La «Casa Blanca» respiró. La visita ayer a Madrid del doctor Cornelius Nicolas Van Dijk para pasar revista al tobillo de Cristiano Ronaldo tenía a todos en vilo. Aunque apostaban porque el galeno iba a dar el visto bueno al luso, en el fondo quedaba el temor a que la cosa todavía no fuera bien y que el proceso de recuperación se alargara. Hubo luz verde: el portugués está recuperado.

La noticia activó inmediatamente el plan para que Cristiano vuelva a jugar cuanto antes. Ya hay hasta calendario hecho, siguiendo las recomendaciones de Van Dijk: el jueves, alta médica; el viernes, a entrenar como uno más a las órdenes e Pellegrini, que le espera como agua de mayo; el sábado, ni asomarse al cesped ante el Racing, no vayamos a fastidiarla otra vez por precipitarnos; el miércoles, si el jugador está bien de ánimos, que lo estará, y la grada lo pide, que lo pedirá, saltará al Bernabéu ante el Zurich la última media hora o 20 menitos del partido de Champions; jueves, viernes y sábado, puesta a punto, y domingo, día 29, titular ante el Barcelona en el Camp Nou.

Allí se antoja imprescindible, sobre todo después del papelón que ha hecho el Real Madrid durante los menos de dos meses en los que Cristiano no ha podido jugar: pierde en Sevilla y con el Milán en casa, sale de la Copa humillado por el Alcorcón y gana agonizando al Atlético tras ir 0-3.

Porque, pese a que no ha jugado casi la mitad de los partidos oficiales disputados por el equipo, Ronaldo sigue siendo el máximo goleador de los blancos y todo el mundo apela a su regreso para que el Real Madrid se reactive. O, más bien, termine de ajustarse.

Lo de Cristiano Ronaldo ha sido, como diría Casillas a propósito de otros asuntos, de película de Spielberg. El portugués se lesionó el 30 de septiembre, tras una entrada de Diawara, defensa del Olympique de Marsella, en el partido de Champions que ambos equipos disputaron en el Bernabéu. Tras no jugar en Sevilla, donde perdió el Madrid, sí viajó a Lisboa para disputar con Portugal un choque crucial ante Hungría para el Mundial 2010. A los 20 minutos de partido, y en una jugada sin balón, Cristiano se resintió de sus molestias. Lo que en principio era un golpe, a su regreso de la selección se había convertido en una lesión seria en el tobillo derecho que incluso hizo pensar en una operación. Es decir, varios meses de baja.

A los malos resultados del equipo, que tienen a Pellegrini contra las cuerdas, y a los temores de que la lesión de Ronaldo se alargase a varios meses, se unió el pulso que planteó Carlos Queiroz, el seleccionador luso, al Real Madrid, cuando le convocó para la repesca definitiva para el Mundial, ante Bosnia. Tras un agrio cruce de declaraciones, Cristiano hizo un viaje relámpago a Portugal donde los médicos «se creyeron» la lesión y todos contentos: el Madrid volvía a meter al jugador entre algodones y Queiroz demostraba que su ex equipo no le plantaba cara a todo un seleccionador nacional.

Tras la visita de ayer del doctor Van Dijk a Madrid, los directivos blancos empiezan a tranquilizarse. Confían en que Ronaldo sea el revulsivo que necesita el equipo para hacer un buen papel en Barcelona, donde, de ganar, podrían ponerse líderes de la Liga. Y de perder, podrían ver cómo Pellegrini sale por la puerta de atrás.

«Ir con precaución»

«Lo que está claro es que con Cristiano hay que ir con mucha precaución. No hay que forzarle y hay que seguir los planes de recuperación previstos», dejó claro ayer Emilio Butragueó, uno de los hombres de máxima confianza de Florentino. Eso sí, del dicho al hecho... porque el plan, ya comentado y detallado, está mas que claro: Cristiano tiene que estar a tope dentro de 12 días, un plazo más que razonable para un jugador de sus características y su poderío físico. Y si no está a tope, da igual, porque el domingo 29 va a estar, sí o sí, en el Camp Nou.