Martes, 15-09-09
EN fechas próximas, Córdoba se verá gratificada con la gran fiesta del PC. ¿Por qué en Córdoba? ¿Quizá porque hay que apoyar a la magra representación que tienen tras la marcha de Rosa Aguilar para que no se note que la votaban a ella y no a ellos? ¿Quizá porque todavía queda algo para los últimos cubatas? ¿Por eso, quizá, están planeando una subida de impuestos municipales, a añadir a la de ZP? ¿Pretenden que creamos que son para un mejor gobierno de la Ciudad, con el tiempo que llevan en el machito...? ¿Cantarán ese pasaje de «La Internacional» que dice «...el Estado (¿quizá el Ayuntamiento?) oprime y sangra al productor?»
¡Ay, la Transición...! Algunos lectores se acordarán del «Real Partido Comunista Español» de Santiago Carrillo, sí, de Carrillo, que supo estar a la altura de los tiempos y aceptó la Monarquía y la bandera constitucional. Sin meterme en otras cuestiones, tuvo mucha más altura política que cualquiera de los que le han seguido. Sus trasuntos, en efecto, han vuelto a los viejos tiempos de finales del XIX: himno del XIX, federalismo (mejor, disgregación) del XIX, ideario (¿agarrarse a la silla...?) del XIX...
Pero aprovechando la Gran Fiesta podrían explicarnos muchas cosas a los cordobeses. Por ejemplo, el porqué de la firme vinculación del PC con los grupos más extremistas en todas las comunidades donde sopla un hálito de separatismo. Por qué van contra la enseñanza del español y de todo lo español, contra la misma Historia de España (como si su Stalin no hubiera asumido la de Rusia como propia). Por qué ese odio implacable hacia la religión cristiana. Por qué esa pésima educación y falta de respeto contra el pueblo que celebra, como el cordobés, su Semana Santa. Olvidaron el estilo del viejo Carrillo, de aquellos «Si Dios quiere...», «con la ayuda de Dios...»; cuando le preguntaron, dijo: «claro que no soy creyente, pero son expresiones que usa la gente sencilla...», expresiones que estos zafios de ahora tratan de arrancar con la saña del desclasado y del converso.
Por qué exhiben tanto en privado como en público la bandera republicana que, hoy por hoy, es tan anticonstitucional como los símbolos franquistas. Y eso que juran la Constitución... Ah, sí, dicen que lo hacen por «imperativo legal», qué graciosos... O sea, que si se juran las leyes «por imperativo legal» no hay que cumplirlas... ¿Qué tal esa que dice que es delito matar, por ejemplo? ¿Quiere eso decir que los que han jurado la Constitución «por imperativo legal» pueden matar con total impunidad...? Que nos lo digan, porfa.
Que nos digan lo que piensan sobre la familia, sobre las relaciones entre padres e hijos. Que nos digan cómo hay que educar y enseñar. Que nos hablen de si respeto sí o no a las autoridades, maestros y padres incluidos.
Y ya que nos van a subir los impuestos podrían explicarnos por qué. Y qué se hizo con lo que había en el cofre. Cuántas obras inútiles se hicieron y cuántas útiles se proyectaron y ni se empezaron. Y por qué no hay ronda, ni aeropuerto, ni industrias, ni empleo... ¿Votarán a Córdoba como Capital Cultural de Europa? Y por qué ese horror a las sombras, ese creciente enlosado de granito, esa tala de jardines cordobeses, ellos que son tan «verdes». Y por qué se les cae la baba con Fidel, con Chávez, con los sandinistas, con los islamistas, ellos que son tan feministas... Y qué opinan de la pena de muerte que algún amado dictador conserva para los que tratan de huir de su «paraíso»...
Pero no nos dirán nada. Vendrán contentos y se irán más contentos aún. «De la fiesta de Blas / todo el mundo salía / con una copa de más...» Claro, era Blas el que invitaba.

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