Lunes, 27-07-09
El próximo 7 de octubre, la iglesia de San Agustín se reabrirá al culto y a las visitas tras permanecer tres décadas cerrada. El anuncio ha sido recibido con mucha alegría por parte de los vecinos, que consideran que su apertura dará más vida a la zona. «Es lo mejor que le va a pasar al barrio en los últimos años», comenta Carmen Asensio, vecina y responsable junto a su marido Antonio López del ultramarinos «La Parra».
«Vendrán más turistas, porque a los turistas les gusta visitar iglesias y ésta ha quedado preciosa. También se oficiarán bodas y misas, con lo que habrá más movimiento de gente y eso siempre es bueno tanto para el barrio como para el comercio», apunta Juana Pedrogosa, a la que en San Agustín todos conocen como Loli y que regenta una tienda de comestibles del mismo nombre en la plaza de San Agustín. «El remate sería que la Virgen de las Angustias volviera a su casa», añade Carmen Asensio.
Los vecinos coinciden en que con la iglesia abierta al público todo cambiará. Irene García, que vive en el número 8 de Huerto de San Agustín, cree que esto servirá para la retomar la plaza, «que lleva muchos años abandonada». «Mi hijo, que ha crecido aquí, nunca ha jugado allí», añade.
No todo son alabanzas. Vecinos y comerciantes hacen un llamamiento para que las administraciones aprovechen el estreno del 7 de octubre para dotar al barrio de las infraestructuras y servicios necesarios, que tantos años llevan reclamando. Hay quienes incluso consideran que esto contribuiría a repoblar la zona, cada vez más envejecida.
«Es necesario que agilicen el centro cívico y pogan más zonas de juego para los niños. Si quiero llevar a mi hijo al parque tengo que ir al de la Muralla y para que haga actividades o vaya a la biblioteca tiene que ser en el centro cívico de la Corredera o en Lepanto, y los dos nos pillan muy lejos», indica María Luisa León. Es la misma solución que tienen el resto de habitantes de San Agustín e igualmente si los mayores quieren disfrutar de un centro de día, tienen que dirigirse a la Corredera.
«El centro cívico proyectado junto a la Iglesia es muy necesario. Tenemos dos extremos de población, hay muchos ancianos y hay muchos niños», considera Irene García.
La principal queja, la que está en boca de todos, es la falta de limpieza. «Sobre todo en las calles estrechas o sin salida», indica Pepi Santiago, que lleva 30 años viviendo aquí. «Sólo limpian cuando hay fiestas, como los patios, o cuando vienen los políticos, como el otro día cuando visitaron las obras de la iglesia», coincide Loli Pedregosa. «Las aceras de las entradas de las casas están limpias porque las vecinas se preocupan de que sea así», puntualiza Irene García, quien señala la necesidad de que las calles estén mejor iluminadas.
Para María del Carmen Martínez, San Agustín también precisa de más vigilancia y aparcamientos. «Estamos rodeados de pilonas y cada vez que arreglan algo en el barrio acaban quitando plazas de aparcamientos. Dejar el coche se convierte en una tarea muy difícil», afirma. Manuel Sejudo, que atiende la Panadería de San Agustín, coincide con ella. «Todo lo que sea ir a más siempre es mejor para todos», concluye.