Los dos enviados especiales suecos a Spetses, localidad griega donde se celebra esta tarde la boda entre Nicolás de Grecia y Tatiana Blatnik, han dado buena cuenta de lo que hicieron ayer los jóvenes príncipes europeos, que no fue precisamente permanecer en la fiesta de bienvenida ofrecida por los anfitriones.
La bella Magdalena de Suecia, que siempre disfruta saltándose el protocolo a la torera, había preparado ayudada por Mary de Dinamarca, una sorpresa para sus reales amigos: una cena íntima en Orloff, el restaurante más típico de aquella localidad, bautizado con el nombre de un guerrero de 1800.
Uno a uno, los jóvenes príncipes fueron dejando furtivamente la recepción oficial para recalar en el citado establecimiento. La poca gente que visitaba ese restaurante, o especie de taberna, comprendió más tarde que los alegres visitantes eran ni más ni menos los príncipes de varias dinastías europeas los sentados a la mesa muy larga.
En un extremo se sentó Carlos Felipe de Suecia. Victoria y Daniel ocuparon una cabecera acompañados de nuestro Príncipe de Asturias y su esposa Letizia. «Len» (como llama su familia a la hija de Carlos Gustavo) presidió la cena y fue quien levantó su copa para dar el primer «Skål» de bienvenida a los asistentes. El menú estaba compuesto por platos típicos del lugar, pescado a la plancha, ensalada griega y quesos de la tierra.
El ambiente fue subiendo de tono y a medianoche apareció el Príncipe Nicolás, que se había fugado de su propia fiesta de bienvenida para asistir a la de Magdalena, acompañado de Guillermo y Máxima de Holanda.
Tras varias horas a tope, conversación animada y mucho champagne, la real comitiva dejó el local entre risas abrazos y besos.



















