—¿Cuántos galgos tiene?
—Cuatro. Tres adoptados y uno en acogida, y un labrador viejo de 17 años.
—¿Cuántas horas les dedica al día?
—Ahora trabajo por las mañanas y por las tardes dando clases de inglés. Tampoco necesitan tanto, una cama o un sofá es lo que más le gusta a un galgo. No son perros agresivos, ya que su defensa es la carrera, no ladran ni se pelean con otros perros.
—¿Siempre se portan bien?
—Siempre se portan bien. Imagínate un perro que no ladre. Y, aunque son grandes, apenas ocupan espacio porque se hacen un ovillo para dormir.
—¿Qué tienen los galgos que no tengan los otros?
—Como vienen muy apaleados agradecen cualquier gesto de cariño. Ese es su carácter en el noventa por ciento de los casos. Alguno puede tener un rasgo de ansiedad, pero eso se cura con cariño…
—Como con las personas.
—Bueno, los galgos exigen menos, y dan menos lata (Risas).
—Creía que eran perros que tenían poco glamour…
—No. El domingo le hicieron un reportaje a dos de mis galgos para la revista «Vanity fair». Han salido también en «Surrealista», la revista de moda de Raquel Revuelta. Y Aitana Sánchez Gijón y Maribel Verdú han posado con ellos para la campaña «Ponga un galgo en su vida».
—¿De dónde saca los nombres para tanto perro?
—Bueno, muchas veces la persona que los ha rescatado les ha puesto ya un nombre. Yo prefiero preguntarle a los niños para que se lo pongan ellos, o le pongo el de alguna persona que me haya hecho un favor.
—¿Han salvado la vida a muchos en su asociación?
—Hemos salvado algo más de 1.500. Yo, en cinco años, he mandado 35 galgos para su adopción.
—¿Por qué se les trata tan mal en España?
—Porque son los únicos perros tratados como ganado. A partir de los dos años no sirven para correr y lo mejor que les puede pasar es que los abandonen. Un campeón puede valer hasta 15.000 ó 20.000 euros, y también los roban…
—En el extranjero gustan más que en España.
—Hemos mandado a Alemania y Estados Unidos. En Cataluña se llevan muchos de Andalucía, y hacen labor educativa llevándolos a colegios, orfanatos y geriátricos…
—¿Hay más demanda de adopciones del extranjero?
—Es que aquí tenemos que hacer ver que son la mascota perfecta. Son muy tranquilos, nada nerviosos, y pueden dormir hasta 24 horas. Hay que lavarlos poco porque no se arrastran por el suelo y no huelen mal, tienen poco pelo y una piel muy fina. Hasta hace poco, cuando iba con ellos por la calle, me preguntaban que dónde iba con galgos, que dónde estaban las liebres. Ya no me lo preguntan porque comprueban que son unas mascotas magníficas.
—¿Se pueden hacer muchas cosas desde Sanlúcar de Barrameda?
—Claro que sí. Sanlúcar es una ciudad muy activa. Eso lo da la costa.
—Nunca ha pasado mucho tiempo en un mismo sitio ¿Qué tiene Sanlúcar para haber conseguido atraparle?
—Es que ya he dado vueltas por todas partes. Cuando una se hace mayor se hace más cómoda (Risas).
—¿Qué recuerdo tiene de la Expo 92?
—Fue un buen trabajo. Lo que recuerdo es la sensación de que, después de nueve años en el extranjero, todo era nuevo para mí.
—Trabaja como profesora de inglés, pero ¿cuál es su verdadera vocación?
—Me gusta trabajar con niños y con perros, porque los resultados se aprecian rápidamente.
—¿Ha cambiado mucho la vendimia en los últimos años?
—Cuando era joven y venía en verano me iba a vendimiar para sacarme unas perras. Era horroroso por el calor y el cansancio. Había que ir con las cestas hasta donde estaban los mulos. Ahora hay mucha maquinaria.
—¿Cuál es la principal virtud de la manzanilla?
—Que está muy buena y se bebe muy bien. ¿Hay algo mejor?
—¿De dónde viene su afición al flamenco?
—Mi familia tenía viñas y los que venían a cortar la uva eran gitanos. Cuando acababa la vendimia pasábamos tres días por bulerías. El primero, porque habían terminado, el segundo, porque recogían y el tercero, porque se marchaban. Tres noches de bulerías sólo con palmas y voces.
—¿Y usted, como los flamencos, es amiga de la improvisación?
—Sí, también bailo bulerías. Siempre hay que mostrarse tal y como una es.