brindado.La historia está llena de leones de medio pelo que se alían con hienas para ser, al cabo, devorados por ellas. Pedro Sánchez y Ambrosio deberían tomar nota de ello...

Lo ha dicho la rubicunda Doblas, con el ardor que parece transmitirle ese apellido que tiene denominación de origen: «queremos declarar la guerra a la vivienda desocupada». Es decir, que quiere romper con el principio de lo que significa la pujanza de un país, la posibilidad de que la gente adquiera inmuebles para obtener la previsible plusvalía —tan marxista— que nunca le va a ofrecer un depósito bancario. ¿Por qué no se lo cuenta a Valderas, que tanto sabe de este tipo de inversiones?

La pena es que Bellido esté tan exquisito, por no decir pusilánime, en la oposición. A esta gente hay que ponerla contra las cuerdas de su propia inanidad. Recuerdo a Manuel García Nieto, un poderoso concejal de hace ya bastantes años, que no se fue de vacaciones en agosto y puso en solfa en estos días, aparentemente inhábiles, la tontuna endémica de la izquierda. Manolo no consiguió nada para sí. Era demasiado inteligente para hacer carrera entre los populares. Pero Herminio Trigo, el alcalde rojo de la época, salió por pies no mucho después. Inhabilitado, naturalmente.

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