Las diferencias sobre cambio climático impedirán un acuerdo en Copenhague
Dos operarios chinos, izando ayer la bandera de EE.UU. en la plaza de Tiananmen, en Pekín | AFP
A pesar de sus enormes diferencias políticas y económicas, hay algo en lo que Estados Unidos y China coinciden: en no reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero dentro de la lucha contra el calentamiento global. Ambos países son los mayores contaminantes del planeta, pero temen que una limitación de sus emisiones de dióxido de carbono dañe a sus respectivas industrias, que intentan hacer frente a la peor crisis económica desde el «crack» del 29.
Esta falta de acuerdo se puso de manifiesto el fin de semana en Singapur durante la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Sus 21 miembros, entre los que figuran países tan importantes y diversos como EE.UU., China, Rusia, Canadá, Australia, México, Indonesia, Filipinas o Vietnam, fueron incapaces de consensuar la reducción de sus emisiones de cara a la conferencia de Copenhague contra el cambio climático, que tendrá lugar el próximo mes de diciembre.
Dos tiempos
«Se ha constatado que no es realista aguardar a que se negocie un acuerdo completo y legalmente vinculante entre este momento y el inicio de la reunión de Copenhague dentro de tres semanas», reconoció el fracaso el consejero adjunto para Seguridad Nacional de EE.UU., Mike Forman, echando por tierra las expectativas que había generado dicho cónclave y abriendo así la posibilidad a un proceso dividido en dos tiempos.
Tal y como se temía, la cumbre de Copenhague no servirá para ampliar el Protocolo de Kioto, que expira en 2012, sino que habrá que esperar a que dicha reunión suponga un primer paso hacia «un acuerdo internacional legal vinculante» que debería ser alcanzado más adelante, posiblemente en otra conferencia prevista para el próximo año en México.
Este desacuerdo ensombrece el acercamiento a China que está protagonizando el presidente de EE.UU., Barack Obama, quien se había fijado la lucha contra el calentamiento global como una de sus prioridades. Sin embargo, las reticencias del Congreso estadounidense a refrendar un acuerdo que implique la disminución de emisiones contaminantes le están disuadiendo de ejercer una mayor presión por la causa ecologista. Liderando a los países en vías de desarrollo, China también se niega a comprometer sus emisiones y sostiene que los mayores esfuerzos deben hacerlos las potencias industrializadas, responsables del problema de la contaminación desde hace décadas. Y, mientras no haya un acuerdo entre Washington y Pekín, otras naciones, como Brasil, ya han anunciado que tampoco reducirán sus niveles de polución.

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