El escaso relevo generacional pone sobre las cuerdas un oficio ya de por si mermado por su escasa rentabilidad. Los pastores piden la reapertura del único centro de formación que existía en Aragón
Publicado
Domingo
, 07-03-10 a las 19
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Dicen poseer los conocimientos de la carrera más larga y más antigua de la historia, pero no reciben las ayudas suficientes para transmitirlos. La Asociación Nacional de Criadores de Ganado Ovino de Raza Cartera pide ayudas para recuperar la Escuela de Pastores que logró poner en funcionamiento en Fortanete hace ahora cuatro años. En diciembre de 2007, el proyecto murió ahogado por la falta de ayudas. Las dos entidades públicas que lo habían sustentado con fondos públicos, la Diputación Provincial de Teruel y el Fondo Social Europeo, les dieron la espalda. Alegaron que los pastores a los que recurría la escuela para impartir formación no eran profesores reglados y echaron el cerrojo.
Aunque la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Ovino de Raza Cartera, la verdadera impulsora de la iniciativa, puso el grito en el cielo, apenas recibieron respuesta. Los argumentos esgrimidos desde el ente provincial no convencieron a los pastores. «Necesitamos recuperar la Escuela para que esta profesión no desaparezca. Sólo un pastor que ha estado treinta años en el campo sabe actuar cuando un animal sufre una subida de hiel o cuando hay que juntar un cordero recién parido con una oveja que no es su madre», clama Lionel Martorell, promotor de la idea.
A finales de la década del 2000, la Escuela de Pastores y Pastoras de Fortanete se había convertido en el último bastión de la lucha por la supervivencia de esta profesión. «A mediados de los setenta, en Fortanete había 80 pastores. Ahora, sólo quedan diez» apunta Martorell, a quien hace tiempo que no le cuadran las cuentas.
Uno de los principales problemas del oficio es su escaso relevo generacional. Los conocimientos que giraban entorno a esta profesión siempre se habían trasmitido de padres a hijos. En los últimos años, con la desaparición de ese modelo de enseñanza, la escuela se había convertido en la fórmula idónea para recuperar el eslabón perdido. «Estar pendientes de los animales las 24 horas del día nos impide salir. Tenemos muy pocas posibilidades de relacionarnos y de conocer pareja. La mayoría terminamos quedándonos solteros», explican.
A todo este se suma otro problema de fondo todavía de mayor calado, si cabe. Hace décadas que los pastores necesitan un balón de oxígeno que no llega. La mayoría de ellos se han visto abocados a abandonar sus animales porque el dinero que ganan de su venta no les permite mantenerlos. «Queremos que nuestros corderos dejen de valer lo que valían hace treinta años. Un saco de pienso cuesta 2.400 de las antiguas pesetas y los animales se venden a ocho mil, las cuentas no cuadran», explican desde ANGORCA. Y la culpa, según ellos, es administrativa y burocrática. «Dar subvenciones a un oficio que está muerto es como dar aire a un cadáver. Queremos que las cosas sean como deberían ser», dicen.
No obstante, y a pesar de los datos, en los últimos años la Escuela de Fortanete había conseguido atraer a médicos de Barcelona que anhelaban un cambio de vida, a ingenieros agrónomos que deseaban completar su formación y a jóvenes pastoras que habían encontrado en el campo una forma de subsistir.
Dos años después de que la Diputación Provincial y el Fondo Europeo decidieran echar el cierre, el alumnado y la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Ovino de Raza Cartera reclaman su reapertura.


