Su currículo ya nos avisa de que estamos ante un tipo hiperactivo. O sea: que su vida ha dado para mucho. Por ejemplo, para fundar una revista literaria con Antonio Gala y Gloria Fuertes, o para escribir una decena de libros, o para tertuliar con Gerardo Diego y García Nieto, o para ser delegado de Cultura en la Transición. Y aquí está, sentado en su bufete de abogados, con un impecable aspecto a sus 79 años.
-¿Qué añade la cultura al ser humano?
-Para mí, es todo. Algunos me pueden tachar de elitista y lo han hecho. ¿Menosprecio al inculto? No. Yo no desprecio a ningún ser humano pero, desde luego, no me digan que es igual.
-¿Los hace mejores?
-Para la sociedad, sí. Como personas, quizás no. He conocido a sabios que eran auténticos cretinos.
Rafael Mir Jordano (Córdoba, 1930) desmiente el cliché de cordobés apático y ajeno a todo lo que no huela a perolismo y dominó. Ya escribió su primer artículo a los 16 años en la revista Rumbos y poco después se trasladó a Madrid para completar Derecho y adentrarse en los círculos literarios de aquella España de vía estrecha. Allí contactó con Rafael Millán, editor de Ágora y uno de los hombres más influyentes de la cultura, y fundó la revista Arquero de Poesía, que contó con firmas de relieve.
Regresó a Córdoba en 1955 y mantuvo su voluntad de agitación cultural. Funda la Revista del Mediodía y participa en la creación del Cineclub del Círculo de la Amistad, que tanto contribuyó a la renovación de la asfixiante atmósfera de la Córdoba franquista. «Aquello era un juego de habilidad. Mandaban a un espía disfrazado de fotógrafo que iba poniendo la oreja por todos los grupos de personas».
-¿Tuvo usted problemas con el régimen?
-La verdad es que no. Una vez, el censor me tachó unos párrafos, que venían a hablar de la añoranza de la libertad.
-Es que fue usted un atrevido.
-Lo de la censura era curiosísimo. Era como un fantasma que estaba detrás de la puerta y nadie sabía si era mujer, hombre o viejo. La censura nos agudizaba el ingenio.
Luego, en el albor de la democracia, fue nombrado por el Gobierno de UCD delegado de Cultura en Córdoba, pero el experimento acabó en desastre, cuando decidió traer al grupo de teatro TEI, que venía acompañado de una cierta fama procomunista. El escándalo resultó mayúsculo y la actuación fue boicoteada con una amenaza de bomba en el Círculo de la Amistad, supuestamente orquestada por grupos ultras. Mir Jordano acabó presentando su dimisión y pasando página a una breve y accidentada experiencia de gobierno.
-¿Cómo es el poder por dentro?
-El poder no quiere gente independiente. Quiere sumisos. No necesita ideas sino gente que obedezca.
-¿Qué ha querido contar en sus libros?
-Cada libro es un mundo. En mis memorias, he tratado de poner mi granito de arena a la historia de Córdoba.
-¿Los escritores siempre hablan de sí mismos?
-Queramos o no, la vida que mejor conocemos es la propia.
-¿Cómo sobrevivió usted a la Córdoba de posguerra?
-Era mi Córdoba. Sólo relativamente me he sentido un poco extraño. Mi entorno es más de derechas que yo. Y nos llevamos muy bien; nos queremos.
-¿Ideológicamente dónde está?
-Si digo que soy del centro parezco un estúpido. Para algunos, soy del centro derecha; para otros, soy del centro izquierda. Y quizás esto sea más cierto.
-¿Practica la ironía?
-Dicen que sí.
-¿De qué le salva?
-Lo que salva la vida es el sentido del humor. Si se tiene sentido del humor y sentido crítico, fatalmente se es irónico. Entonces hay que tener cuidado de no ser sarcástico. Porque puede herir.
-¿Usted dice lo que piensa?
-Nadie ha habido ni habrá que diga todos sus pensamientos. Yo soy enormemente sincero. Y esto para mí ha sido un problema y una ventaja.
-Administra bien sus silencios.
-Cada vez peor.
-¿Se siente un hombre libre?
-Bastante. Sin perder de vista que todos tenemos ataduras.
-Es más difícil discrepar de la propia tribu.
-Es molesto. La gente busca grupos unánimes: Rajoy es un imbécil; Zapatero es un estúpido. Y todos detrás de esa bandera: lo que hagan no importa ni se analiza. No hay espacio para la reflexión.
-¿Quién manda en Córdoba?
-Yo veo los tentáculos pero no sé dónde está la cabeza.
-¿Qué tentáculos ve usted?
-Hay gente que ha querido mandar mucho y lo ha conseguido. Y ahora recibe homenajes. Antes mandaban los militares. La Iglesia mandaba mucho y sigue mandando. El capital sigue mandando. Los sindicatos siguen mandando.
-Desde fuera parece usted un dandy. ¿Por dentro lo es?
-Desde fuera parece usted un dandy. ¿Por dentro lo es?
-Ciertos gustos elegantes sí tengo. Yo me tomo una buena cosecha, pero también una tortilla de patatas. Dicen que la inteligencia se define por la capacidad de adaptación.
-¿Prefiere la manada o es usted un francotirador?
-La manada me molesta.
-¿Se traga las consignas?
-No acepto a nadie sobre la Tierra que me pueda dar consignas.
-En sus memorias trata usted muy aseadamente a sus mujeres. ¿Elegancia o pudor?
-Nací en un tiempo en que la mujer era un objeto, pero muy respetado e idolatrado. Aunque entre uno en el juego, en la seducción sabe que está siendo un imbécil. Pero voy.
-¿Ha sido un conquistador?
-Debería haberlo sido más. Me lamento de muchas ocasiones perdidas.
-Le tocó mala época.
-Muy mala.
-¿Solo o en pareja?
-Solo pero no aislado.
-¿El matrimonio es para toda la vida?
-Yo creo que difícilmente.
-¿Qué encuentra en la caza de bello?
-¿Qué encuentra en la caza de bello?
-Los animales que abato; y mientras más bellos más me gusta abatirlos. Después de comer y hacer el amor, es lo más natural que hay en el hombre.
-¿Tiene edad ya para sacar conclusiones de la existencia?
-Tengo edad para sacarlas y las voy sacando.
-¿Qué ha aprendido?
-Infinidad de cosas. De la naturaleza, de los hombres, de la sociedad, de los poderes.
-¿La vida nos cambia?
-Menos de lo que parece. Los genes pueden más que cualquier otra cosa.