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ABC, en el infierno de 1917: así estalló la revolución comunista que «ametralló al pueblo en las calles»

El líder del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, ha asegurado que en Rusia se podría desencadenar una rebelión como la que dio el poder a los bolcheviques en Rusia hace un siglo, si el Kremlin no se toma en serio la guerra de Ucrania

Rusia podría revivir la insurrección rusa si los hijos de las élites se escaquean de ir a la guerra, advierte el líder del grupo Wagner

Un grupo de bolcheviques, durante la revolución de 1917 en Rusia
Un grupo de bolcheviques, durante la revolución de 1917 en Rusia
MadridActualizado:

La Revolución de 1917 que ahora azuza el fundador del grupo mercenario Wagner, Yevgueni Prigozhin, estuvo precedida por más de mil huelgas en los dos primeros meses de ese año. A mediados de febrero, una manifestación espontánea de trabajadores y trabajadoras de las fábricas de la capital, Petrogrado, derivó en enfrentamientos con la Policía que causaron un centenar de muertos. En la plaza Znamenskaya fueron abatidas 40 personas en unos minutos. La violencia parecía no tener freno. Se calcula que el 24 unos 160.000 obreros se habían apuntado a las protestas en la ciudad y, tres días después, se sumó gran parte del Ejército, harto de que se le ordenara abrir fuego contra el pueblo desarmado.

En medio de todo aquel caos y derramamiento de sangre estaba la célebre corresponsal de ABC, Sofía Casanova, para contarnos con mucha precisión y en primera línea de batalla todo cuanto acontecía durante la caída del Imperio ruso del Zar Nicolás II que Prigozhin cree que se podría repetir en la actual guerra de Ucrania, si el gobierno de Vládimir Putin no se lo toma en serio.

Cuesta creer, sin embargo, que Rusia vaya a desembocar, como apunta al líder del grupo Wagner, en una Revolución y una posterior guerra civil con millones de muertos como en 1917.

Aquel año, el primer regimiento en sublevarse fue el de Volynsky, al que le siguieron la mayoría de las unidades acantonadas en San Petersburgo, conocida entonces como Petrogrado. Cuando desertaron del Ejército para unirse a la insurrección, muchos soldados debieron enfrentarse a sus superiores e, incluso, abrir fuego contra ellos. El mismo 24 de febrero, 25.000 de ellos consiguieron unirse al bando bolchevique y asaltar varios arsenales del Estado, desembocando tres días después en la disolución del Gobierno imperial, la huida del zar y la creación del famoso Sóviet de Petrogrado.

Crónica de la Revolución rusa de 1917+ info
Crónica de la Revolución rusa de 1917 - ABC

«Hambre y discordia»

La sede de este se encontraba en el palacio de Potemkin, que sirvió de prisión para miles de soldados y funcionarios, muchos de ellos temblorosos ancianos, que se mantenían afines al antiguo régimen. El nuevo ejecutivo estaba preocupado por cómo iban a recibir los sucesos revolucionarios los soldados que seguían combatiendo en la Primera Guerra Mundial y cómo iban a controlar a los militares que todavía servían a Nicolás II y sembraban el caos por toda la ciudad.

Una de las primeras grandes crónicas de ABC se publicó el 17 de marzo con el siguiente titular: ‘La Revolución en Rusia: el hambre y la discordia’. En los años anteriores, Sofía Casanova había viajado en numerosas ocasiones a Polonia, donde residían sus hijas y donde vivió el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. De allí huyó a Varsovia, donde se hizo enfermera en el campo de batalla. Ese viaje al horror la dejó tan marcada que decidió contarlo en una carta dirigida al diario ABC, en la que intentaba convencer a sus compatriotas de que no estaba justificada su creciente admiración por los alemanes.

El director y fundador, ​Torcuato Luca de Tena, le respondió con la propuesta de que se convirtiera en la corresponsal del diario en la Europa oriental y ella aceptó. De Varsovia se fue a Vístula y, después, huye con sus hijas en el último tren a Minsk, Moscú y, finalmente, a San Petersburgo, para ser testigo y contar a nuestros antiguos lectores uno de los acontecimientos más importantes de la historia del siglo XX, llegando incluso a entrevistar a Trotski, poco antes de que se convirtiera en el primer presidente del Soviet Militar Revolucionario.

Sofía Casanova, vestida con el uniforme de la Cruz Roja, durante la Primera Guerra Mundia+ info
Sofía Casanova, vestida con el uniforme de la Cruz Roja, durante la Primera Guerra Mundia - ABC

Oficiales asesinados

Cómo advertía ABC en aquella crónica: «En la insurgencia no ha participado la mayoría inmensa del pueblo ruso, la que vive fuera de las ciudades, y que, sumisa al señorío y al monje, no es masa propicia a la rebeldía. Ha ido a la revolución la clase popular ciudadana, más consciente, y movida por la angustia y el hambre, no por ardores bélicos. Unos y otros elementos populares lo que ansian es el término de la contienda, porque, como en las guerras anteriores, ven prolongada su tortura en la esterilidad, pierden el pan y pierden a sus hijos, sin que mantengan la esperanza de mejoras que nadie les concreta».

El artículo concretaba más detalles sobre aquel primer mes de revolución: «El día 10 la ciudad era un campo de batalla. El pueblo asaltaba las tiendas y era ametrallado en las calles por el Ejército. En todas las fachadas destacaban grandes carteles que invitaban al vecindario a no abandonar las casas, porque las autoridades no aceptaban responsabilidad alguna por la vida de los ciudadanos [...]. Tres mil fieles al antiguo régimen ocuparon los tejados de las casas, hicieron uso hasta el último momento de sus revólveres y ametralladoras y causaron víctimas entre las gentes pacíficas que las ocupaban».

Y continuaba: «Las tropas acantonadas en San Petersburgo y alrededores, unos 200.000 hombres, se han adherido sucesivamente al movimiento revolucionario, obligando los soldados a sus oficiales a entregar las espadas y jurar fidelidad al pueblo y a la Duma. Los oficiales que se negaron a ello fueron asesinados durante los primeros días y, posteriormente, los que se negaron a prestar juramento fueron detenidos y puestos a disposición del Gobierno provisional».

Noticia de ABC sobre la abdicación del zar Nicolás II+ info
Noticia de ABC sobre la abdicación del zar Nicolás II - ABC

La revolución «grotesca»

Aquel trabajo no fue ni mucho menos fácil para Casanova, que sufrió más de un accidentes durante los enfrentamientos en las calles entre bolcheviques y zaristas. En la insurrección popular del 3 de julio, reprimida con dureza por parte de las nuevas tropas comunistas, la corresponsal de ABC recibió un golpe accidental en los ojos por parte de uno de los soldados que huían en medio del tiroteo callejero. Las consecuencias de fueron nefastas, ya que la escritora no logró volver a ver bien nunca más, a pesar de los cuidados médicos que recibió. Eso, sin embargo, no la desanimó para seguir escribiendo.

Durante aquellos primeros meses, según contaba el escritor Stinton Jones en su libro ‘Revolución en Rusia’, publicado en Gran Bretaña ese mismo año, «la multitud ofrecía un aspecto curioso, casi grotesco, con soldados, obreros, estudiantes, vándalos y delincuentes liberales que deambulaban sin rumbo fijo formando grupos independientes, todos armados, pero con una insólita variedad de armas». La principal regla que seguía esta turba era sencilla: todo aquel que no llevara una bandera roja, aunque fuera un trozo de cinta en el sombrero, podría ser acusado de espionaje y ser disparado.

Lenin había regresado del exilio en abril de 1917 para liderar a los bolcheviques y llevar la revolución a otro nivel, ya que los rebeldes, hasta ese momento, no habían conseguido los éxitos que él esperaba. Lo primero que hizo fue criticar que su propio grupo no hubiera conseguido «suprimir la Policía, el Ejército y la burocracia» y hacer él movimiento mucho más sangriento. Y tuvo éxito, porque tras los primeros muertos, el Ejército zarista empezó a descomponerse con la multiplicación de las deserciones. Su éxito fue tal que los obreros se manifestaron para exigir que los dirigentes del Sóviet de Petrogrado tomaran el poder, como así ocurrió.

Los disidentes

En medio del caos hubo algunos disidentes perseguidos de renombre, como Gorki, nominado cinco veces al Premio Nobel de Literatura y famoso por novelas como ‘Los bajos fondos’ (1902) y ‘La madre’ (1907). Un intelectual amigo de los líderes de la Revolución que se opuso públicamente al régimen zarista y al que se asoció estrechamente con el propio Lenin. Aún así, no dudó en arremeter contra ellos por su desmedido uso de la violencia, como demuestra en un artículo que escribió también para ABC en marzo de 1917:

«Los comisarios del pueblo acogen con estruendosa carcajada mis confesiones, pero no importa: no por eso he de callar, la verdad. Lo repito: amo a Rusia con todas sus miserias y tristezas… y al pensar que la revolución nos da la posibilidad de trabajar ‘libremente’, mi corazón se hincha de orgullo y esperanza, a pesar de la nubes de sangre y de alcohol que fluctúan en el firmamento de mi adorada Patria [...]. Los reformadores del Instituto Smolny [que Lenin escogió como cuartel general], sin embargo, poco se preocupan de Rusia, y con una sangre fría que causa espanto, van martirizando a la pobre Patria».

En el 80 aniversario de la revolución, el debate sobre los estragos que causó aquel movimiento y la posterior historia de la Unión Soviética alcanzó su punto álgido con la publicación del ‘Libro negro del comunismo’. Fue redactado en 1997 por un grupo de historiadores bajo la dirección del investigador francés Stéphane Courtois , que se esforzó por hacer un balance preciso y documentado del verdadero coste humano del comunismo. Se apoyó en la información desclasificada de los archivos de Moscú y estableció un cómputo final sobrecogedor: cien millones de muertos entre 1917 y 1991. Una cifra que supera por cuatro la atribuida al nacionalsocialismo de Hitler.

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