
Roberts sigue siendo la «novia de América».
Como una más de sus fans, Julia Roberts también se enamoró de Javier Bardem, gracias a la magia del cine y a la película «Comer, Rezar y Amar», en la que luce plenamente la seducción española. Y para hablar de realidad y ficción, sobre el romanticismo y una espiritualidad que Julia Roberts vive más allá de la fama, nos reunimos con la actriz en Hollywood.
¿Cómo fue su encuentro con Javier Bardem... en la vida real? A Javier lo conocí en el rodaje de Bali, después de haber pasado por Italia y la India. Fue en un momento donde parecía que todo estaba muy bien asentado y ordenado, hasta que él llegó con su entusiasmo y la vitalidad española que nos contagió.
«Antes de conocer a Bardem estaba aterrorizada. Luego resultaó que fue muy fácil y dulce»
¿Es posible algo así? Si llegas a un lugar en la vida en el que puedas comer y alimentarte también del amor, es posible encontrar tu identidad rezando o relacionándote con una energía o cierta creación superior. La forma en que se hace o como sea que lo llames se vuelve insignificante. Es algo que una vez me dijo Javier (Bardem), yo solo lo estoy repitiendo.
¿Se identifica con alguien que, a pesar del éxito, busca un camino hacia la felicidad? Yo siempre supe que mi vida iba a seguir evolucionando hasta encontrar un estilo del que pueda disfrutar plenamente, que es donde estoy ahora. Para mi fue sensacional darme cuenta, al final del día, de todo lo que tengo. Julia habla de la perfecta vida profesional y personal de la que hoy disfruta, felizmente casada con el cámara Daniel Moder con quien ha tenido a los mellizos Hazel y Phinnaeus, de seis años, y al pequeño Henry, de tres. Su vida ha terminado por convertirse en una película romántica... Una vez pasados aquellos romances del pasado, que no tuvieron tanto éxito.
«Dicen que engordé cinco kilos en el rodaje. Pero te aseguro que disfruté de cada gramo»
¿Qué opina de la frase de la película «Comer, Rezar, Amar», en la que dicen que tener hijos es como grabarse un tatuaje en el rostro? Tener un hijo, es cierto, no es como tener un bolso. Es una elección con la que nos comprometemos 24 horas al día. Y lo del tatuaje es una buena forma de describir que estás comprometido para esa clase de decisión. Yo he visto gente que se ha puesto un tatuaje en la cara y, para hacerlo, hay que estar seguro de que realmente se quiere.
¿Y si tuviera que tatuarse una palabra que la defina como madre? Como madre, probablemente, soy muy estricta.
¿Y con su esposo? ¿Trata de no trabajar al mismo tiempo que él para turnarse con el cuidado de sus hijos? Hacemos malabares lo mejor que podemos. Tengo mucha suerte, porque mi esposo también tiene gran éxito y me apoya muchísimo.
¿Cómo hizo durante el rodaje de la película? ¿Viajó a todos los lugares que muestra la película o pudo quedarse en casa? Lo bueno de mi trabajo es que nos esforzamos por viajar a todos estos maravillosos lugares, para que la experiencia que intentamos retratar también sea auténtica.
¿Cómo fue el viaje por la India? Ahí, no pude con mi genio de madre y me llevé cinco kilos de medicinas, en una caja que por suerte nunca necesité abrir. Lo que más me gustó fue una villa llamada Rajasthán, donde las mujeres usan todo tipo de colores y joyas para demostrar que están casadas, pero se lo quitan todo, si muere el marido. ¿No es asombroso?
¿El mejor recuerdo con tantos viajes? El más simple súper-plato de espaguetti, con un poco de salsa de tomate en Italia. Fue mi comida preferida. Fue genial, porque se ocuparon especialmente de elaborar platos increíbles que tuve que comer en medio de un calor terrible.
¿También se llevó el recuerdo de algunos kilos de más? (Risas) Dicen que engordé cinco kilos, pero fue un poco menos, aunque te lo aseguro: disfruté cada gramo. Insistían en que no me preocupara, porque después iba a perder esos kilitos en la India, pero yo no vi esa parte de la película. En Nápoles, empezamos el rodaje, comiendo ocho porciones enteras de pizza en 45 minutos. Y después de la séptima porción, ya no me parecía tan deliciosa, pero había decidido comer una porción entera, por cada toma. Tampoco resultó la mejor idea, pero fue muy gracioso tratar de ponerme los jeans, porque era imposible abotonarlos.
«No aceptes consejos de los actores. Nosotros no sabemos nada. Mejor habla con tu madre»
¿De verdad? Era demasiado trabajo y no sabía si podía comprometerme para tanto. Me tomó varias semanas hasta que me decidí. No era cualquier trabajo. Había que comprometerse a muchos viajes fuera de casa, trabajando todos los días. Era demasiado.
¿Al menos la dejaron quedarse con los cambios de vestuario? En eso estamos, en eso estamos (Risas). Si fuera posible, me quedaría con todo. Nunca tuve tantos cambios de vestuario en una sola película, esta vez pasé los cien. El diseñador de vestuario era Michael Dennison y no solo se ocupó de lo mío, también había hecho el vestuario del resto de los actores y los extras. Fue como vestir a todos los equipos de las Olimpiadas. El traje que más me gusta es el de la escena del tiempo, algo simple pero muy bonito. Y eso sí, lo tengo colgado, muy bien guardado, en mi casa.
Si la película define la felicidad con las palabras «Comer Rezar y Amar», ¿qué palabra define la vida de Julia Roberts? Déjame pensar... Esperanza no suena bien. Optimismo, podría ser, pero mejor elijo otra: «Lealtad».
¿Y el mejor consejo para encontrar la felicidad? Habla con tu madre de verdad, que te cuente todo lo que ella sabe. No aceptes consejos de los actores. Nosotros no sabemos nada.(Risas).