El submarino lanzatorpedo que un gallego inventó para evitar que EE.UU. desembarcara en España en 1898
El final del siglo XIX y el principio del XX dio a luz a una serie de pioneros españoles, hoy casi olvidados que pudieron evitar el Desastre del 98
Contra el mito del atraso científico: españoles que tumban la frase de «¡que inventen ellos!»
+ info- Comentar
- Compartir
Mientras Unamuno pedía que inventaran otros, una de las generaciones más brillantes de científicos españoles se enfrentaban a la pesadilla de innovar e investigar en un país que se desmoronaba tras el Desastre de Cuba en 1898. Precisamente en ese conflicto se pagó la desidia de unas élites gobernantes sin altura de miras, ¿pudo evitar el Ejército español la derrota frente a los estadounidenses de haber tenido a mano el submarino de propulsión eléctrica de Isaac Peral? ¿Y si hubiera tenido también la posibilidad de contar con el primer dirigible-aeroplano bombardero de la historia? ¿Y un submarino lanzatorpedos?
El final del siglo XIX y el principio del XX dio a luz a una serie de pioneros españoles, hoy casi olvidados.
Francisco de Asís García Oltra, Alejandro Goicoechea, Ramón Silvestre Verea, Herrera Linares, Mónico Sánchez, Torres Quevedo, Juan de la Cierva y, por supuesto, Issac Peral. El nacido en Cartagena inventó el primer submarino como tal, capaz de sumergirse completamente y moverse utilizando energía eléctrica. «Hay que decir claramente que es la primera nave que navegó en inmersión. Antes de eso no había nada, pues lo que se suele poner como ejemplo anterior de submarino, el confederado H. L. Hunley, era un monitor, que es una clase de barco que siempre está a flote», apunta Javier Sanmateo Isaac Peral, bisnieto del inventor fallecido hace pocos meses.
El proyecto de Peral
Según José de Echegaray, que era el matemático más eminente del país, el submarino era «el más completo y complejo invento hasta la fecha». No solamente por la propulsión, sino porque contaba con periscopio, un sistema de regeneración de aire, uno para calcular la distancia en inmersión sin tener referentes externos y una serie de elementos que luego se han mantenido en todos los submarinos. El buque medía 22 metros de eslora, 2,76 de puntal, 2,87 de manga y desplazaba 77 toneladas en superficie y 85 en inmersión. Podía resistir 30 metros de profundidad.
+ infoEl prototipo de Peral superó las pruebas técnicas, incluso disparó torpedos, pero las autoridades desecharon el invento por razones difíciles de comprender. «Hay una conspiración contra él a nivel político y de algunos mandos de la Armada que estuvo muy influida por los intereses de Inglaterra, que llevó a cabo en esas fechas una intensa campaña contra los submarinos. Gran parte de los enemigos de Peral acabarían trabajando para industrias británicas o ya lo estaban haciendo en ese momento», señala el autor de 'El submarino Peral. De la gloria a la traición' (Mandala ediciones) con pruebas documentales en la mano.

Peral estaba en disposición de ponerse a fabricar medio centenar de estos submarinos para repartirlos por los puertos de España, pero los palos en las ruedas fueron ya demasiados y decidió retirarse de la Marina airado para dedicarse a la industria civil. Su submarino no llegó a tiempo de combatir en la guerra contra EE.UU., al igual que no lo hicieron otros prototipos españoles. Veintinueve años antes que él el abogado catalán, nacido en Figueras, Narciso Monturiol desarrolló otro submarino pionero llamado el 'Ictíneo'. Ahora bien, mientras el proyectado por el marino estaba destinado a realizar acciones bélicas, el del abogado catalán había sido destinado para la pesca de coral y a fines científicos.
Un gallego irreductible
Más militar era el de Antonio Sanjurjo Badía, apodado ‘El habilidades’, que construyó en ocho semanas un pequeño submarino español lanzatorpedos para colocar minas que impidiera un desembarco en Galicia como el llevado a cabo por los estadounidenses en Manila. El submarino, con forma de cruz y dotado de una hélice movida por su dotación de tres personas, pasó el 12 de agosto de 1898 las pruebas técnicas en la Ría de Vigo aguantando una hora y media sumergido y después varias tandas de 45 minutos, tras lo que Sanjurjo hizo emerger al vehículo y salió de la escotilla ondeando las banderas de Vigo y España. Sin embargo, esta ‘boya lanzatorpedos’ capaz de sumergirse 20 metros nunca llegó a utilizarse, ya que el mismo día de las pruebas se firmó el tratado de paz en el conflicto.
Los políticos españoles tenían demasiada prisa por deshacerse de unas colonias ingobernables como para detenerse a pensar en sus capacidades de resistencia, empezando por el genio y la fuerza local. Sanjurjo Badía no era un gran científico, sino más bien un artesano autodidacta, pero contaba con medios económicos de los que habían carecido tanto Narciso Monturiol como Isaac Peral. El aparato que fabrico se puede visitar en la actualidad en el Museo do Mar de Galicia (Vigo) gracias a que sus descendientes se encargaron de conservarlo durante más de 100 años en la factoría, protegido de la Guerra Civil e incluso desastres como el incendio que, en 1942, calcinó una de las naves de la la fundición La Industriosa, fundada por Sanjurjo y quemó los planos originales del prototipo.
Ver los comentarios