La habitación donde Franco pasó la noche del golpe de Estado y en la que Brad Pitt quiso dormir
En la cama donde el futuro dictador pasó sus últimas horas antes comenzar la Guerra Civil han descansado estrellas como Gregory Peck y Uma Thurman y el socialista José Bonó pidió que reservaran

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‘Las Palmas, punto de partida’, apuntaba el titular de ABC. El reportaje, publicado el 18 de julio de 1962, recordaba cómo fueron las horas previas al golpe de Estado con el que Franco, Mola y compañía iniciaron la Guerra Civil 16 años antes. En dicho artículo se mencionaba la habitación del Hotel Madrid donde el futuro dictador pasó su última noche y en cuya cama han descansado, desde entonces y movidos por la curiosidad, famosos directores de cine como John Huston y Robert Zemeckis y estrellas de Hollywood como Gregory Peck, Uma Thurman o el mismo Brad Pitt, que incluso quiso inmortalizar el momento con una fotografía.
El general gallego se hospedó en la habitación número 3 de este establecimiento del siglo XX ubicado en la Alameda de Colón, que cuenta todavía hoy con su preciosa fachada modernista.
Fue diseñado por Rafael Massanet y Faus y mantiene sus airosos balcones de balaustradas negras y el color amarillo y blanco habitual de la época. Sigue siendo el alojamiento más antiguo de la ciudad y, durante esos años, era uno de los lugares para hospedarse más reputados y con mayor fama de la isla.
La habitación que ocupó Franco se encontraba, en concreto, en la primera planta. Su puerta todavía permanece intacta. Se abre, incluso, con la misma llave de metal antigua. Lo mismo ocurre con la cama, el aplique de la pared, el armario empotrado, la cómoda, el espejo y la elegante araña de bronce que pende del pecho, que son las mismas que el general vio aquella noche que pasó comunicándose con el resto de generales rebeldes y preparando su viaje a Marruecos en el avión Dragon Rapide, con el objetivo de ponerse al frente de la insurrección.
Lo más curioso de esta estancia es que no son pocos los políticos que, cuando pasan por la ciudad, aprovechan para visitarla. Es el caso del ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall, que se fotografió en su interior, y José Bono, que la ha visitado en numerosas ocasiones, llevando allí a algunas visitas y retratándose igualmente en ella. El ex ministro socialista, además, les explicó en su momento a los actuales propietarios del negocio que tenían la obligación de conservarla, bajo el argumento de que la habitación formaba parte de nuestro pasado y ayudaba a mantener viva la cronología de los acontecimientos que se produjeron aquel día tan señalado.
+ infoLas horas previas
Así los detallaba aquellas ABC: «Franco llegó a Las Palmas, procedente de Tenerife, el 17 de julio, para presidir el entierro del general Amado Balmes, gobernador militar de Gran Canaria, que había fallecido el día anterior al disparársele una pistola en el campo de tiro de la Isleta [...]. Despedido el duelo, Franco se trasladó a las habitaciones que había de ocupar en el hotel Madrid durante su permanencia en la ciudad. [...] Aquella noche el gobernador civil de Las Palmas [el socialista Antonio Boix] recibió una llamada telefónica urgente desde Madrid: en el norte de África había estallado un movimiento militar y pedía noticias en relación con el orden público en la provincia. Contestó el propio gobernador que la tranquilidad era absoluta».
El futuro caudillo reservó también la habitación número 11 para su mujer, Carmen Polo, y su hija, Carmen Franco, que viajaban con él, además del teniente coronel Franco Salgado-Araujo, el comandante jurídico militar Lorenzo Martínez Fuset y cuatro oficiales de paisano que formaban su escolta. Esta se reforzó más tarde ante rumores de un posible atentado contra su persona durante el entierro de Balmes, como el intento que había sufrido tres días antes en la Comandancia Militar de Tenerife, organizado por el líder anarquista Antonio Vidal. Este fue el que más cerca estuvo de acabar con él, pues los autores estuvieron a un metro de esta otra habitación del general hasta que le escucharon gritar: «¡Auxilio, pistoleros!». Y salieron corriendo.
Al final no hubo amenazas en el mencionado funeral, que se produjo al mediodía del 17 de julio. En el libro ‘El gran error de la República’ (Crítica, 2021), Ángel Viñas asegura que Franco mandó al general Luis Orgaz a pedirle tres pasaportes italianos al cónsul de dicho país, Ruggero Martin, pero que a las tres de esa misma tarde le indicaron al funcionario fascista que ya no eran necesarios. Por la tarde, se habría reunido en el Hotel Madrid y en el café contiguo con algunos oficiales de Las Palmas. Otros historiadores apuntan a que después cenó con Salgado-Araujo, que era también su primo, y Martínez Fuset. A continuación se fue a la cama.
+ info«Detened a Franco, vivo o muerto»
«Un grupo de funcionarios exaltados del centro telegráfico de Las Palmas –recordaba ABC a continuación–. Estaban capitaneados por un tal Camino, que propuso al gobernador civil la detención del General Franco, que en aquellos momentos estaba entregado al descanso en sus habitaciones del hotel Madrid. El gobernador no consideró ‘prudente ni viable’ esta medida. Se cursaron órdenes a los dirigentes obreros y se dieron instrucciones para concentrar a la Guardia Civil y organizar la defensa de sus cuarteles. De madrugada, nuevos despachos de Madrid concretaban una orden: ‘Detened a Franco, vivo o muerto’».
Durante esa noche, el general recibió un telegrama que anunciaba la sublevación en Melilla. A las 5.15 de la madrugada, desde su habitación del Hotel Madrid, remitió el siguiente mensaje a los sublevados: «Gloria al heroico Ejército de África. España sobre todo. Recibid el saludo entusiasta de estas guarniciones, que se unen a vosotros y demás compañeros Península en estos momentos históricos. Fe ciega en el triunfo. Viva España con honor. General Franco». Sin embargo, como en ese momento era todavía comandante general del archipiélago canario, con sede en Santa Cruz de Tenerife, prefirió enviarlo desde esta ciudad y no desde Las Palmas, donde realmente seguía, para hacer creer que estaba en su puesto.
La salida de Franco de Las Palmas fue una operación organizada con mucho cuidado. La mañana del 18 de julio se despertó en su habitación del Hotel Madrid y se dirigió hasta el muelle de San Telmo vestido de paisano para no levantar sospechas. Desde ahí le condujeron hasta el remolcador España II, para trasladarse hasta la bahía de Gando, donde le esperaba el Dragon Rapide con los motores encendidos. Ese mismo día, la sublevación se generalizó a toda España. El Gobierno de la Segunda República, desbordado, decidió entregar armas y municiones a los partidos y a las organizaciones obreras y revolucionarias. Lo calificaron «Armar al pueblo». Comenzaba la mayor tragedia vivida en España durante toda la historia contemporánea, con medio millón de muertos y otro medio millón de desplazados.
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