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MUSEO DEL PRADO

Viaje a la prodigiosa mente de Goya

Exposición «Goya. Dibujos. Solo la voluntad me sobra»

Edificio Jerónimos. Museo del Prado

Hasta el 16 de febrero de 2020

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NATIVIDAD PULIDO

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Cuando hace 200 años el Museo del Prado abrió sus puertas, unas pinturas de Goya colgaban en sus paredes. Concretamente, en una sala que daba acceso a la galería central: los retratos ecuestres de Carlos IV y María Luisa de Parma. No hay constancia alguna de que el artista acudiera a la inauguración. Sabemos que días después enfermó y estuvo al ciudado del doctor Arrieta.

Si pilló un catarro camino del Prado, como especula novelescamente Manuela Mena, nunca lo sabremos. El Prado cumple 200 años y lo ha querido celebrar con una exposición de Goya, uno de los maestros mejor representados en la pinacoteca, con unas 150 pinturas, medio millar de dibujos, todas sus series de estampas y buena parte de su correspondencia con Martín Zapater.

Pero la exposición no reúne sus pinturas, sino sus dibujos. Benditos dibujos. Si a ello unimos que hay otra exposición en el museo dedicada a las cartillas de dibujo que usaban los artistas como medio de aprendizaje, parece toda una declaración de intenciones del Prado, que apuesta en su bicentenario por poner en valor el dibujo, durante siglos denostado en nuestro país.

Autorretrato

de Francisco de Goya

Pincel y aguada de tinta de hollín sobre papel verjurado, 233 x 144 mm

1796

Nueva York, The Metropolitan Museum of Art, Harris Brisbane Dick Fund, 1935

Pero la exposición no reúne sus pinturas, sino sus dibujos. Benditos dibujos

Es ésta una exposición muy especial. Por muchos motivos. El primero, porque reúne más de 300 dibujos de Goya, uno de los mejores dibujantes de la Historia del Arte. Y eso es decir mucho. Tres cuartas partes proceden de los fondos del Prado; el resto, de colecciones privadas y grandes museos de todo el mundo. Es la mayor realizada hasta la fecha: abarca toda su carrera, desde sus primeros trabajos en Italia (fue a Roma a aprender a dibujar del natural) hasta el final de sus días, sordo, viejo y enfermo, en Burdeos. Como bien dice un orgulloso Miguel Falomir, director del Prado, esta exposición es un acontecimiento: «Es una de las mejores exposiciones que se pueden ver hoy en todo el mundo». Y no es un manido eslogan publicitario.

La palabra más repetida durante la visita y presentación a la prensa era intensidad. ¡Y vaya si es intensa la exposición! Goya es una fuerza de la naturaleza que sacude nuestras conciencias sin piedad. Según José Manuel Matilla, comisario de la exposición junto con Manuela Mena, tras haber visitado la muestra los visitantes saldrán «transformados por un fuerte impacto emocional».

La exposición rompe tópicos sobre Goya como pintor amable, de majas. Por contra, reivindica a un Goya íntimo, privado, muy intenso, siempre incorrecto políticamente. Nos metemos en la privilegiada cabeza del aragonés. «La obra de Goya es abrumadora, inabarcable, como la vida», explica José Manuel Matilla. «Todo lo que nos preocupa hoy lo había tratado ya Goya. Quedamos sobrecogidos por la actualidad de su obra. Fue el artista más crítico que ha habido nunca, incluso consigo mismo. Levanta las alfombras y saca a la luz lo que hay debajo». Y lanza un guante: «Invito a los artistas contemporáneos a ver quién analiza más críticamente la sociedad de su tiempo. Goya es insuperable». Para Manuela Mena, «su técnica es exquisita, delicada. Con precisión y economía de medios consigue una gran expresividad. No es costumbrista. Es singular, único».

Otro de los aciertos de la exposición es el montaje. Con una elegante museografía firmada Juan Alberto García de Cubas, se ha apostado por paredes luminosas (no en vano, Goya es el pintor de la luz, de la razón), como si fuera el cubo blanco de una galería de arte contemporáneo, poco habitual para exhibir dibujos. Y eso que están iluminadas las obras entre 30 y 40 lux. Los dibujos respiran y el visitante puede moverse a gusto por las salas. Pero, ¿por qué le sienta como un guante un montaje tan contemporáneo a unos dibujos del XVIII y el XIX? Quizás, porque no hay nadie más moderno, contemporáneo y universal que  Goya. Aborda asuntos tan actuales como la violencia contra la mujer, la prostitución y la esclavitud sexual, los abusos a los niños, los conflictos bélicos, las desigualdades sociales, la precariedad laboral, las multitudes irracionales que son manipuladas, los problemas que aquejan a la vejez… «Podrían haber sido hechos anteayer», advierte un emocionado Javier Solana, presidente del Patronato del Prado, al mirar a Goya desde la convulsa -por ser finos- España de hoy.

El lego de los patines

de Francisco de Goya

1824-1828

Cuaderno de Burdeos [H], hoja 28. Lápiz sobre papel verjurado, agrisado, 192 x 147 mm.

Madrid, Museo Nacional del Prado

Los dibujos de Goya, que son una suerte de tratado de la condición humana, destilan crítica política y religiosa, denuncia de los abusos de poder, compromiso social y humor, mucho humor. Basta con ver las lacónicas frases que escribe a modo de títulos en sus dibujos: «Buena mujer. Parece», «Al desierto por ser santo. Amén», «¿Ve usted qué expresión? Pues no lo cree el marido», «Se le murió su amante y se le va al convento», «Este fue un cojo que tenía señoría»… Si visitan la muestra, no se lo pierdan. Son una delicia. Pero aclara Matilla que Goya no es un cronista, ni un notario, ni un reportero de guerra de su época, como se ha dicho en ocasiones. La realidad goyesca pasa por el filtro de su fértil fantasía e imaginación.

El lugar de honor de la exposición nos depara una sorpresa. El sancta sanctórum de la muestra, bajo el lucernario, está dedicado al Cuaderno C (1808-14), una suerte de diario gráfico en el que Goya fue dibujando todo aquello que le preocupaba. El Prado conserva 120 de los 126 dibujos conocidos. En el centro de la sala, encerrado en una vitrina, el cuaderno abierto y vacío, encuadernado en piel roja, con hierros dorados y gofrados. Y en las paredes, todos los dibujos apiñados y sin cartelas, en una secuencia casi cinematográfica. Es como si, al abrir el cuaderno, los dibujos, ávidos de libertad, como el propio Goya, hubieran escapado hacia las paredes.

Otra de las joyas de la exposición es el Cuaderno italiano, que a punto estuvo de salir de España, como recuerda Manuela Mena: «Es una obra cumbre y el único de Goya que se conserva íntegro». Junto a sus dibujos más tempranos, incluye anotaciones manuscritas, recetas, datos biográficos y familiares… El Prado tiene dibujos de todos sus álbumes y cuadernos, excepto de uno, el D, del que hay buenos ejemplos en esta muestra.

Por la exposición van desfilando el Cuaderno de Sanlúcar, el de Madrid, el Cuaderno de bordes negros, el de viejas y brujas, el de Burdeos… Dibujos preparatorios para cartones de tapices, pinturas y estampas, copias de obras de Velázquez («copiar a Velázquez le sirve para aprender a mirar y dibujar», advierte Matilla), retratos familiares de su hijo Javier o su esposa, Josefa Bayeu… Muchos han sido restaurados, pero sin perder la pátina, la huella del tiempo: «No tienen bótox», aclara el comisario. Goya los conservó toda su vida.  Pasaron a manos de su hijo y después de su nieto Mariano. Tras desperdigarse, acabaron en el Prado a través de distintas compras, donaciones y legados.

Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la de Madrid

de Francisco de Goya

Dibujo preparatorio para la Tauromaquia 20.

Lápiz rojo sobre papel verjurado, 186 x 1278 mm

1814-16

Madrid, Museo Nacional del Prado

En 2014 el Prado y la Fundación Botín firmaron un convenio de colaboración para elaborar un catálogo razonado de los dibujos de Goya (en torno a un millar), un ambicioso proyecto en cinco volúmenes, que lleva a cabo un equipo capitaneado por Matilla y Mena. De momento solo ha visto la luz uno, en el que se retiraron seis atribuciones a Goya (incluido un dibujo del Prado) y se incorporaron dos. Una de éstas cuelga en la exposición: «Vista de Madrid desde la pradera de san Isidro», de una colección particular de Madrid. La Fundación Botín vuelve a sumarse a un proyecto del artista -el Centro Botín de Santander se inauguró en 2017 con dos exposiciones: una, de dibujos de Goya-, coorganizando con el Prado esta exposición, que permanecerá abierta hasta el 16 de febrero de 2020.

[La desesperación de Satán] Dibujo preparatorio para un Disparate no grabado de Francisco de Goya Aguada roja y trazos de lápiz sobre, papel verjurado, 237 x 325 mm 1814-1816 Madrid, Museo Nacional del Prado

Gran Disparate Cuaderno de Burdeos I o cuaderno G, 9 de Francisco de Goya Lápiz, papel verjurado, agrisado, con filigrana 1824-28 Madrid, Museo Nacional del Prado

Aun aprendo Cuaderno de Burdeos I o Cuaderno G, 54 de Francisco de Goya Lápiz negro, Lápiz litográfico, papel verjurado, agrisado, con filigrana h. 1826 Madrid, Museo Nacional del Prado

No se puede mirar Cuaderno C, hoja 101 de Francisco de Goya Pincel y aguadas de tinta de hollín, ferrogálica y parda, trazos de tinta ferrogálica pluma, sobre papel verjurado, 205 x 143 mm 1808-14 Madrid, Museo Nacional del Prado

Ydioma universal. El Autor soñando / Idioma universal. El autor soñando. Serie Sueños, número 1 de Francisco de Goya Tinta ferrogálica a pluma sobre dibujo preliminar de contorno a lápiz negro, sobre papel verjurado, 248 x 172 mm 1797 Madrid, Museo Nacional del Prado

Caricatura alegre Cuaderno de Madrid [B], página 63 de Francisco de Goya Pincel y aguada de tinta de hollín sobre papel verjurado, 232 x 142 mm 1795-96 Madrid, Museo Nacional del Prado

Las camas de la muerte Dibujo preparatorio para el Desastre de la guerra 62 9 de Francisco de Goya Lápiz rojo sobre papel verjurado, 148 x 206 mm 1812-14 Madrid, Museo Nacional del Prado

Joven bailando al son de una guitarra Cuaderno de Sanlúcar [A], e de Francisco de Goya Pincel y aguadas de tinta de hollín sobre papel verjurado, 172 x 101 mm 1794-95 Madrid, Museo Nacional del Prado

Mascarón de fuente, sobrepuesto a Aníbal vencedor, que por primera vez mira Italia desde los Alpes (estudio preparatorio) Cuaderno italiano de Francisco de Goya h. 1771-88 Lápiz negro, rojo y tinta parda a pluma. Encuadernación en pergamino, 83 hojas de papel verjurado, 192 x 135 mm Madrid, Museo Nacional del Prado

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Queda aún mucho por descubrir de Goya, hay puntos oscuros. Tal es la envergadura de su producción. Cuando se presentó en el Centro Botín el primer volumen del catálogo razonado de sus dibujos, hubo quienes vieron en sus cartas con Martín Zapater (amigo de su infancia, con quien mantuvo una correspondencia entre 1775 y 1803) algo más que una buena amistad. «Amitié amoureux», hilaba fino Manuela Mena, mucho más dispuesta a sacar del armario a Goya que su colega José Manuel Matilla. Pero, por muchos corazones ardientes, penes y traseros en pompa que dibujara en sus cartas a Martín Zapater, a quien se dirigía como «Mío de mi Alma», de ahí a confirmar que era homosexual hay un trecho. En lo que sí parecen de acuerdo los comisarios en que Goya era antitaurino. Creen que su visión como aficionado a los toros es un tópico goyesco más, una reflexión crítica sobre España.

Caricatura alegre Cuaderno de Madrid `{`B`}`, página 63. Francisco de Goya Pincel y aguada de tinta de hollín sobre papel verjurado, 232 x 142 mm 1795-96 Madrid, Museo Nacional del Prado

La exposición arranca con un espléndido autorretrato de Goya, cedido por el Metropolitan Museum de Nueva York, en el que nos mira abiertamente, con franqueza. Se cierra con un sobrecogedor dibujo del Cuaderno de Burdeos: «Aun aprendo». «Se considera un autorretrato simbólico en el que el artista declara su afán inquebrantable de desarrollo personal». Son muy reveladoras las palabras que Goya escribe a Joaquín María Ferrer en una carta fechada el 20 de diciembre de 1825 y que dan título a la exposición: «Agradézcame usted mucho estas malas letras, porque ni vista, ni pulso, ni pluma, ni tintero, todo me falta, solo la voluntad me sobra». Hizo siempre lo que quiso y como quiso. Un genio.

MÁS INFORMACIÓN

«Goya. Dibujos. Solo la voluntad me sobra». Salas A y B. Edificio Jerónimos. Hasta el 16 de febrero de 2020

La compra de entradas para la exposición puede efectuarse por internet o en las taquillas del Museo al precio de 15 euros (reducida o gratuita, conforme a las condiciones establecidas). Para garantizar el mantenimiento de un nivel de aforo regular durante todo su horario de apertura, es imprescindible la selección de Pase Horario para visitar «Solo la voluntad me sobra. Dibujos de Goya» en el momento de la adquisición de la entrada, que también permite la visita a la colección permanente y a las exposiciones temporales coincidentes con su calendario de apertura. De lunes a sábado de 18.00 a 20.00 horas, y domingos y festivos de 17.00 a 19.00 horas, todos los visitantes que quieran acceder a la exposición podrán beneficiarse de una reducción en el precio de la entrada individual que les corresponda.

ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS

«Diálogos»

Personalidades de diferentes ámbitos de la cultura dialogan en torno a temas presentes en la exposición, moderados por Pepa Fernández.
«Farándula de charlatanes. La manipulación de las masas y la pérdida de la razón». Andrés Rábago «El Roto» y Basilio Baltasar
«Lo mismo en todas partes. La violencia del ser humano». Fernando Savater y Gervasio Sánchez
«¡Bárbaros! La violencia contra las mujeres». Amelia Valcárcel y Ana de Miguel
«Todo me falta. La vejez desfavorecida». Emilio Lledó y Victoria Camps
9, 16, 23 y 30 de enero, a las 18.30 h.

Conferencias

«Solo la voluntad me sobra. Dibujos de Goya». José Manuel Matilla. Museo Nacional del Prado. Auditorio. Entrada libre. Para asistir es necesario retirar una entrada en las taquillas 1 y 2, desde 30 minutos antes del comienzo. Con el patrocinio de la Fundación Amigos del Museo del Prado

27 de noviembre a las 18.30 h

Claves

Charlas en el auditorio para facilitar al público la visita autónoma a la exposición. Jueves a las 11.00 y 17.00 h. Del 21 de noviembre al 13 de febrero. Actividad gratuita para los visitantes con entrada al Museo.

Concierto

Cuarteto Quiroga. El Cuarteto Quiroga, residente en el Museo Cerralbo de Madrid y responsable durante años de la Colección Palatina de Stradivarius decorados del Palacio Real, interpreta un programa con la música que sonaba en Madrid en los tiempos de Goya. 1 de febrero a las 20.30 h. Auditorio.

Cuaderno de viaje

Taller de scrapbooking e ilustración para adultos por las salas del Museo. El Prado se convierte en un espacio para ser explorado a modo de viaje, de relato y de mapa de ideas. Enero y febrero. Necesaria inscripción previa en www.museodelprado.es

Más información en www.museodelprado.es

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