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Fátima y «el Obispo vestido de blanco muerto por varios disparos»

Día 19/10/2015 - 13.23h

En el aniversario del atentado de Ali Agca, Juan Pablo II sorprendía al mundo al desvelar el tercer secreto de Fátima, guardado por la Iglesia más de 80 años

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Juan Pablo II, en el momento de recibir el disparo de Ali Agca, en 1981

El 13 de mayo de 2000 fue una fecha histórica para los creyentes. Fue el día en que Juan Pablo II ordenó desvelar el tercer misterio escrito por Lucía, la mayor y única superviviente de los tres pastorcillos a los que se supuestamente se les apareció la Virgen de Fátima en 1917.

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Los niños de Fátima, el día que se se les apareció la Virgen en 1917

Por orden extresa del Vaticano, el misterio había sido mantenido en secreto durante 83 años, a pesar de que la hermana Lucía sólo había pedido que no se revelase antes de 1960, pues «para entonces sería más claramente entendido». La Iglesia, sin embargo, alargó aquel plazo 40 años más.

Pero fue allí, en el mismo lugar donde la Virgen había confiado sus mensaje a los niños, y ante más de medio millón de feligreses, donde el Papa sorprendió a todos: la tercera profecía hablaba de un «Obispo vestido de blanco» que «subía a una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran cruz de maderos toscos», donde resultaba «muerto por un grupo de soldados que le disparaban varios tiros de arma de fuego y flecha».

Curiosamente, el Papa polaco no solo escogió su visita a Fátima, con motivo de la beatificación de Francisco y Jacinto Marto –los dos pastorcillos más pequeños, muertos a causa de la gripe española en 1918–, para desvelar tan esperado misterio, sino que lo hizo precisamente el día del noveno aniversario del atentado que él mismo había sufrido por parte de Ali Agca, el turco que le disparó en Roma hiriéndole en la mano, brazo y abdomen. La profecía, parece ser, hablaba de él.

Las apariciones de la Virgen

Según la tradición, el 13 de mayo de 1917, la Virgen se les apareció a Francisco (9 años), Jacinta (7) y Lucia (10) en la Cueva de Iria, en el paraje agreste que rodea a la apartada aldea de Aljustrel, a donde habían acudido a cuidar del ganado. Allí les confió los tres secretos que los dos más pequeños se llevaron poco después a su tumba.

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La hermana Lucía, con Juan Pablo II, en 1991

Según las interpretaciones realizadas por la Iglesia, el primer secreto anunciaba el final de la Primera Guerra Mundial y el estallido de una segunda guerra más devastadora. El segundo presagiaba la caída del comunismo en Rusia y la transformación de aquella gran nación que había contribuido a la difusión del ateísmo.

Sólo quedaba el tercer secreto, que pasó por muchas manos antes de hacerse público en el 2000, mientras Fátima se convertía en uno de los centros de peregrinación católica más importantes del siglo XX.

El secreto del sobre

El obispo de Leiria no quiso abrir el sobre sellado que le había enviado Lucia en 1944. Lo guardó pidiendo que se entregara al Patriarca de Lisboa después de su muerte, como así sucedió.

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Escultura de la Virgen de Fátima

El sobre llegó al Vaticano en 1957, en la etapa final del Pontificado de Pío XII, que falleció un año después, posiblemente sin leerlo. Su sucesor, Juan XXIII, solicitó el texto y pidió ayuda para interpretarlo, aunque luego decidió mantener el mensaje en secreto, aun habiéndose sobrepasado la fecha dada por Lucía. «No me hables de eso», zanjó el Pontífice en una ocasión, cuando el cardenal Silvio Oddi le preguntó por las razones por las que no lo hacía público.

A Juan Pablo II, sin saber muy bien las razones, también le costó dar aquel paso tan esperado por la cristiandad, en concreto, otros 22 años más.

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