Fue una fiesta colombiana en Brasil, coreado por un «ole, ole» muy español. Era un festejo en sábado por la tarde, con cincuenta mil compatriotas en Belo Horizonte. La polémica sustitución de Ramírez con el joven Carbonero, que no había sido preseleccionado en la lista de 30 hombres de Pékerman, quedó olvidada con este triunfo que avisa a futuros rivales. Colombia puede ser la revelación del Mundial.
La verdad es que el entrenador argentino es un hombre que trabaja muy bien los grupos. Su «equipo de seguridad», como él lo define, es intocable. Aguilar y Sánchez hacen labor de zapa en el centro del campo. Zapata, Yepes y Armero son intocables en la zaga. A partir de ahí, los creadores deben demostrar su talento y decidir. Buen conjunto el colombiano. Peligroso. capaz de vencer a cualquiera. Talento a raudales. Genialidad. Magia. Gol. Armero y Teófilo, Teo para los amigos, marcaron la diferencia. James Rodríguez puso el lazo con el tercer tanto. El once amarillo demostró que es cabeza de serie por méritos propios. Que tengan cuidado Inglaterra, Italia o Uruguay en el cruce de octavos de final. Aquí hay fútbol del bueno.
El estadio Mineirao de Belo Horizonte parecía el campo del Millonarios de Bogotá. La gradas del bonito coliseo construido en Belo Horizonte estaban repletas de compatriotas colombianos vestidos con la camiseta amarilla que define al equipo nacional. El conjunto de «Péker» jugaba en casa. Y dominó desde el principio ante una Grecia dormida. Tal era la carencia de intensidad del equipo de Fernando Santos que Armero anotó el gol inicial en un disparo flojo que tocó en un defensa y superó al lento Karnezis, tan desorientado como sus compañeros.
Tras obtener la ventaja, el equipo suramericano quiso esperar a los helenos, para aprovechar los huecos al contragolpe. No es una estrategia que guste a los colombianos, sobresalientes por su calidad técnica y su toque de balón. En un principio, la táctica salió bien, porque los robos de balón de Sánchez y Aguilar permitían unos contraataques de miedo. Pero los griegos se rehicieron con el paso del tiempo y terminaron por acosar con peligro la portería de Ospina. Había que cambiar de esquema. Volver a las señas de identidad del cuadro colombiano.
Así sucedió. Colombia reaccionó tras la perorata de Pékerman. Volvió a dominar el balón. Mandó. Hizo el partido, de nuevo, suyo. Las gradas ya lo eran. Y Teófilo Gutiérrez remató el segundo tanto a puerta vacía después de un toque magnífico de Aguilar, anticipándose a Sokratis.
La segunda diana premiaba el mejor fútbol de los amarillos. El estadio era Bogotá. Grecia jugaba sola contra el mundo. Estaba fuera del partido. Rodeada de enemigos. y sacó genio de la nada para intentar introducirse de nuevo en el encuentro. Un trallazo de Gekas que merecía ser gol se estrelló en el larguero y botó al lado de la línea de gol. No entró.
Ahí se acabó el espíritu heleno. Los hombres de Pékerman controlaron el tempo del partido a placer. Entraron Mejía y Arias para mantener la fuerza en el sistema defensivo. Jackson Martínez sustituyó a Teófilo Gutiérrez con el objetivo de consolidar la eficacia ofensiva con potencia fresca.
El paseo del cabeza de serie fue apoteósico. James Rodríguez, excelente partido el suyo, redondeó la fiesta con el golazo del 3-0. Colombia busca superar los octavos de final y hacer historia en cuartos. Clase hay. Calidad de sobra. Físico también. Colombia puede vivir su mejor Copa del Mundo.






