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La olvidada revelación del mejor general nazi: Ucrania hizo que Hitler perdiera la IIGM

Heinz Guderian, genio de la guerra relámpago, confirmó en sus memorias que el gran fallo del 'Führer' fue obligarle a dirigirse a este país en lugar de a Moscú

Adolf Hitler, durante los años treinta+ info
Adolf Hitler, durante los años treinta - ABC
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Heinz Guderian demostró aquella jornada que, tras la fachada de anciano bonachón que emanaban su rostro arrugado y su mostacho grisáceo, había un rudo oficial prusiano dispuesto a salvaguardar el honor de la vieja Alemania. Marcaba el calendario el final de agosto, el Reich se hallaba inmerso hasta el jarrete en la Operación Barbarroja –la invasión de la URSS– y él estaba convencido de que su 'Panzergruppe 2' debía dirigirse como una exhalación hasta Moscú. Adolf Hitler opinaba de forma muy diferente. En la que fue, según el oficial, una de las reuniones más tensas de la Segunda Guerra Mundial, el 'Führer' le ordenó virar hacia Ucrania para ayudar a embolsar a un contingente de casi 600.000 soviéticos.

Guderian cumplió las órdenes a rajatabla. A cambio, atesoró en la memoria ese encuentro y defendió hasta el final de sus días que aquella jugada de ajedrez impidió al Grupo de Ejércitos Centro tomar Moscú y provocar, por ende, el desplome de la Unión Soviética. Lo explicó primero de puertas para adentro y, ya derribadas las banderolas con la esvástica nazi de la Puerta de Brandemburgo, también en sus memorias. Así lo dejó claro ABC en un artículo publicado el 23 de enero de 1952 en el que analizaba el libro: «Según el general, Alemania perdió la guerra principalmente por […] la decisión, en el otoño de 1941, de invadir Ucrania en lugar de haber lanzado un ataque directo contra Moscú».

El reportaje, a una página, demostraba el verdadero rostro de un general que se decía despreciado por Hitler. Era altivo, soberbio y casi arrogante. En el texto, ABC desgranaba también la extensa lista de errores que, según el hombre que perfeccionó la ' Blitzkrieg', habían provocado la debacle del Tercer Reich a lo largo de seis años de guerra. Y entre ellos contaba la «orden de que se detuviera el vertiginoso avance alemán antes de tomar Dunkerque» o el «fracaso en la ordenación y utilización de los recursos de defensa que todavía poseía Alemania en la primavera de 1945». Por descontado, tildaba al 'Führer' de «una infantil pedantería militar» y una «casi locura» que empezó a palpar en Ucrania.

Cambio de Eje

Pero todo aquello comenzó antes. Después de meses de preparativos, la Operación Barbarroja, llamada así en honor de Federico I, se inició el 22 de junio de 1941. Aquel día, 152 divisiones alemanas divididas en tres Grupos de Ejército se lanzaron de bruces contra el Ejército Soviético. De esta guisa se inició lo que Hitler denominó «la cruzada europea contra el bolchevismo». Según señala el popular historiador Antony Beevor en su obra 'Stalingrado', a las 3:15 hora alemana, comenzaron los primeros cañonazos. El asalto atrapó por sorpresa a los hombres de Stalin. «Los puentes sobre los ríos fueron tomados antes de que reaccionaran los guardias fronterizos de la NKVD. Las familias de los guardias que vivían en los puestos fronterizos murieron con ellos», añade el autor.

La fiesta, amarga y cruenta, se dividió en tres ejes de avance. Cada uno asignado, de forma respectiva, a un Grupo de Ejército. El Norte, bajo el mando del mariscal Von Leeb, puso rumbo a Leningrado. El Centro, dirigido por Von Bock y en el que se incluía el 'Panzergruppe 2' de Guderian, siguió la ruta de Napoleón Bonaparte hacia Moscú. El Sur, por último, avanzó a toda máquina en dirección a Kiev, Dinepropetrovsk y Odessa con el mariscal de campo Gerd von Rundstedt a la cabeza. Este último era, tal y como publicó ABC al final de la Segunda Guerra Mundial, «la quintaesencia del oficial prusiano, el símbolo de su casta». Un militar de las botas al copete.

Los aviones alemanes en picado sobre la típica costa entre el Nieper y Crimea+ info
Los aviones alemanes en picado sobre la típica costa entre el Nieper y Crimea - ABC

En principio, o eso afirma Guderian en 'Panzer Leader', el objetivo prioritario de Hitler siempre fue la ruta napoleónica: «Tanto el Grupo de Ejércitos como el OKH consideraban Moscú como el movimiento decisivo». Otro tanto ocurría con Leningrado, cuya industria había sido tildada de peligrosa para el Reich. Pero todo cambió a partir de la conferencia de Novy Borissov de principios de agosto. Ese fue el punto de inflexión de un 'Führer' que comenzó a considerar el eje sur como el más destacado de su avance. Así lo explicó el oficial teutón en sus memorias:

«Hitler empezó a creer que las materias primas y el grano de Ucrania eran vitales para el futuro desarrollo de la guerra. No paraba de hablar de la necesidad de neutralizar Crimea, 'ese portaaviones soviético para atacar los yacimientos petrolíferos rumanos'».

Guderian, obcecado con derribar Moscú a golpe de 'Blitzkrieg' antes de que la URSS pudiera establecer una defensa efectiva, se desesperó ante la idea de verse obligado a girar sus carros de combate hacia Ucrania. Para colmo, el alto mando empezó a apartar los planes de ataque propuestos por el general contra la gran urbe rusa. «El 11 de agosto, mis borradores, que barabajan el avance a través de Roslavl hacia Viasma, fueron rechazados por el OKH y descritos como 'insatisfactorios'. Pero no ofrecían un plan mejor, se contentaban con enviarnos órdenes cambiantes», dejó escrito el oficial en sus memorias. Hitler, obsesivo, parecía cejado a poner patas arriba la operación que él mismo había orquestado unos meses antes.

Una compañía de voluntarios españoles, entre una fuerte ventisca de nieve en Rusia+ info
Una compañía de voluntarios españoles, entre una fuerte ventisca de nieve en Rusia - ABC

Tras ver como Von Rundstedt obligaba a más de 600.000 rusos a retirarse hacia Kiev, el dictador olió sangre y abrazó, de forma definitiva, el eje sur. Guderian asistió a una conferencia el 23 de agosto en la que quedó claro que sus esperanzas de acabar con la icónica ciudad rusa se esfumaban:

«El Jefe del Estado Mayor General del Ejército me informó de que Hitler había decidido que Ucrania y Crimea serían el objetivo prioritario. Oficiales como Halder se mostraron profundamente molestos por la destrucción de sus esperanzas de reanudar la ofensiva sobre Moscú», escribió. El hombre que perfeccionó la 'Blitzkrieg' quiso discutir aquello, pero no sirvió de nada. «Todos estábamos de acuerdo en que el nuevo plan nos conduciría a una campaña de invierno».

Gran bronca

Si Guderian expuso de verdad en aquella reunión lo que dejó escrito en sus memorias, lo cierto es que sus previsiones no se alejaron de lo que, a la postre, sucedió: «Dije que la camapaña de invierno conduciría a todas las dificultades que el OKH quería evitar. Mencioné los problemas de caminos y suministros que surgirían si mis tanques eran enviados al sur. También expuse mis dudas sobre la capacidad de nuestros blindados para aguantar el avance de invierno sobre Moscú». Al parecer, sus palabras fueron lo bastante razonables como para que el alto mando le enviara a la Guarida del Lobo para hablar con Hitler. Tendría posibilidad de convencer al terco 'Führer', o eso creía él...

Al llegar al escondrijo de Hitler, Guderian se topó con el Comandante en Jefe del Ejército, el Mariscal de Campo von Brauchitsch. Este segó de lleno sus esperanzas con una sencilla frase: «Le prohíbo que mencione la cuestión de Moscú al 'Führer'. Se ha ordenado la operación hacia el sur. El problema ahora es simplemente cómo se va a llevar a cabo. La discusión no tiene sentido». Pero ni eso logró detenerle. El general exigió de nuevo ver al dictador y, frente a él y otros pesos pesados como Keitel, Jodl y Schmundt, expuso las dudas que albergaba sobre la capacidad de sus carros para acometer una ofensiva durante el invierno. Incisivo, lanzó una retahila de argumentos para convencerle de que enviar su 'Panzergruppe 2' hacia Kiev era un desastre:

«Sostuve que, desde el punto de vista militar, la única cuestión era derrotar finalmente a las fuerzas enemigas. Moscú era el gran centro vial, ferroviario y de comunicaciones de Rusia. Era el centro político absoluto. Era una importante zona industrial y su captura no solo tendría un enorme efecto psicológico en el pueblo ruso, sino también en todo el resto del mundo. Me detuve en la actitud de los soldados: no esperaban nada más que un avance sobre Moscú y ya habían hecho los preparativos necesarios para ello. Traté de mostrar cómo una victoria allí haría que la captura de Ucrania fuera más fácil. Una vez que hubiéramos tomado el centro de comunicaciones de Moscú, los rusos tendrían una extraordinaria dificultad para mover tropas de norte a sur».

Tanque soviético dañado en Rusia+ info
Tanque soviético dañado en Rusia - ABC

Hitler respondió de forma acalorada. Casi como le hubiesen pinchado en su orgullo. Se quejó de que los generales desconocían la importancia de la economía, repitió una vez más aquello de que Crimea era el portaaviones de Stalin y recalcó, por enésima vez, que el 'Panzergruppe 2' se dirigiría al sur. Como respuesta, todos los oficiales presentes, muchos partidarios de las ideas de Guderian, se limitaron a asentir con la cabeza. La suerte, como hubiera dicho Julio César, estaba echada. A finales de mes, Guderian fue enviado hasta Kiev.

Según afirma el profesor Sebastián Pereira Pinto en 'El frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial. Ucrania como ejemplo de resistencia basada en el nacionalismo', hay que entender este cambio de paradigma desde la perspectiva de las victorias aplastantes en las ciudades ucranianas de Uman y Smolensko. En sus palabras, aquellas derrotas del Ejército Rojo insuflaron una excesiva moral de victoria en la 'Wehrmacht' y en el mismísimo 'Führer'. Parecía que, después de Ucrania y Kiev, nada se interpondría en el camino hacia Stalingrado y Moscú. Ni siquiera el 'invierno ruso' que –como ya había estudiado el mismo Guderian– había doblegado a Bonaparte en su retirada a través de Rusia. Según el general germano, no pudo haber un fallo peor. Y vaya si acertó.

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