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La mentira de que la industria de superarmas nazis estranguló a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial

El mito de que la industria germana fue mucho más prolífica que la de sus enemigos es falso. Como explica Jean López en «Historia visual de la Segunda Guerra Mundial», EE.UU. fue la nación que más vehículos de transporte fabricó y la URSS, la que más blindados ensambló

Vídeo: El secreto de la superioridad de los soldados nazis Crítica/ ABC
Manuel P. Villatoro

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Los mitos tienen la capacidad de anclarse en nuestra mente y hacerse fuertes en ella. El mismo Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Adolf Hitler , ideó once preceptos básicos para introducir sus garras en la mente de los alemanes y, a golpe de simplificar y desfigurar la realidad, conseguir que sus extravagantes falacias fueran aceptadas sin oposición. Gracias a sus películas, panfletos y diarios adulterados, los germanos terminaron creyendo verdades a medias como que las divisiones Panzer habían aplastado las defensas de Polonia sin sufrir apenas bajas (cuando cayeron una infinidad de carros de combate ante las armas antitanque) o bulos más exagerados como el que afirmaba que la industria armamentística del Tercer Reich superaba a la de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial .

Esta última es una de las decenas de conclusiones que se pueden extraer de la nueva obra de Jean López (director de la revista y autor de varias obras sobre el frente del Este): «Historia visual de la Segunda Guerra Mundial» (Crítica, 2019). El título, en parte, engaña. Aunque para bien. Y es que, aunque podría dar la impresión al lector de que va a toparse con fotografías del conflicto, con lo que se encuentra en realidad es con miles de datos recopilados y organizados en decenas de completos gráficos . Entre ellos los que demuestran que (como ya había sucedido en la Primera Guerra Mundial , y a pesar de lo que se nos ha contado) la artillería, y no los novedosos carros de combate, fue la culpable del 60% de los muertos y los heridos .

No obstante, entre los datos más llamativos se hallan los que comparan la producción de armamento por parte de las principales potencias en lid entre 1939 y 1945 . Las cifras son demoledoras y denotan que la industria alemana no fue tan eficiente como siempre se ha pensado. Ejemplo de ello es que los Estados Unidos fueron los reyes en lo que a construcción de camiones de transporte se refiere (con un total de 2.382.311, un 62,5% del total) y que la URSS pulverizó los datos de producción de blindados al ensamblar la friolera de 105.251 (el 38,4% de toda la Segunda Guerra Mundial ). Adolf Hitler, por el contrario, apenas fabricó unos 300.000 de los primeros y algo más de 46.000 de los segundos. Lo que sí es innegable es que, a partir de 1943, el Tercer Reich apostó por los tanques superpesados (como el Tiger I ) para defenderse del aluvión de enemigos que habían puesto sus ojos en Berlín.

Los Aliados, punteros

López derriba todo tipo de mitos en su obra. Para empezar demuestra que, durante la primera fase de la Segunda Guerra Mundial , el potencial económico de Alemania era mucho menor que el de las potencias aliadas. Algo lógico después de que, tras la derrota en la Gran Guerra , los vencedores obligaran a la República de Weimar a entregarles (mediante el Tratado de Versalles ) unas reparaciones de guerra tan gigantescas que terminaron de pagarse el pasado 2010. «Entre 1939 y 1942, la suma de los PIB (Producto Interior Bruto) del Eje equivale a tres cuartas partes del de sus enemigos», explica. En sus palabras, los germanos lograron poner contra las cuerdas del cuadrilátero a la antigua Triple Entente gracias a su buen uso de los ataques sorpresa y la de «Blitzkrieg».

El punto en el que esta situación comenzó a cambiar fue el verano de 1940, cuando el Tercer Reich logró hacer caer Francia mediante la ya mencionada «Guerra relámpago» de Heinz Guderian . A partir de ese momento, y según desvela el autor en su obra, la fagotización de los recursos galos hizo que el eje Roma-Berlín adquiriera «la capacidad teórica de movilizar un PIB superior en un cuarto al del bloque británico». Este momento bollante para el Eje se mantuvo hasta 1942, cuando el ejército Panzer se estrelló contra Stalingrado y la era de la «Blitzkrieg» se esfumó. «En esa segunda fase de la guerra, después de que los Aliados dispusieran del tiempo necesario para corregir sus graves deficiencias militares, su potencia económica recuperó su capacidad [antes mermada]», añade.

Comparativa de producción de materias primas en la IIGM (azul oscuro, EEUU; rosa, Gran Bretaña y sus colonias; azul, Francia; azul claro, otros; rojo, URSS; negro, Alemania; gris, Italia; blanco, Japón; amarillos, África y América) CRÍTICA

Fue entonces cuando Estados Unidos y la URSS, gracias a la ayuda -respectivamente- de algunos países de América Latina y Oriente Medio , «arrasaron en cantidad, calidad y variedad» al Eje. «En 1942, el PIB aliado duplica el de los adversario, en 1944, alcanza ya más del triple y, a comienzos de 1945, más del quíntuple». Lo mismo sucede, siempre en palabras del autor galo, si comparamos los niveles de desarrollo de las diferentes potencias. En este ámbito, Alemania era la única región del Eje que podía rivalizar con sus enemigos. Y es que, aunque parece que la Segunda Guerra Mundial se halla a la vuelta de la esquina, cuando comenzó « Italia, Japón y la URSS eran países en vías de desarrollo con un ingente campesinado poco productivo y medios tecnológicos modestos».

Tanques y vehículos blindados

El potencial armamentístico es todavía más sangrante. López es tajante y sentencia que el Tercer Reich perdió la batalla en este ámbito a partir de 1943, cuando el Ejército Rojo obligó a retirarse a las tropas que asediaban Stalingrado y empezó a recuperar el territorio perdido. Hasta entonces, Hitler había contado con países satélite (regiones conquistadas que funcionaban como pequeños centros industriales para el Reich, según explica Pierpaolo Barbieri en su obra «La sombra de Hitler» ). Desde ese momento los Aliados liberaron (sin prisa pero sin pausa) los países de los que los nazis obtenían desde petróleo hasta materias primas. Aquello condenó a un gobierno ya escaso de materias primas.

Desde la derrota en Stalingrado , y según López, «los tres grandes oponentes se beneficiaron de las ventajas de las que carece el Reich». A saber: fabricar en masa aquello que «mejor sabían hacer» (pues podían adquirir el resto a sus aliados); nutrirse de materias primas que (en su caso) no faltaban; disfrutar de unos «materiales excelentes» (principalmente vehículos de transporte , aviones , navíos de guerra , explosivos , artillería y radares ) y aprovechar que sus centros de producción y sus minas se hallaban lejos del frente y de los bombardeos de la « Luftwaffe ». Los Estados Unidos, al combatir lejos de casa en la Segunda Guerra Mundial , no vieron jamás amenazada su producción, lo que hizo que se pusieran a la cabeza y pudieran crear excedentes que, además, vendieron a cambio de suculentas sumas de dinero.

Los norteamericanos, para ser más concretos, destacaron en la elaboración de los necesarios camiones (2.382.311 -un 62,5% del total-) y en transportes semioruga (72.538 -un 43,5% del total). Durante toda la Segunda Guerra Mundial , los Estados Unidos tuvieron claro que sus ejércitos dependían de la movilidad y que no podían descuidar sus líneas de abastecimiento si querían aplastar al régimen de Adolf Hitler .

Comparativa de producción de armamento terrestre (camines, tanques y vehículos de transporte blindados). Por colores: negro (Alemania), azul (Gran Bretaña), rojo (URSS), verde (Italia), amarillo (Japón) CRÍTICA

La URSS no se quedó atrás y apostó por la producción en masa de carros de combate y artillería . Sus fábricas se especializaron en la fabricación del T-34 , que fue letal en la primera fase de la Segunda Guerra Mundial y mantuvo el tipo hasta el final del conflicto. «El T-34 fue el diseño de carro [...] de mayor impacto. Su revolucionario diseño le hacía superior a cualquier otro de tipo medio conocido en la época en armamento principal, protección y movilidad. Tenía un blindaje inclinado de 32 mm. de espesor, un compacto y potente motor diésel menos caprichoso que sus predecesores de gasolina y una torreta fundida en una sola pieza en lugar de hecha de acero laminado en frío», afirma el historiador militar Robert Kershaw en «Tank men».

Los datos avalan a los soviéticos. Hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial ensamblaron un total de 105.251 blindados, de los que unos 35.000 fueron T-34/76 (una de las primeras versiones, armada con un cañón más liviano) y (atendiendo a las diferentes fuentes) 20.000 T-34/85 (mejor equipado). En lo que respecta a la artillería, y en palabras de López, los rusos atesoraron la friolera 516.648 cañones... ¡el 47,9% del total de todas las potencias en el conflicto! Que la cantidad es exagerada queda patente al observar que el siguiente país en la lista era Estados Unidos con apenas 257.390 . Alemania, en este ámbito, quedó en tercera posición al sumar 159.144 (un 14,7% en el compendio total).

tanque T.34

El caso del Tercer Reich merece ser analizado de forma individual. Sobre el papel, la industria alemana apenas logró ensamblar 46.857 carros de combate. Una cifra que la ponía por detrás de la URSS y de Estados Unidos (este último, con 88.610). Sin embargo, tan cierto como esto es que, durante la última parte de la Segunda Guerra Mundial , apostó por crear tanques ultrapesados que pudieran enfrentarse a grandes cantidad de enemigos. La diversificación mató a Adolf Hitler . «Al verse obligados a fabricar todo tipo de armas, han de enfrentarse constantemente al dilema de “desvestir un santo para vestir a otro”», añade López. En la práctica, del Panzer IV (la columna vertebral de las divisiones Panzer) apenas salieron 9.000 unidades (un 19% de sus fuerzas).

Entre las superarmas más famosas del Tercer Reich destaca el «Panzerkampfwagen VI Ausf E» (nombre técnico para denominar al famoso «Tiger I» o «Panzer VI» ). Una bestia acorazada de 57 toneladas que podía destruir a sus enemigos a una distancia de hasta 3.000 metros, contaba con un espeso blindaje de unos 100 milímetros en su parte frontal (lo que lo convertía en casi invulnerable para la mayoría de cañones anticarro enemigos) y estaba armado con un potente cañón de 88 milímetros ideal para destruir cualquier blindado que se interpusiera en su camino. Su producción fue escasa, de unas 1.350 unidades hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial .

Por mar y aire

A pesar de que la « Luftwaffe » alemana fue -junto a la RAF británica- la fuerza aérea más famosa de la Segunda Guerra Mundial , el Reich no fue la nación que más aeronaves produjo. En términos generales, este honor correspondió a Estados Unidos (con 328.373 ). Los germanos fueron los segundos con algo más de la mitad ( 194.542 ), seguida de cerca la URSS ( 162.724 ), Gran Bretaña ( 134.386 ) y Japón (con 79.521 ). Una vez más, los Aliados pudieron especializarse en aquello que mejor sabían construir. «Estados Unidos envió todos los tipos de aparatos posibles y los británicos pudieron concentrarse en los cazas y en el bombardeo estratégico , mientras que los soviéticos abandonaron este último sector para aglutinar todos sus medios en el bombardeo táctico y los cazas», añade el autor.

Compatrativa de producción de aeronaves en la IIGM. Por colores: azul (EEUU), azul claro (Gran Bretaña), rojo (URSS), verde (Italia) y amrillo (Japón) CRÍTICA

A nivel marítimo, el Eje se centró en la producción de submarinos y destructores. Con ellos, Alemania estaba convencida de que podría cerca a Gran Bretaña y detener la llegada de convoys cargados de alimentos y armamento desde Estados Unidos. Ejemplo de ello es que el Tercer Reich construyó, nada más y nada menos, que 1.156 sumergibles, casi el quíntuple que su inmediata seguidora, Estados Unidos. Para contrarrestar las conocidas como « Manadas de lobos », los norteamericanos apostaron por los portaaviones (de los que ensamblaron 141, un número diez veces superior a británicos y japoneses). Con los aeroplanos que iban sobre ellos podían cazar, en mar abierto, a los asesinos silenciosos de Hitler.

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