El conjunto azulgrana se llevó la Supercopa gracias a un segundo tiempo notable _ Messi asumió el protagonismo con dos goles
El Barça sigue siendo un rodillo
BarcelonaAthletic Club
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Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Piqué (Pedro, min.76), Maxwell; Xavi, Touré, Keita; Messi, Ibrahimovic (Bojan, min.71) y Henry (Busquets, min.75).
Athletic Club: Iraizoz; Iraola, Ustaritz, X. Etxebarria, Koikili; David López (Iturraspe, min.60), Orbaiz, Gurpegui, Gabilondo; Etxeberria (Toquero, min.56) y Díaz de Cerio (Ion Vélez, min.46).
Árbitro: Velasco Carballo, del colegio madrileño. Mostró cartulina amarilla a X. Etxebarria (min.16), Puyol (min.21), Touré (min.34), David López (min.44), Toquero (min.63), Ustaritz (min.68) y Xavi (min.77).
Goles: 1-0, min.50: Messi. 2-0, min.68: Messi. 3-0, min.72: Bojan.
Incidencias: partido de vuelta de la Supercopa de España disputado en el Camp Nou, ante 61.083 espectadores.
Actualizado Jueves, 27-08-09 a las 20:40
No se cansa nunca el Barça de ganar y tampoco Messi de asumir el liderazgo de un equipo sin límite. Enderezado el título en San Mamés, anoche logró la Supercopa en un ejercicio constante con momentos de lucidez, algo de lo que abusa por costumbre el argentino. Sigue siendo un rodillo el cuadro azulgrana y ayer se hartó de paciencia para alimentar las vitrinas de un museo que tiene pinta de quedarse pequeño a corto plazo, como el palmarés personal de Leo, autor de los dos primeros tantos.
Pocos cambios ofrece este Barcelona, siendo inalterable su buen gusto por el fútbol. Nadie puede con la máquina azulgrana cuando se pone en marcha y suficiente hizo el Athletic con mantener el pulso hasta el intermedio, parapetado en un sistema defensivo y dejado a la inspiración de Gorka Iraizoz, pletórico en un primer tiempo que terminó sin goles por las manos milagrosas del meta vasco.
Titubeante en el arranque, impreciso en los metros finales, el Barça recuperó automatismos una vez se liberó de la presión rojiblanca. No ofrecía mucho más el Athletic que una medular organizada, manso a la espera de las embestidas catalanas que llegaron desde todos los flancos y sometieron a un continuo bombardeo a Iraizoz. Lo probaron casi todos y fue Ibrahimovic el que tuvo la oportunidad más clara. Se muere el sueco por estrenarse y la misma ansiedad se apodera de la grada, que fantasea con la magia de un delantero muy distinto a lo que era Eto'o. Tiene margen y la plena confianza de Guardiola. Le ha concedido tantas tardes como necesite para encajar en el puzzle, parece casi igual de vistoso que al final del magistral curso del triplete.
No necesita esas concesiones Leo Messi, el mejor hasta que no se demuestre lo contrario. Decidió al poco de la reanudación que ya había suficiente y se aprovechó de una buena intervención de Ibrahimovic para marcar un gol con denominación de origen. Es su marca, la de la excelencia, y nadie mejor que él para brindar goles como el de anoche, repleto de explosividad y sutileza en el toque final.
Resuelto el problema principal, y una vez recobró el protagonismo que acostumbra Xavi, el Barcelona asfixió al Athletic y extraño es que el marcador no engordara antes. Se divirtió de nuevo el equipo, que esta vez sí fue el de gala. Al margen del mencionado Ibrahimovic, entró en el esquema Maxwell. Las otras caras ya las conocía la sibarita parroquia del Camp Nou.
Entregado el Athletic, mermado de por sí con un equipo de circunstancias, el Barcelona redondeó la fiesta con dos zarpazos casi consecutivos. El primero fue gracias a un penalti inexistente, que transformó Messi porque ya no está Eto'o para discutirle la hegemonía desde los once metros, y luego llegó la pildorita de Bojan para cerrar otra noche de gloria, eternas en Barcelona.

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