Francisco Javier López Álvarez, socialista, nacido en Portugalete medio siglo antes de aquel 5 de mayo de 2009, tomaba posesión como lendakari bajo el roble nuevo de Guernica. Acogido a la semántica del zapaterismo todavía reinante en el PSOE, «Patxi» López modificó el viejo juramento que venía utilizándose desde 1936; eliminó las referencias religiosas, claro, (el «ante Dios humillado») y metió de su cosecha un par de morcillas políticamente correctas («ante vosotros representantes de la ciudadanía vasca» y «desde el respeto a la ley») con lo que venía a hacer fosfatina la ancestral fórmula utilizada por los políticos del PNV desde que José Antonio Aguirre se convirtió en el primer presidente del Gobierno vasco. ¿Comenzaba el cambio?
Aquella modificación parecía una metáfora del nuevo tiempo que se abría en el País Vasco cuando, por primera vez, la opción constitucionalista había doblado el pulso al nacionalismo en las urnas y lo mandaba derecho a la oposición tras el disparatado mandato de Juan José Ibarretxe.
Los vascos representan el 4,63 % de la población española
A López lo habían impulsado al poder los votos obtenidos por el PP en las elecciones del 1 de marzo anterior. Pese a que el candidato socialista había afirmado en la campaña que nunca pactaría con los populares, la histórica posibilidad de que los partidarios de la Carta Magna llegaran a Ajuria Enea le hicieron deglutir su promesa sin remilgos, pese a que el sector vasquista del PSE se hartara de hacer mohines.
«Aquí se da bola a ETA»
Se trataba de terminar con tres décadas de un concienzudo trabajo de los nacionalistas por excluir socialmente a socialistas y populares (y a sus votantes, claro), intentado proyectar en el inconsciente colectivo que solo se es vasco si se es nacionalista. Habían pasado los años de plomo y aunque ETA estaba muy debilitada gracias a la acción de las Fuerzas de Seguridad y la Justicia, el no nacionalista seguía siendo tenido por extranjero.
La frase de Antonio Basagoiti en ETB sonó como un trallazo en la tele. Fue como un abrir los ojos. En las tres décadas de televisión pública vasca nadie había sostenido lo que era una obviedad cada vez que, por ejemplo, se entrevistaba a un proetarra como si tal cosa. Paso a paso, se fueron borrando de la pantalla muchos de los clichés establecidos por el mando unívoco del nacionalismo. Hasta del mapa del tiempo desaparecieron al fin Navarra y el sur de Francia, pintados como una parte más del propósito orate de Euskal Herria que los «abertzales» aún mastican en sus sueños. Pintaba bien la cosa. Paralelamente, el «callejero de la vergüenza», que exaltaba a asesinos por las calles y plazas fue desapareciendo por la acción del nuevo Ejecutivo socialista y las providencias judiciales. Otro gesto que apoyaba la teoría de que el clima estaba cambiando. En esta obra común, el PP renunció incluso a la Diputación de Álava, que siguió en manos del PNV.
El PP renunció incluso a la Diputación de Álava
El nacionalismo en sus dos formatos turroneros (el duro y el blando) vio el cielo abierto y rentabilizó a ritmo exponencial el giro de López y su intento de sacar tajada política del nuevo escenario, apropiándose del fin de ETA. Pero como era previsible, y así lo fueron detectando los sondeos, el apoyo a la opción socialista fue menguando y medraba sin descanso el de los filoetarras. Su opción de jugar a ser nacionalista tuvo el resultado lógico: brotaban nuevos nacionalistas a costa de antiguos votantes del PSE.
Rajoy, el enemigo
Abandonado el proyecto político original, la última etapa del gobierno del cambio se ha centrado en convertirse en ariete del Ejecutivo central. Todos los anuncios del gabinete de Rajoy han sido contestados desde Vitoria, anunciando que en su territorio no se aplicaría tal o cual reforma o recorte. En contra de lo que se leía en los datos (y pese a disponer de un estatus fiscal privilegiado que limita su aportación solidaria a los gastos del Estado), López presume de la fortaleza de la economía vasca y de su programa social, «imbatible» pese a la crisis. Tal optimismo no encaja con las cifras. Cuando él llegó al poder, la tasa de paro era del 7,7 % y ahora supera el 12; la deuda ha pasado de 2.080 millones a 6.798 y el PIB y se pasa de crecer a un ritmo del 2,2% en 2008 a cerrar 2012 (se espera) con una caída del -1,3.
Todos los anuncios del gabinete de Rajoy han sido contestados desde Vitoria
Todo parece indicar que en breve volverá a modificarse el juramento junto al roble nuevo de Guernica.





