elecciones catalanas Los independentistas retroceden dos escaños y no llegan a la mitad de los votos

Junts pel Sí y la CUP suman poco más del 47% de los votos, aunque logran mayoría en escaños (72). En 2012, CiU, ERC y la CUP obtuvieron 74 asientos en el Parlament

Artur Mas junto a Raül Romeva, cabeza de lista de Junts pel Sí - afp

Con el 99.0% escrutado, la lista «unitaria» Junts pel Sí —que incluye a CDC y a ERC— gana las elecciones del 27 de septiembre con un 39,59 por ciento de los votos, y 62 diputados, a seis escaños de la mayoría absoluta en el Parlamento catalán, que se sitúa en 68 de un total de 135. La victoria, sin embargo, se traduce en un fracaso para el objetivo con el que el presidente catalán, Artur Mas, convocó estos comicios disfrazados de plebiscito: aglutinar el voto independentista en una única lista y exhibir una mayoría en Cataluña.

[Consulta los resultados de las elecciones catalanas 2015]

Las dos candidaturas que defienden abiertamente la secesión de Cataluña, Junts pel Sí y la CUP, suman poco más del 47% de los votos, que se traduce una mayoría absoluta de escaños en el Parlamento autonómico, ley D'Hont mediante (72). De ser esto un plebiscito, la independencia no supera la barrera del 50% de los votos, una cifra insuficiente para sus pretensiones secesionistas.

La suma de escaños de Junts pel Sí y CUP (72) supone un retroceso con respecto a lo que esas formaciones obtuvieron en 2012: entonces la unión de CiU (50), ERC (21) y la CUP (3) arrojaba 74 escaños.

Como apuntaban las encuestas, la Candidatura de Unidad Popular (CUP) es una de las beneficiadas del adelanto electoral. Con un 3,48% de los votos en 2012 y 3 escaños, triplica su representación en el Parlamento (10 escaños y 8,20% por ciento de los votos) y se convierte en llave de Gobierno, y en la única forma en la que Mas puede exhibir una mayoría absoluta secesionista. En cualquier caso, la CUP, partido escorado a la izquierda, ya ha expresado que no votará a favor de la investidura de Mas.

Ciutadans, principal partido de la oposición

Como principal partido de la oposición en el Parlamento autonómico catalán se situa Ciutadans, con un 17,91 por ciento de los votos y 25 diputados, casi el triple de los que obtuvo en las elecciones de 2012 (nueve escaños). La ausencia de Albert Rivera como candidato —aunque muy presente en la camapaña— no ha impedido, sin embargo, que Inés Arrimadas haya consolidado una progresión llamativa en el escenario natural de la formación naranja. En las autonómicas de 2010 logró tan solo tres diputados, con un 3,4 por ciento de los votos.

El PSC —con un candidato, Miquel Iceta, que encontró en el baile su filón de campaña— resiste a los envites de Catalunya Sí que es Pot (CSQP), la marca de Podemos, y ocupa la tercera posición (16 diputados y 12,72 por ciento de los votos), aunque con el peor resultado de su historia.

Lluís Rabell (CSQP), el candidato bendecido por Pablo Iglesias, tiene que conformarse con un 8,92 por ciento de los votos y 11 escaños, lo que supone un fracaso para Podemos, empatado en diputados con el PP y con un resultado peor que el que su compañera de coalición, ICV, logró en solitario en 2012 (13 diputados).

El Partido Popular cosecha también uno de sus peores resultados —el más bajo de los últimos 20 años—, con 11 diputados y un 8,5 por ciento de los votos. Su apuesta por Xavier García Albiol no ha logrado dar la vuelta a las encuestas, que ya lo situaban como quinta o sexta fuerza en el Parlamento catalán, prácticamente irrelevante. Unió, antiguo socio de CDC, no logra salvar los muebles y se queda sin representación.

Participación histórica

Con una participación histórica (77,45%) que ya auguraban todos los partidos, tanto por la movilización del electorado independentista y las constantes apelaciones al voto de la «mayoría silenciosa» del resto de partidos, los beneficiados parecen haber sido las fuerzas no separatistas.

Legalmente son estos unos comicios autonómicos al uso, pero las fuerzas nacionalistas han tratado hacer de ellos una suerte de plebiscito que los convierte en los más decisivos de la democracia. La importancia de movilizar el voto ha llevado a los no independentistas a situar su discurso en el eje «nacional», por lo que el debate sobre la independencia ha monopolizado prácticamente el debate.

La corrupción cercaba a Mas, que tiró de épica en campaña con lemas como «el voto de tu vida» y centrando el debate en el nacionalismo y la secesión, si bien se libró de responder sobre los casos de corrupción en los debates colocando en el primer puesto de su lista a Raül Romeva y permaneciendo en un prudente segundo plano.

Toda la actualidad en portada

comentarios