De tanto observar cómo trabajaban las hormigas, Alberto Núñez Feijóo decidió que de mayor no quería ser como las cigarras. De niño, cuando aún quedaban décadas para convertirse en presidente de la Xunta, le gustaba fijarse en los hormigueros de Los Peares. Y de aquello aprendió una lección que ha llevado a que Galicia abanderare la defensa del Estado autonómico con sus cuentas públicas como salvaguarda. La anécdota infantil la narró ayer lunes el ahora candidato del PP a la reelección durante un desayuno ante políticos y empresarios en el que explicó los beneficios que tendrá para los gallegos cumplir con el déficit.
«Hay un modelo de comunidad autonóma que supo reaccionar a tiempo y me produce contrariedad que se generalice», afirmó el jefe del Ejecutivo regional, que reiteró que «ser más responsable que el resto y antes que ninguno sirve para lograr la principal prioridad: blindar el Estado de Bienestar» y para «estar más protegidos y mejor preparados para iniciar el camino de la recuperación económica».
Feijóo, presentado con elogios en el acto por el expresidente Gerardo Fernández Albor, volvió a enumerar algunos de los hitos de su gestión, hecho que se ha convertido en las primeras semanas de precampaña electoral en la mejor defensa de sus tres años y medio de mandato: «más educación pública, más sanidad pública y más servicios sociales públicos».
El rigor como virtud
Sin recurrir a crítica alguna a la oposición, Feijóo se centró en recordar «los 40.000 niños que cuentan con ordenadores y el 20 por ciento de escolares que recibe educación trilingüe, las 5.500 nuevas plazas de guardería, residencias y centros de día, el impulso a seis grandes infraestructuras hospitalarias o la reducción a la mitad de los tiempos de espera para los pacientes con patologías más graves».
«No me oirán decir que la situación es buena», reconoció el orensano, que en el turno de preguntas posterior expuso su apego a debatir sobre la deuda pública. Y el rigor elevado a la categoría de virtud volvió a aparecer como medio para «disminuir las dificultades por las que están atravesando los sectores productivos, superar las barreras que frenan el desarrollo o ahondar en la internacionalización» como alternativa al mercado nacional. Feijóo colocó, como ya es habitual, la innovación, la inversión social y el apoyo a los emprendendores como ejes de la próxima legislatura en caso de seguir en Monte Pío tras el 21-O.
Ni aderezo, ni capricho
Y advirtió que la continuidad en la senda fijada es fundamental puesto que «Galicia hizo los deberes y afrontará la próxima legislatura sin sobresaltos. Pero dependerá de lo que hagamos en el futuro. Lo que hemos hecho se tiene que traducir en recursos. Que el camino no sea en vano».
«El próximo presidente de la Xunta tiene mucha suerte porque inaugurará muchas nuevas infraestructuras», anticipó el líder del PP, afanado en reivindicar que las comunidades «no son aderezo ni capricho del Estado prescindible que solo nos podemos permitir en época de bonanza. El modelo gallego es la prueba de que el papel jugado por las autonomías puede ser útil».
En las preguntas planteadas, Feijóo, que ayer cumplía 51 años, tuvo tiempo de resaltar la importancia de que haya más coordinación entre los aeropuertos gallegos y de criticar a líderes europeos como François Hollande, que «debían ser más serios».
«Las hormigas no hacen ruido. Las cigarras, mucho. Nosotros hicimos de hormigas con esfuerzo y sin titubear mientras otros hicieron de cigarra», declaró el presidente. Y en el eco casi se podía escuchar aquello de que mientras Galicia paga...
