Desde su fundación, ETA no había asesinado a un miembro de las Fuerzas de Seguridad francesas. En el seno de la banda y en su siniestra historia, siempre ha existido el debate sobre la conveniencia de golpear mortalmente en Francia. Ayer lo hicieron
Publicado
Miércoles
, 17-03-10 a las 01
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La última vez que ETA mató en Francia fue en el mes de diciembre de 2007. Las víctimas, los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero, asesinados en un centro comercial de la localidad de Capbretón cuando realizaban tareas de información para evitar atentados en España. Era la primera vez que la banda asumía una acción criminal en el país vecino, pues hasta ese momento había que anotar algunos episodios, en la Transición —secuestro, tortura y asesinato de tres policías y dos civiles— que nunca fueron reivindicados por los pistoleros.
Desde su fundación, y en el transcurso de su siniestro historial de sangre, en el seno de la banda siempre ha surgido, periódicamente, el debate sobre la conveniencia de extender las «acciones armadas» al país vecino. Y en todas las ocasiones, la cúpula etarra de turno no se había atrevido a dar ese salto, ante el temor a una respuesta, contundente, por parte de las autoridades francesas. Temían el fin del llamado «santuario», aunque más bien aquello era una guarida donde replegarse tras «golpear» en España.
Cabe recordar que durante demasiados años la cooperación policial por parte de París en la lucha contra el terrorismo fue perfectamente descriptible por su relajación y desinterés. Se trataba de un «problema español».
Esta posibilidad de «dar en Francia» resurgió con fuerza a finales de los ochenta, precisamente cuando las autoridades de ese país empezaron a perseguir con eficacia las andanzas de los pistoleros por sus tierras. A partir de entonces a algunos etarras detenidos en Francia se les incautaron datos sobre la juez Le Vert y mandos antiterroristas. Pero la mayor implicación de la Policía gala en la lucha contra ETA hacía presagiar que el encontronazo fatal ocurriría en cualquier momento.
Era pues cuestión de tiempo que, en su desesperación y tras varios episodios que terminaron con gendarmes heridos, los terroristas prolongasen su campo de acción mortal. El paso dado en la tarde de ayer por los pistoleros en los alrededores de París marca un antes y un después en su salvaje trayectoria.


