Barack Obama sigue ajustando su maquinaria militar. En tan sólo cuarenta y ocho horas el Pentágono volvió a mover ficha y tras el relevo del comandante americano en Afganistán, ayer anunció la jubilación de Bantz Craddock como comandante supremo de la OTAN en Europa.

El almirante James Stavridis ocupará su lugar a partir del verano, según informó la Alianza Atlántica en Bruselas. Stavridis con experiencia en Irak y que hasta ahora era comandante del comando sur de Estados Unidos en Florida responsable de América Latina, asumirá al mismo tiempo el mando para Europa de las fuerzas estadounidenses.

La nueva Administración demócrata ha renovado a todo su equipo militar, civil y diplomático y todo parece a punto para poner en marcha la nueva estrategia cuyo objetivo prioritario es lograr avances en Afganistán.

Uno a uno han ido cayendo los hombres designados por la Administración Bush y los últimos en sumarse a la lista han sido los generales Craddock y Mckiernan, dos piezas básicas en la guerra afgana y en el equilibrio entre las fuerzas de OTAN y las estadounidenses ya que ambos ocupaban cargos con “doble gorra”, como comandantes de las fuerzas americanas y de la coalición, en Europa y en Afganistán respectivamente.

“Estos cambios en mitad de la batalla no suelen ser buenos y menos de una forma tan brusca. Ha sido una sorpresa total y parece que Obama está buscando la ‘silver bullet’ (bala de plata) que solucione todos los problemas en Afganistán”, comentan mandos militares de OTAN desplegados en Kabul consultados por este medio.

El hombre que capturó a Sadám

Once meses después de su llegada, el General David McKiernan sale de Kabul por la puerta trasera y con la investigación sobre la última masacre de civiles a causa de un bombardeo americano sin cerrar. Su puesto lo ocupará el General Stanley McChrystal, con larga experiencia al frente de las fuerzas especiales en Irak y a quien se le atribuye la captura de Sadám Hussein y el asesinato de Abu Musab Al Zarqawi, líder de Al Qaeda en el país árabe. Robert Gates justificó el cambio aludiendo a la necesidad de “una nueva forma de pensar de los mandos” y, según los medios americanos, la llegada de McChrystal intentará mejorar la imagen y efectividad de las fuerzas especiales americanas, responsables de buena parte de las víctimas civiles del conflicto.

El General Petraeus tiene por tanto a uno de los hombres clave en la campaña iraquí en suelo afgano con lo que prosigue la iraquización de un conflicto que en los últimos ocho años ni Estados Unidos, ni la OTAN, han sido capaces de controlar. “La eliminación de líderes y cabecillas que tan buen resultado dio en Irak no ha sido útil aquí, porque a largo plazo los relevos en la insurgencia han sido aun más peligrosos que sus predecesores”, señalan las mismas fuentes militares de OTAN consultadas y que esperan que los cambios de Obama no rompan el complicado equilibrio entre las fuerzas americanas y de la alianza.