Aunque asegura que en su día tuvo «serias dudas», finalmente Alfonso Guerra (Sevilla, 31 mayo de 1940) no pudo resistirse a aquello de «Sevilla te necesita Alfonso y el PSOE de Sevilla también», palabras que pronunció el secretario provincial del PSOE, José Antonio Viera, en la presentación del cabeza de lista. Y es que, aunque el sevillano está entre los candidatos más veteranos en las listas -desde 1977 lleva siendo número uno por su provincia- su partido sigue presionándole para que les represente.
Como político, colaboró activamente en el pacto de consenso que precedió a la aprobación de la Constitución de 1978, labor por la que fue reconocido con el premio de la fundación Abril Martorell. Además, es el presidente de la Fundación Pablo Iglesias y de la Comisión Constitucional del Congreso. Y como tal calificó la reciente reforma de la Carta Magna como una «píldora envenenada» que tuvo que aceptar el Gobierno para que los «poderosos» no arrasasen el país.
Ideólogo y «demagogo»
Profesor de vocación, formado en Ingeniería Industrial y Filosofía y Letras, Guerra ha publicado dos libros con sus memorias y otros dos sobre teoría política. Fue vicepresidente del Gobierno de Felipe González de 1982 a 1991, período en el que llegó a ser referente ideológico del partido, pero sus diferencias políticas y personales con él terminaron por dividir las filas del partido entre «guerristas» y «renovadores».
Irónico, mordaz y en muchas ocasiones tachado de demagogo por sus contrincantes, cree que el «mérito principal» del candidato del PP -«Don Mariano»- ha sido «estar en la hamaca fumando puros». Con todo, Guerra es un peso pesado necesario para el PSOE de Sevilla en estos delicados momentos de «ERE» y «fondos de reptiles», pero forma parte del séquito más conservador de Rubalcaba, el que intentará volver a los orígenes y reflotar las siglas del partido por encima de las de las ya malditas: ZP.




