Los círculos exclusivos de la vida política, social y empresaria bilbaína contaron ayer con una invitada de excepción. La baronesa Thyssen recibió el «Alfiler de Oro» concedido por la asociación «Mujer Siglo XXI» en reconocimiento a su trayectoria humana y profesional como «filántropa» e «impulsora» de la colección de arte que lleva su nombre. En un acto celebrado en el hotel Carlton, la presidenta de la asociación, Magdalena Múgica, le hizo entrega del broche a Carmen Cervera, de quien reconoció su empeño por preservar y compartir el arte con el público. «Es un honor otorgar este premio a María del Carmen Rosario Soledad Cervera y Fernández de la Guerra, baronesa viuda Thyssen-Bornemisza», precisó para sorpresa del auditorio Múgica, directora de orquesta de un acto muy emotivo que se inició con el baile de un «aurresku». La presidenta de las mujeres empresarias y profesionales revisó la trayectoria personal y profesional de la protagonista, afirmando que es ella «la verdadera artífice» de que la colección del barón Thyssen esté en Madrid. «Fue ella y solo ella, su inteligencia, su objetividad y su perseverancia la que hizo que el barón reconociera la idea de que España era el lugar idóneo para fijar y conservar su colección».
Emocionada y agradecida, la baronesa se dejó querer por el respetado foro: «Sois increíbles, creo que nadie había hablado tan bien de mí en toda mi vida… Bueno, de pequeña mi mamá», bromeó, encantada de volver a Bilbao, «un fantástico lugar de encuentro». La baronesa se mostró «honrada» por recibir una distinción que antes correspondió a «mujeres fantásticas». «Las mujeres hemos avanzado mucho y creo que la clave del éxito de quienes somos empresarias es la vocación», constató para instantes después reiterar su «pasión por el arte» y su deseo de compartir la belleza de su colección. «Carmen, si algún día se te ocurre montar un museo en Bilbao, yo no te voy a talar los árboles», le animó el alcalde, Iñaki Azkuna, para deleite de la homenajeada. El regidor, socarrón como todo buen bilbaíno, le obsequió a su «amiga Tita» con un paraguas. «Le he traído un regalo muy bilbaíno», adelantó antes de que la baronesa pudiera abrirlo. «No lo abro, no…», dijo ella para tranquilidad a los supersticiosos.




















