Viernes
, 12-02-10
La Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) se hizo cargo ayer de la central nuclear de Almonacid de Zorita, cerrada en abril de 2006, para iniciar el primer desmantelamiento total de una planta atómica en España, que se prolongará hasta el 2015.
El director de Operaciones de Enresa, Alejandro Rodríguez Fernández, y el responsable del desmantelamiento de la «José Cabrera», Manuel Rodríguez Silva, explicaron el proceso que se va a seguir y en el que va a jugar un papel importante el cementerio nuclear de El Cabril. El desmantelamiento total (nivel 3) se producirá dentro de cinco años.
Para desmantelar la central más antigua de España (inició su actividad en 1968), se ha tomado como referencia el modelo norteamericano.
En total se van a retirar 104.000 toneladas de materiales, de los que sólo el 4% son residuos radiactivos, que se trasladarán mayoritariamente al centro de residuos de baja radiactividad que Enresa tiene en la sierra de Hornachuelos, y el resto, se quedará en el almacén de la propia central (ATI) hasta que se construya el almacén centralizado que ahora está en discusión.
El coste de esta operación supondrá 135 millones de euros, evaluados en 2003 y una cuarta parte del presupuesto se destinará a medidas de control para garantizar la seguridad del proceso.
El desmantelamiento total de la central nuclear «José Cabrera» empleará a entre 200 y 250 trabajadores, de los que Enresa aporta una quincena y el resto se hará a través de dieciocho empresas subcontratistas, la mayoría de las cuales ya operaban con Unión Fenosa y Gas Natural cuando explotaban la planta.
En 2016, el lugar que ahora ocupa la central más antigua de España quedará «limpio desde el punto de vista radiológico», afirmó Rodríguez Silva.
Experiencia
No es la primera vez que el cementerio nuclear de El Cabril acoge residuos de centrales atómicas de baja y media actividad. Pasó en el desmantelamiento de Vandellós, que comenzó a principios de esta década.
También colaboró en el tramiento de 200 toneladas de chatarra radiactiva procedentes de Gijón y que contenía Cesio 137, material con una importante carga radiactiva.
Las cenizas generadas en la industria siderúrgica, como los procedentes de los de Acerinox en Los Barrios (Cádiz) tras el accidente de 1998, también se recepcionaron en las instalaciones de El Cabril, que hubo de preparar una celda para sellar estos residuos.


