Juan Ramón Quintana, la cara oscura de Evo Morales
Actualizado Viernes, 30-01-09 a las 00:35
Las últimas noticias sobre Juan Ramón Quintana volvieron a remover los cimientos del Palacio Quemado, donde Evo Morales y los suyos se dejan la piel para controlar Bolivia. Perseguido por un pasado oscuro, el ministro de la Presidencia, de 49 años, sumó a las acusaciones de contrabandista y corrupto, la de ordenar el asesinato de un senador y coordinar la última masacre en Bolivia, adjudicada por el Gobierno al por entonces Gobernador de Pando, Leopoldo Fernández.
Quintana fue identificado como el cerebro de la marcha de campesinos que se enfrentó el 11 de septiembre, cuerpo a cuerpo y a los tiros, con los autonomistas de la región de Pando en la localidad de Porvenir. El saldo mortal de la refriega fue de trece muertos y provocó la intervención –desastrosa- de la incipiente Unasur que no atinó en su informe con el número de fallecidos –dijo que eran 18- pero fue rauda en condenar a los autonomistas entregándole un balón de oxígeno al por entonces asfixiado Gobierno de Evo Morales.
La acusación partió de Blusher Alpire, un sicario que confesó haber recibido posteriormente a la masacre, el encargo de Quintana y del alcalde de Cobija, Miguel Becerra, de “liquidar” al senador Roger Pinto, “a cambio de cien cabezas de ganado, diez mil dólares y una casa donde yo quisiera”, aseguro en rueda de prensa la semana pasada. La respuesta del ministro, ex asesor de Defensa en los sucesivo Gobiernos de Hugo Banzer, Jorge “Tuto” Quiroga y Carlos Mesa, se hizo esperar varios días hasta que fue virtualmente asaltado por la prensa: “¿Qué puedo hacer frente a la locura, frente a la demencia de las personas?”, se defendió descalificando a Alpire contra el que no se ha querellado.
Considerado por algunos “el Montesinos de Evo Morales”, en alusión al ex capitan del Ejército que gobernó en las sombras de la mano de Fujimori en Perú, Quintana llegó al grado de mayor del Ejército en las Fuerzas Armadas, donde fue “invitado” a abandonarlas sin posibilidad de reincorporación por presuntos vínculos con el contrabando y abandono de su puesto. En su expediente figuran once arrestos y excesiva predilección por el alcohol.
Brillante en sus exposiciones y trepador incansable, es a todas luces el hombre más poderoso del Gobierno o, en palabras de un reputado analista local: Él Gobierno es él. Otros le colocan como la figura más fuerte de “la Santísima Trinidad que forma con el presidente y el vicepresidente, Alvaro García Linera”. Mito o verdad, lo cierto es que el ministro tiene bajo su mando, el servicio de inteligencia, las aduanas, comunicaciones –medios oficiales- y las relaciones con Venezuela, principal valedor de Evo Morales.
Ex alumno de la Escuela de las Américas de Panamá, cuna de dictadores latinoamericanos y con cursos castrenses realizados en España, Juan Manuel Quintana estudió sociología, escribió varios libros, llegó a asesorar a la Conferencia Episcopal,- donde no quieren oír hablar de él-, y se convirtió “en una sombra sinuosa del Presidente”. Sus detractores, como el senador oficialista del Mas (movimiento Al Socialismo), Lino Villca, no terminan de entender su influencia, “le tiene hechizado”, reflexionaba en el diario boliviano La Razón.
Odiado y temido al mismo tiempo Quintana, poco a poco, se ha ido quitando de en medio a las personas que entorpecían su ascenso al poder. Las referencias entre quienes le han tratado, como Filemón Escobar, fundador del MAS y los ex ministros Fernando Kiefer o Alfredo Rada son pésimas. Andrés Soliz Rada, primer ministro de Hidrocarburos de Evo Morales consider{o su nombramiento “un error” y le exigió que “explicara el financiamiento que recibió, antes de integrar el Gabinete, de la Open Society” propiedad del “inescrupuloso millonario George Soros”.
Cuenta un ex embajador en Bolivia que en una de las últimas crisis, la oposición y un grupo de masistas le pidieron al presidente que entregara la cabeza de Quintana para calmar las aguas revueltas. Evo respondió: “Os doy lo que querais pero no me pidais a Juan Ramón”. El martes pasado, en una Reunión de Gabine postreferendum consitucional, algunos ministros volvieron a cuestionar a Quintana, el presidente Morales no sólo reiteró lo anterior sino que adviritó a sus colaboradores que si seguían por ese camino, podría pensar que son agentes de la CIA

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