Jueves, 12-03-09
POR J. P.
CÓRDOBA. Al contrario de en otros barrios, aquí ni faltan zonas verdes de esparcimiento, ni parques infantiles, ni aparcamiento. La urbanización hace tiempo que terminó. Lo que falta en el Cortijo del Cura son los residentes. Sólo tres promociones de viviendas al lado opuesto de la glorieta Amadora, junto a las calles Cañito Bazán y las recién inauguradas Policía Local María de los Ángeles García y Marisol Muñoz han sido ya ocupadas por sus inquilinos, y no al completo.
Las persianas echadas hasta abajo en la primera, la segunda, la tercera planta o en los bajos de los bloques disponibles desde hace semanas dan idea de que son pocos quienes viven en una de las zonas de la ciudad a las que el parón inmobiliario ha coartado su desarrollo. Una de las vecinas que ya habita el lugar explica que en su conjunto residencial son menos de la mitad los pisos ocupados, «aunque se está mudando gente».
Pero los signos de que el Cortijo del Cura continúa siendo un desierto son más que evidentes. Los buzones con apenas quince nombres de alrededor de 110 pisos son un ejemplo, o la reserva vacía de aparcamiento en batería, o los parques infantiles casi sin estrenar y junto a los que pasean vecinos de barrios limítrofes. De rato en rato aparece algún coche y entra al parking del bloque pero el silencio domina en el lugar, alguna que otra vez quebrado por el sonido de la radial o el martillo perceptibles sólo cuando uno se acerca a determinados bloques.
En cualquier caso, nada tiene que ver la realidad patente con lo esperable en una de las más recientes zonas de expansión de la ciudad en la que aún hay bloques en construcción y otros muchos solares que se han quedado con las banderas de las promotoras ondeando al aire y esperando los cimientos de los edificios.
«Menos movimiento»
Uno de los pocos obreros que siguen allí cuenta a pie de obra que «se está notando que hay menos movimiento en los últimos meses». Y es que, si bien los edificios comenzados han seguido para adelante, lo están haciendo en varios casos a un ritmo inferior al que llevaban y cuando se terminan no todos los inquilinos se van a vivir a ellos, por muy distintas razones.
Según un hombre que pasea por la zona, ahora mismo hay «mucho lujo -en alusión a las calidades de los bloques que se pueden apreciar desde fuera- pero poca vida», algo que una residente que prefiere no dar su nombre justifica: «Es un barrio nuevo y es lógico que no haya equipamientos o tiendas aún». Y, a decir del panorama, es posible que pase mucho tiempo hasta que los haya. Por el momento, denuncia esta misma vecina «ni siquiera me dan línea de teléfono, la tengo solicitada desde diciembre y me contestan que no la instalarán hasta que no haya más peticiones».

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