España ha resuelto la mañana del lunes con temas logísticos. Ya instalados en su campamento de Curitiba, los hombres de Vicente del Bosque volverán a los entrenamientos por la tarde, primera toma de contacto con el césped y el ambiento brasileño. El debut contra Holanda está a la vuelta de la esquina.
El equipo aterrizó el domingo por la noche procedente de Baltimore y comprobó, nada más llegar, lo espera. En Curitiba llueve mucho, al menos cinco minutos cada día, y estas jornadas son especialmente dramáticas. En un autobús personalizado («En nuestro corazón, la pasión de un campeón» de lema), el grupo se desplazo hacia el lugar de concentración para descansar y adecuarse cuanto antes al pequeño cambio de hora. Es una más que en Washington, cinco menos que en España.
Por la mañana, fueron sometidos a los clásicos reconocimientos médicos y tramitaron las acreditaciones. Les hicieron fotografías oficiales (las que salen en los marcadores de los estadios) y tuvieron una reunión con Massimo Busacca, encargado de los árbitros y que explicó a los jugadores cómo se iba a valorar según que acciones en el Mundial y las nuevas normas.
La comida estaba prevista a las 12.30 y ya por la tarde, a partir de las 16, primera sesión de entrenamiento. La atención a la prensa corre a cargo de David Silva y Raúl Albiol justo después de un acto con un patrocinador de la selección. A las 21.00, vídeo, a las 21.30, cena y a medianoche a descansar. Es la vida de la campeona en Brasil, salpicada por la lluvia.
