Beckenbauer escucha la voz de su amo. Joseph Blatter le designó como embajador de la FIFA para dialogar con los mandatarios de Qatar y que cumplieran los requisitos para poder organizar el Mundial de 2022. Las denuncias que desvelan la presunta venta de votos para esa concesión han dejado al descubierto la corrupción existente en la FIFA.
El alemán fue y es la mano derecha del presidente del máximo organismo del fútbol en estas negociaciones, que también afectan al Mundial de Rusia 2018. La Comisión de Ética de la FIFA se creó como órgano independiente de la propia FIFA, con el fin de investigar las múltiples denuncias que se producen en las elecciones de los organizadores de los Mundiales. Son tales las evidencias a lo largo del tiempo que hasta la propia FIFA tuvo que admitir que se creara esa Comisión. Ahora, la supuesta corrupción en el caso de Qatar 2022 es tan vergonzosa que hasta Beckenbauer ha quedado al desnudo.
La Comisión ha entrevistado a decenas de personas y tiene presuntamente pruebas de la venta de votos. Pero se topó con el listón más alto, Beckenbauer. Ha sido la única persona que se ha negado a declarar. Su oposición y sus trabas a encontrar culpables es tan clara que ha sancionado con noventa días de suspensión para intervenir en el fútbol mundial. Si Franz hablara, supuestamente saldría su nombre como implicado.
El dirigente alemán niega las acusaciones, pero el informe definitivo de la Comisión puede ser devastador. Su negativa a declarar y a obstruir a la «Justicia del fútbol» ya indica su supuesta culpabilidad.






