Para 4
0.4€/pers.
408kcal/100g
Ingredientes
- 50 g. de mantequilla
- 3 huevos M
- 300 ml de agua
- 150 ml. de leche entera
- 3 cucharadas de azúcar blanquilla (15 g x 3= 45 g)
- 2 g de sal fina
- 300 g. de harina floja de trigo de todo uso
- 10 g. de levadura química en polvo tipo Royal
- La ralladura de 1/2 naranja (opcional)
- 1/2 litro de aceite de suave (aceite de oliva virgen extra o aceite de girasol) para freír
- Azúcar y canela en polvo (al gusto) para decorar
La receta que os traemos hoy se trata de una de las tradiciones que se acostumbran a seguir principalmente en Semana Santa y en el día de Todos los Santos. Aun así, podemos consumirlos en cualquier momento del año, no nos hace falta ninguna excusa.
Si ya lo hemos intentado en casa, los buñuelos probablemente no nos hayan salido perfectamente redondos y hoy os traemos el truco para que esto no ocurra. Se trata de utilizar un sacabolas para helado impregnándolo previamente con un poco de aceite. Es uno de los postres que más preparáis en estas fechas, y por eso este año hemos querido profundizar un poco más con un artículo resumen de consejos de preparación.
He recopilado vuestros comentarios y mails con vuestras preguntas y mis respuestas. Y así contestaremos a todos de golpe… Y ahí está el reto. Porque, aunque parezcan fáciles, los buñuelos tienen su ciencia. A veces se desinflan, otras quedan crudos por dentro o se empapan en aceite. Para que eso no ocurra, repasamos los errores más habituales al hacerlos y los mejores trucos para conseguir unos buñuelos de viento perfectos, ligeros y con todo el sabor de la tradición. Hoy vamos a ver en qué fallamos al prepararlos y cómo conseguir unos buñuelos de viento de diez.

10 trucos, consejos y errores a evitar
Te mostramos algunos consejos y errores a evitar cuando vayamos a elaborar los buñuelos.


1. Olvidarnos de alguno de los ingredientes
Los ingredientes que pueden variar no son de vital importancia, pero aquellos como el azúcar, la sal, los huevos, el agua o la leche y la mantequilla, son imprescindibles.
2. Comenzar por los sólidos
Preparar buñuelos de viento no es complicado, pero exige atención a los detalles. La masa es el corazón de la receta, y aquí es donde suelen aparecer los primeros errores. Uno de los más comunes es añadir toda la harina de golpe o batirla en exceso. El truco está en integrarla poco a poco, removiendo hasta que la mezcla se despegue del cazo y quede lisa, sin grumos. Es la base de esta receta a la que se le denomina pasta choux.
3. Hervir durante mucho tiempo
Los líquidos no deben pasar mucho tiempo en el fuego porque pueden perder tanto parte del contenido, como el propio aroma, con la evaporación. Uno de los errores más frecuentes es hervir la masa demasiado tiempo al preparar la base en el cazo. Cuando añadimos la harina al agua o leche caliente, basta con remover un par de minutos hasta que se forme una bola homogénea y se despegue de las paredes. Si se mantiene al fuego más tiempo del necesario, la masa se seca en exceso y luego cuesta integrar los huevos. El resultado: buñuelos duros o que no se inflan correctamente al freírse.

4. Utilizar harina floja
También importa el tipo de harina. Lo ideal es usar harina de trigo de repostería, de baja fuerza (W 150-180). Si se emplea una harina demasiado fuerte, con mucho gluten, la masa queda elástica y pesada, lo que impide que los buñuelos se hinchen con facilidad. Hay quien mezcla una parte de harina normal con un poco de maicena para conseguir una textura más ligera. En cambio, si te pasas con la maicena, los buñuelos quedarán quebradizos y sin estructura. No se trata de una masa que como ocurre con los bizcochos, necesite levadura ya que es el huevo el que le aporta el volumen.
5. No deshidratar la masa de manera adecuada
Otro fallo habitual es no deshidratar la masa correctamente antes de añadir los huevos. Ese breve tiempo en el fuego, removiendo sin parar hasta que la masa se despega del cazo, sirve precisamente para eliminar el exceso de humedad. Si se omite o se hace mal, los buñuelos se abren al freírse o no adquieren su forma redonda. Por eso, hay que encontrar el equilibrio justo: ni masa seca ni masa húmeda, sino una textura que se pueda trabajar con facilidad.
Cuando añadimos la harina en la cacerola, debemos remover los ingredientes sin parar con el fin de que la masa adquiera la consistencia necesaria y de esta forma el agua sobrante se evapore.

6. Poner todos los huevos al mismo tiempo
El siguiente paso crucial es el añadido de los huevos. Se incorporan uno a uno, y solo cuando el anterior esté perfectamente integrado. Hay que hacerlo uno a uno, esperando a que el anterior se haya absorbido por completo antes de añadir el siguiente. Si se añaden demasiados, la masa queda demasiado líquida y los buñuelos no subirán correctamente al freírse.
A veces la masa no necesita todos los que indica la receta: depende del tamaño de los huevos y de la humedad inicial de la masa. Lo mejor es observar la consistencia. Debe quedar densa pero cremosa, que caiga lentamente de la cuchara, formando un hilo grueso. Con este paso rehidrataremos la masa y para ello, deberemos esperar a que la masa se atempere con el fin de que el calor no cuaje los huevos que le agreguemos y se forme una tortilla. Introdúcelos de uno en uno y remueve lentamente.
7. Textura o muy densa o muy líquida
La textura de la masa debe encontrarse en un término medio, como un merengue, elástica sin que se rompa, pero sin que deslice como un líquido.

8. Aceite extremadamente caliente
Esto puede endurecer nuestros buñuelos y si después los amontonamos, probablemente se deformen. El aceite también tiene su importancia. Debe estar caliente, pero no humeante: entre 170 y 180 °C es la temperatura ideal. Si está demasiado caliente, los buñuelos se doran rápido por fuera y quedan crudos por dentro; si está frío, absorberán más grasa de la cuenta. Además, conviene freír pocos a la vez para mantener estable la temperatura del aceite.

9. Los buñuelos pueden rellenarse
Una vez fritos, conviene dejarlos reposar sobre papel de cocina para eliminar el exceso de grasa. Y si se van a rellenar, hacerlo solo cuando estén completamente fríos. De lo contrario, el calor ablanda el relleno y los buñuelos pierden su textura ligera. Si se van a rellenar —de crema pastelera, nata o chocolate—, lo mejor es esperar a que estén completamente fríos. Así evitaremos que se reblandezcan o se rompan al manipularlos. Y si prefieres una versión más ligera, se pueden hornear o hacer en freidora de aire: no quedan iguales, pero se acercan bastante y resultan más digestivos.
Si no nos es suficiente, una buenísima opción es rellenarlos con un chorrito de licor de anís, chocolate, crema, nata, café o incluso fresa. Aunque los tradicionales se consumen tal cual, la receta ha ido evolucionando.

10. Conservación una vez hechos. Congelar los buñuelos
Respecto a la conservación, lo ideal es consumirlos el mismo día, ya que con el paso de las horas pierden su punto crujiente y se ablandan. Si no es posible, se pueden guardar en un recipiente hermético a temperatura ambiente durante 24 h, o en la nevera si están rellenos de crema o nata. Antes de servirlos, basta con darles un golpe de horno suave para devolverles algo de su textura original. Aguantan mejor fuera de la nevera. La nevera los terminará ablandando por la humedad que les aporta.
Y sí, se pueden congelar, aunque con matices. Lo mejor es hacerlo antes de freírlos: se colocan sobre una bandeja, se congelan por separado y luego se guardan en bolsas. Cuando se quieran usar, se fríen directamente sin descongelar, bajando un poco la temperatura del aceite al principio. Si ya están fritos, también se pueden congelar una vez fríos, pero al descongelarlos conviene recalentarlos brevemente en el horno para que recuperen parte de su esponjosidad.

En resumen
Con todos estos cuidados, los buñuelos dejarán de ser una lotería y se convertirán en ese dulce casero que sale bien siempre, dorado por fuera y ligero por dentro, como debe ser.
Cada región tiene su forma particular de disfrutar los buñuelos. En Cataluña, por ejemplo, se rellenan de crema o nata durante la Semana Santa. En otros lugares, se aromatizan con ralladura de limón, naranja o un toque de anís, que les da un sabor inconfundible. En América Latina también son muy populares, aunque a menudo se bañan en miel o panela derretida, y hasta existen versiones saladas con queso o maíz. Esa diversidad demuestra lo adaptable que es esta receta: con una base sencilla, puedes conseguir resultados muy distintos.
Al final, los buñuelos de viento son una de esas recetas que nos enseñan que la paciencia y la práctica valen más que cualquier truco milagroso. Con estos consejos, seguro que la próxima tanda sale perfecta: dorados, ligeros y con ese sabor tan nuestro que invita a repetir. Puedes acompañarlos con un café o un chocolate caliente y lo único que nos quedará será disfrutar de este manjar de dioses. Seguramente los prepararás más de una vez porque están exquisitos.
Última revisión: 26 octubre 2025
Hemos trabajado 3 horas y 00 minutos para que disfrutes esta receta. ¿Cómo se calcula?
70 min. cocinando, 30 min. para hacer y editar las fotos, 45 min. para redactar y 35 min. para organizar y publicar todo en la web y en redes sociales.
😊 Sin contar lo que dedicamos a investigar cómo hacer la mejor receta, comprar los ingredientes, comerla (y repetirla si no ha salido de rechupete), leer vuestros comentarios y responder a las dudas.
Categorías: Aprende a cocinar: técnicas, trucos y consejos Recetas de dulces tradicionales Recetas de postres y dulces




