¡Tienes paladar de niño pequeño! Solemos decir a menudo a quien prefiere bollería a fruta, comida altamente procesada a un plato de verduras o un guiso tradicional. Pero, ¿es realmente este el gusto del paladar infantil, o somos los adultos quienes lo hemos hecho así? ¿Por qué a mi hijo le cuesta comer fruta o necesita echarse tres cucharadas de azúcar al yogur?
Ciertamente los productos alimentarios comercializados para niños y que quizá les hemos dado sin cuestionarnos la procedencia o fabricación de los mismos tienen la culpa. Tras un envoltorio atractivamente infantil suelen estar escondidos productos llenos de azúcares, harinas refinadas, grasas saturadas, fritos, etc., y muchas veces vendidos como alimentos de alto valor nutricional, como el caso del popular cacao, el desayuno y merienda ideal “Salud, fuerza, vigor, el alimento de la juventud!”, y que sin embargo contiene como primer ingrediente azúcar, tras de lo cual vendría el cacao.

Cuando empiezas a ver que tu hijo sólo acepta sistemáticamente las patatas fritas, la bollería, tartas o yogures de sabores, las galletas y bolsas de snacks procesados, mientras que ni se plantea comer una fruta, una verdura o incluso una proteína como la carne, los frutos secos o el queso, puede llegar a ser motivo de preocupación y llegados a este punto, sería bueno plantearse cómo dejar de comer comida basura todo el tiempo es averiguar si está en nuestra mano cambiar esa apetencia cambiando nuestra oferta de modo que consigamos no solo que los niños coman sano sino que además lo deseen.
Pero primero, preguntémonos por qué mi hijo sólo come o quiere comida ultraprocesada, cuál es la razón que la hace más atractiva que la comida real o saludable. La primera razón es muy sencilla y nos sucede también a nosotros, adultos, simplemente se trata de alimentos hiperpalatables, sabe bien. Bueno, en realidad hay algo más que eso. Algunos niños empiezan aceptando sólo comida basura, incluso desde una edad muy temprana, porque comer alimentos reales como fruta en trocitos, tostadas, frutos secos, etc., nunca ha sido la primera opción para ellos ya sea por la situación económica familiar, o bien por la falta de tiempo de los padres o madres, para quienes resulta más fácil ofrecer a su hijo un alimento preparado. No pasa nada, con mayor o menor dificultad, siempre se puede corregir.

Cuidado con los alimentos procesados
Volviendo a la hiperpalatabilidad de los alimentos procesados, entendamos por qué la comida ultraprocesada es más fácil de comer para los niños. La mayoría de la comida precocinada, preparados infantiles, snacks ultraprocesados… está basada en carbohidratos, concretamente el azúcar. Y éste es un sabor al que los niños responden porque los niños están literalmente programados para comer carbohidratos. Buscan alimentos que sean dulces desde una perspectiva biológica porque les dan energía y, hace mucho, mucho, mucho tiempo, les ayudaban a evitar meterse en la boca venenos que encontraban en la naturaleza. Además de lo evidentemente adictivo que resulta a cualquier paladar, mucho más el de un niño, el azúcar.
Además, muchos alimentos basura son crujientes, una textura preferida normalmente por niños. Si nos fijamos, normalmente los peques que hacen asco a una comida suele ser por tener esta una textura blanda, gelatinosa o viscosa, como pasa con las verduras cocinadas. Lo creas o no, sensorialmente lo crujiente hace que a los niños les resulte más fácil comer que los alimentos blandos, como las patatas asadas, porque pueden sentir exactamente dónde tienen la patata en la boca. Las patatas blandas les resultan extrañas o las pierden de vista mientras intentan masticarlas.

Una vez que un niño no quiere comer nada que no sea comida preparada o tiene esa adicción a la mal llamada “comida infantil” desplazando así alimentos principales para su dieta como frutas, verduras, legumbres, preparados caseros…, la espiral puede hacerse cada vez más grande a medida que el niño crece y sigue sin estar expuesto a otros alimentos más sanos o sin que se le ofrezcan como su principal fuente de alimentación volviéndose así un niño extremadamente quisquilloso con la comida, pero lo que es peor exponiéndose a claras patologías alimentarias.
Tampoco hemos de demonizar los ultraprocesados ni desecharlos totalmente de las opciones de nuestra dieta, tampoco de los peques, pero sí a aprender comerlos como una excepción y a disfrutar de la comida real: los guisos y preparaciones caseras, y de las frutas y frutos secos como snacks. Vamos a ver algunas de las estrategias que nos pueden ayudar a ello. Pero antes de nada tenemos que tener en cuenta que el término “saludable” puede llegar a ser muy relativo. Aunque nos encantan los alimentos saludables, y buscamos lo mejor para nuestros hijos no debemos quedar atrapados en esa etiqueta, sino que el objetivo es ampliar la oferta de alimentación que le damos a nuestros niños. La definición de lo que es sano es diferente para cada persona. Y recordemos que una dieta restrictiva muchas veces solo consigue una relación insana con la comida.

Métodos para conseguir una alimentación más sana
- Tener alimentos saludables en casa. Puede parecer una obviedad, pero dejar los alimentos ultraprocesados como algo que tenemos que comprar aposta en una ocasión especial, evita que caigamos en la facilidad de abrir una bolsa de la despensa y nos demos cuenta de que era igualmente fácil y rápido coger un puñado de frutos secos o dar un bocado a una manzana del frutero.
- Sé un modelo en el consumo de alimentos saludables. Come esos alimentos frescos con él o delante de él y evita comentarios como: “Mira, mamá se está comiendo el plátano, está buenísimo. Un plátano te pondrá fuerte, ¿qué tal si pruebas un bocado?”. Comentarios como le darán un cariz negativo a esa acción y dejará de ser atractivo para tu hijo, simplemente deja que tu hijo sea testigo de cómo te comes la comida y, como mucho, sin ningún tipo de presión, puedes hablar de la comida de forma neutral, por ejemplo: “Este plátano es súper dulce y a veces la gente utiliza estos plátanos para hacer bizcochos por su sabor y dulzor”.
- Sirve opciones saludables. Sin presionar a tu hijo para que coma otros alimentos, empieza a servirle alimentos saludables junto a la comida basura que prefiere. Empieza con un solo alimento fresco, pon poca cantidad y hazle saber que no tiene por qué comerlo. Si le entra una rabieta, prueba a dar pequeños pasos hacia atrás. Ofrécele un plato con divisiones (típicos de BLW) o incluso un cuenco pequeño junto a su plato hasta que lo tolere. A continuación, da pequeños pasos para que la comida llegue a su plato. Esto puede llevar algunas comidas o algunas semanas, pero acaba pasando.
- Prepara una comida o la merienda juntos. No esperes que tu hijo se coma la comida ni te enfrentes a él si no come todo lo servido en el plato, eso te ahorrará muchos disgustos, pero haz que participe en las preparaciones lavando las verduras o troceando algunos alimentos para que se familiarice con ellos.
- Deja de picar sin parar. La comida basura es fácil de comer todo el día, mucha de ella tiene glutamato monosódico que físicamente crea ansias de más y hace que necesites estar comiéndola todo el día. Cuando nuestros hijos no comen bien, es muy tentador dejarlos comer cuando quieran porque “al menos están comiendo”, pero es mejor que de primeras establezcas un horario. Espaciar las comidas cada 2,5-3 horas crea un ciclo de apetito que les hace tener hambre cuando se sientan a comer.
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